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1. Podemos decidir. Falta mucho para asegurar firmemente que hemos alcanzamos la igualdad de género, pero reconozcamos que durante las generaciones de nuestras abuelas e incluso mamás, la situación era más estrecha.
Actualmente tenemos mayor libertad y oportunidades para decidir, por ejemplo, lo que queremos estudiar, cómo vestirnos e incluso si queremos o no ser madres.
2. Somos unas Wonder Women. Aceptémoslo, tenemos la capacidad de ejecutar diferentes tareas de manera simultánea, logrando cumplir con nuestras actividades laborales al mismo tiempo que con nuestra vida cotidiana.
Somos capaces de trabajar, de dedicarnos tiempo a nosotras mismas y de paso, hasta dejar funcionando a la perfección nuestra casa ¿Apoco no?
3. Fuertes en todo momento. No importa las circunstancias a las que la vida nos enfrente; nos sabemos fuertes de origen y damos la batalla para salir avante ante la adversidad.
Vencemos esos obstáculos solas y enfrentándonos a todo con la finalidad de lograr un objetivo.
4. Independientes hasta el final. Con pareja o sin pareja, con hijos o sin ellos, las mujeres somos independientes y auténticas.
No necesitamos que alguien valide lo que somos o podemos llegar a ser, porque tenemos nuestros propios proyectos, intereses y pasatiempos que nos hacen sentir satisfechas de nosotras mismas.
5. Desinhibidas por el mundo. Hace unos años estaba prohibido que mencionáramos nuestros gustos y preferencias en cuanto al sexo.
Actualmente somos más atrevidas, más osadas; nos sentimos libres para querer, para explorar, para experimentar y decidir lo que queremos.
El camino hacia la equidad total, debemos construirlo día a día, veámoslo como un compromiso entre nosotras y como estamos seguras que lo podemos cumplir; festejemos que somos el ¡sexo fuerte!