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El fantasma de las elecciones amañadas vuelve a Kenia

Varias personas se manifiestan junto a una barricada con neumáticos quemados en el suburbio de Kibera, Nairobi, Kenia hoy 6 de junio de 2016 durante una nueva jornada de protestas en todo el país para exigir la dimisión de la autoridad electoral que supervisará las elecciones de 2017. EFE
El fantasma de las elecciones amañadas ha vuelto a Kenia. A poco más de un año de las presidenciales, el país se encuentra sumido en una violenta disputa
lunes, 6 de junio de 2016
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Nairobi, 6 jun (EFE).- El fantasma de las elecciones amañadas ha vuelto a Kenia. A poco más de un año de las presidenciales, el país se encuentra sumido en una violenta disputa sobre la honestidad de la Comisión Electoral (IEBC, en inglés) que la oposición ha llevado a las calles y que ya se ha cobrado la vida de cinco personas.

Como cada lunes desde hace varias semanas, la Coalición para la Reforma y la Democracia (CORD), principal partido opositor, ha organizado hoy una manifestación para exigir que la cúpula de "la IEBC se vaya a su casa" y pueda haber una elecciones limpias, según denunció a Efe uno de sus seguidores, Selassie Isiolo.

En los comicios de 2013, el actual presidente, Uhuru Kenyatta, ganó por un margen tan estrecho (50,51% de los votos) que su victoria despertó muchas suspicacias y la oposición denunció el supuesto fraude ante el Tribunal Supremo, que no les dio la razón.

Sin embargo, esto no ha impedido nuevas acusaciones.

La rivalidad entre Kenyatta y Raila Odinga, líder de CORD, viene de lejos y, a pesar de la aparente cordialidad que dejan entrever cada vez que se reúnen, saben que la batalla electoral ha comenzado ya y que las relaciones públicas tienen tanto valor como las promesas electorales.

Esta mañana centenares de seguidores de la oposición llegaron al centro de Nairobi sin apenas presencia de la Policía, que había recibido la orden de mantenerse al margen mientras no hubiera disturbios, como así ha sido.

El inspector general de la Policía, Joseph Boinnet, había dado la orden después de la alarma provocada por las amenazas de un alto mando durante el fin de semana: "Si valoras tu vida, no la pongas en riesgo así", dijo el comisario jefe de Nairobi, Japheth Koome.

Los ánimos estaban caldeados por el cruce de acusaciones y demandas judiciales para prohibir las manifestaciones, aunque finalmente un juez ha dado luz verde a las protestas.

"No tenemos miedo de la Policía. No somos unos cobardes, pero hemos venido a protestar de forma pacífica", señaló a Efe Owino, un veterano manifestante vestido con un traje hecho de naranjas de plástico que siempre se sitúa en primera fila de las protestas.

Durante la marcha por el centro de la ciudad, los organizadores han intentado encauzar a los manifestantes para que no se desviaran del recorrido ni causaran altercados en los comercios, que estaban cerrados en previsión de posibles disturbios.

A diferencia de otras convocatorias, los únicos momentos de nerviosismo y alboroto se han producido cuando un grupo de rateros se ha colado en la protesta y han sido golpeados y zarandeados por unos cuantos manifestantes.

En el resto del país, especialmente en los bastiones de la oposición, ha persistido la violencia.

En Kisumu, al menos dos personas han muerto y otras cinco han sido hospitalizadas por heridas de bala después de que los manifestantes se enfrentaran a la Policía desde primera hora de la mañana.

Grupos de jóvenes han cortado calles, encendido hogueras y levantado barricadas en las calles de la ciudad para dificultar el avance de los antidisturbios, igual que en la localidad de Migori, cerca de la frontera con Tanzania, donde también ha habido incidentes.

La retórica alarmista que se ha apoderado del discurso político de cara a las elecciones del próximo año solo ha conseguido generar miedo entre la población, que todavía tiene en el recuerdo la violencia poselectoral de 2008 en la que murieron más de 1.200 personas.

Sin embargo, esta vez Kenia cuenta con el precedente de las elecciones de 2013, que fueron mayoritariamente pacíficas a pesar de las acusaciones de fraude y consiguieron relegar a un segundo plano la violencia con fines de políticos.

"Si no les gusta la ley electoral, tenemos una Constitución que permite cambiarla. Que vayan al Parlamento en lugar de montar disturbios", señaló un ciudadano ante los manifestantes con una mueca de desaprobación.

 

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