Rogelio Rodríguez Mendoza

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Las candidaturas, un dulcito

miércoles, 17 de febrero de 2016
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Conforme se definen las candidaturas para las alcaldías y diputaciones locales, queda claro que la democracia es letra muerta, por lo menos hacia dentro de los partidos políticos.


Cuando se supondría que en un ejercicio de democracia auténtica deberían ser las bases partidistas las que decidieran quien o quienes los representarán en la competencia electoral, en la práctica está más que visto que las decisiones siguen siendo a la antigüita: a través del “dedazo” puro.


Lamentablemente así ha sido y sigue siendo: las alcaldías y diputaciones siguen utilizadas como moneda de cambio para contentar a quienes no fueron favorecidos con su proyecto político.
Son instrumentos para mantener tranquilos a los grupos políticos, sobre todo en municipios donde la situación está muy polarizada y todos quieren su parte del pastel municipal o legislativo.


Por ejemplo, hay municipios donde los actuales alcaldes hacen hasta lo imposible por postular a sus esposas para que los sucedan en el cargo, o ya por lo menos para ocupar una curul en la próxima legislatura.
Aquí cerquita hay dos ejemplos contundentes: Guadalupe Saucedo, alcalde de Jiménez, logro que su esposa Mónica Saldívar, sea la candidata del PRI a la presidencia municipal, mientras que Gustavo Cárdenas Gutiérrez, amaga con mandar a su cónyuge, Mónica Dávila, a competir por la alcaldía capitalina.
En las diputaciones la situación es más evidente en el PRI porque las curules serán usadas como premios de consolación en favor de aquellos que querían ser alcaldes y no lo consiguieron.
Ahí tienen el caso de Rosa María Alvarado, quien una vez más se quedó en la raya en la disputa por la candidatura por la alcaldía de Nuevo Laredo.

Para tranquilizarla le ayudarán a repetir como diputada dándole un espacio en la siguiente legislatura.
Historia parecida es la de Carlos Solís Gómez.

El ex Secretario de Desarrollo Rural buscó ser el abanderado a la alcaldía de Reynosa pero no lo consiguió, por lo que el PRI lo convertirá nuevamente en diputado como premio a su disciplina.
Le puedo dar al menos media docena más de referencias pero bastan esos para acreditar la tesis de que , le insisto, por lo menos hacia el interior de los partidos políticos, la democracia es una simulación.
Los estatutos y procedimientos partidistas para la selección de candidatos son una chulada, pero una chulada fantasiosa porque en la realidad la forma de designar a quienes ocuparán los cargos de elección popular sigue siendo la misma de siempre: arcaica, vetusta, prepotente.
En pocas palabras, las candidaturas son una especie de dulcito para contentar a los perdidos.
Por eso el ciudadano común, el que poco o nada tiene que ver con los partidos , sigue tan desencantado de la política.

De hecho, por eso apenas la mitad de los electores acude a votar: porque saben que todo es una simulación y que solo son una camarilla de amigos , compadres o familiares, los que se reparten el poder público para seguir medrando del mismo.
EL RESTO.
A propósito de nepotismo, en la actual legislatura del Congreso del Estado tenemos un ejemplo más que contundente: el diputado Alfonso de León Perales le heredó su curul a su hermano Rafael.
¿Cómo la ve? Y lo peor de todo es que nadie protesta por ello.
ASI ANDAN LAS COSAS.

 

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