REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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La ira ciega y niega el amor de Dios

…” Deja allí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda”… (Mt 5, 24)
domingo, 19 de junio de 2016
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En la predicación de la Montaña, nuestro divino Salvador, dio a saber y conocer la raíz de su Doctrina, las ocho Bienaventuranzas.

Jesús define su postura en relación a la Ley antigua, ya que la creencia entre los judíos, era que se salvarían con solo cumplir la Ley de Moisés, mas Jesús hace saber en su predicación ser respetuoso de la Ley, que en nada critica y menos la contradice, sino lo que hace, es afirmar: el cumplimiento de la Ley no es como acostumbran los escribas y fariseos, por lo que era necesario completarla y así lo manifiesta para no dejar lugar a contradicciones, Dijo;…”Yo no he venido a abolir la Ley y los profetas.

Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento”…Ello significa, que ha venido a cortar de raíz el pecado, y dejar entendida su enseñanza como la razón de su venida.

Son seis puntos los que deja clarificados el Hijo de Dios al pueblo de Israel, necesarios para la verdadera salvación, que viene de Dios, atender la moral mal interpretada por el Sanedrín con relación al homicidio, adulterio, el divorcio, el juramento, la ley del Talión, y amor a los enemigos….. A través de los siglos estos puntos constituyeron los cimientos de las leyes en las naciones cristianas, demostrando que cumpliendo las perfecciones de la Ley que Jesús predica, se vive en armonía entre los ciudadanos de las diferentes sociedades, pero hoy la perfección que el Salvador dejo clarificada para el orden moral, la rebeldía humana del siglo XXI los han convertido en desorden amoral.

¿Y donde esta la raíz del pecado? La cizaña esta adherida en el alma del ser humano, aferrada a su interior, y quien diga lo contrario es un cerrado soberbio.

El deseo de Jesús, es que cada persona al conocer el origen de sus pecados, reaccione en el momento que lo va a cometer o los comete, porque después de cometerlo ya no hay paso atrás por las consecuencias.

La gente del mundo se ciega y no perdona; se ciega y a todo encuentra la razón inducida por su “Yo”; cuando aparece la ceguera, la cólera arrebata todo orden espiritual y moral del pecador que cae perdiendo las gracias abundantes sobrenaturales y el orden espiritual logrado al incumplir el mandamiento moral.

El corazón de Jesús misericordioso, esta para perdonar y olvidar, pero si la soberbia persiste, el alma molesta dice; ¿porque perdonar? seria rebajar mi condición, vuelve a decir: si lo perdono que dirán de mi; otros dirán: ¡Halla que Dios lo perdone! Otros incomodos dicen: me hizo, me ofendió, porque voy a perdonarlo, el pecador esta cegado, Dios lo perdonara, si arrepentido se acerca a Él, así nosotros perdonemos aunque duela hacerlo, es pagar la pena del pecado.

Jesús se refiere en su predicación al quinto mandamiento, que reza; ¡No matarás! En primer termino, Dios es el dador de la vida, el sabe cuando la concede y cuando la quita; la vida de toda persona es obra perfecta creada por Dios, por lo que nadie tiene el derecho, ni el poder de arrebatar la existencia al prójimo que debe amar como a Dios mismo, el que pasa por alto este mandato de Dios, pesará en él su pecado.

La razón de Jesús es ir a la raíz donde nace el pecado, ir a lo profundo, donde aflora la aversión del ser humano, para que por su propio esfuerzo domine a tiempo y en tiempo la inquina de la mala voluntad, cuando aparece el impulso del “Yo” que ciega a la persona y comete actos consiente de lo que hace y no debía cometer, dijo Jesús al corazón de esa mala voluntad; …Hijo mío, ¿Donde esta la misericordia que has recibido de Mí? ¿Has olvidado las veces que la has pedido, tu la has recibido?... La ira convierte las palabras de Jesús en humo que se lleva el viento, la reacción violenta da cabe a la soberbia, al odio, la ira y el coraje, todas las ofensas son graves contra Dios, porque es negar a Cristo que en su agonía nos enseño a perdonar, cuando dijo;…”Señor, Perdónales porque no saben lo que hacen”…La ofensa sale del corazón, va a la mente y las palabras hirientes adosadas de razones “justificadas” van contra el prójimo, violentando la caridad de Cristo, porque en el ofensor la ofensa esta en su palabra, obra y pensamiento.


La soberbia es del demonio, espíritu malo levantado por su orgullo contra Dios su Creador, su grito rebelde; ¡Non servium! ¡No te serviré! Ha pululado en todos los siglos en hombres y mujeres orgullosos (as), arrogantes y jactanciosos (as), hoy se ha arraigado en la soberbia del ser humano; ¿Existe en todos? ¡En todos existe! Pocos han logrado dominar esta pasión consecuencia de la ira, de la egolatría, de la vanidad, del orgullo, de hacer las cosas como “yo quiero”, haciendo del rencor una forma de proceder “justa”, por el que dicen; me hizo, me enoje, me disgusto, me revolvió el estomago ¡que no me lo pongan como bueno!; esto y más exalta la soberbia, que si en ese momento alguien dice; ¡Cálmate! ¡Tranquilízate! ¡Piensa bien las cosas que piensas dices! ¡No seas impulsivo porque te arrepentirás! Debiera recordar a San Pedro cuando dijo;…”Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”…La enseñanza de Cristo pone al soberbio entre la espada y la pared, de tal forma que si su fe es buena le ayudará a superar la soberbia, a reconocer los errores, así como Jesús perdona, el perdonará, mas la inquina que nace del corazón es mas fuerte, no olvida, si el soberbio no la vence, el rencor surge y volverá la soberbia con mayor violencia.
La soberbia es el acto de rebeldía contra Dios y el prójimo, veamos nuestros actos, siendo honrados con Dios y consigo mismos y descubriremos nuestra realidad: todo pecado es un acto de rebeldía contra Dios.

¿Qué va a ser dificil reconocer esa rebeldía? ¡Claro que sí! San Agustín afirma la enseñanza de Jesús cuando dijo;…”Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia”…Leamos lo que propone el Obispo de Hipona al pecador;…”Cuando el alma se ama toda, se conoce toda y conoce todo su amor, y ama todo conocimiento, es cuando estas tres realidades (alma, conocimiento y amor) son perfectas en su relación a sí mismas”…Camino para vencer la soberbia y sus satélites; la ira, el furor y la cólera;…”El alma se ama toda y conoce toda y conoce todo su amor”…Quede claro, todo mal nace de la soberbia, del apetito desordenado y de la propia excelencia: claro que va acompañado del desprecio al prójimo al que se desprecia, Jesús nos enseña;…Por muy mala que sea la persona o hecho algo malo, se debe perdonar… Jesús sufrió y padeció por la salvación de todos los pecadores, y a todos ha perdonado y perdonará, pero la soberbia no perdona, enciende, por eso es pecado capital que se opone a la humildad; el soberbio nunca pedirá perdón, eso es rebajar su dignidad que en realidad nada vale, sea hombre o mujer; el soberbio se ciega, y aunque recapacite haber cometido errores, se aferra a ellos, si alguien le hace ver que Jesús dijo perdonar;…”Hasta setenta veces siete”…El soberbio recalcitrante dice: ¡Yo no!
Jesús vino al mundo a cumplir la misión de perfeccionar la Ley y para ello en su Cátedra del amor a Dios y al prójimo da a conocer el camino de salvación para que las almas no se pierdan, la caridad de Jesús concede medios, formas y caminos para conciliarse con Él, motiva los corazones a seguir su enseñanza por eso dijo;…”Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”…El Señor habla de;…”Vuestra justicia”…Quiere decirnos, que el cumplimiento de su mandamiento esta por encima de la palabra del hombre, esto es en el interior del alma, por eso la justicia para entrar en el reino de los cielos, es contener y reprimir el desordenado corazón, es frenar y detener el impulso de la ira, furor, y cólera, al no hacerlo lleva ha un constante acto de ofensa a Dios en lo dispuesto por Él en el quinto mandamiento.

La máxima de todos los siglos;…”No hagas cosas buenas que parezcan malas, ni malas que parezcan buenas”…Al prójimo se puede engañar, pero a Dios imposible engañarlo.

Quien obra para ser visto por los demás de tener fe, de ser el mas creyente, que en realidad son deseos que nunca serán obra de amor, quedan retenidos en el corazón que guarda los resentimientos hacia el prójimo, así cuando sin pensar surge en el momento inesperado, y salta a su paso el pecado que empuja hacer lo que nunca se pensó y debió hacer, se hizo y no hubo arrepentimiento.

Así ha sido el comportamiento de las personas en todos los siglos. Las almas que por su propio esfuerzo aventajan en justicia es porque en verdad vigilan y velan para no caer en la tentación del mundo y sus defectos personales, en ellos radica el deseo de obrar bien, sin hacer ostentación aspiran todos los días de su vida a ganar la gloria eterna, haciendo legitima la justicia que Jesús no cesa de ofrecer, por eso pide reprimir los actos que encienden la pasión, desajustan la espiritualidad del corazón y no toleran el error, pide se permanezca en alerta y vigilancia atenta, es la constante del católico que se esfuerza tener en sus obras y corazón al Señor, empeñado en cumplir sus mandamientos, contener la violencia impetuosa de la ira, apegarse al cumplimiento del mandamiento de Jesús, que invita a no ofender al prójimo, y si pedir por él, así se evitara la senda que trastoca el orden de vida espiritual y moral, dijo Jesús;…”Si vuestra justicia no fuere mayor”…Habla Jesús al corazón;…Si actúas imitando al que sabes esta obrando mal y conoces que una cosa dice y otra es la que hace, vas por mal camino, no juzgues a la ligera al hermano, si es una alma de tus confianzas, con ternura y caridad muéstrale su error y él te lo agradecerá, si lo haces con amor nunca me perderás, porque Yo estaré con el alma que lucha por detener la ira de su corazón, de no hacerlo estará alejado de Mí, porque cae en la red que tiende la soberbia, que ofende a Dios mi Padre; el que me pide por su hermano cuando este vive en el error ese es digno de Mí; empéñate pues en cumplir con esfuerzo y sacrificio mi mandamiento y vencerás, eso es justicia de tu parte, porque rechazas el mal interior y de tu interior sirves al prójimo con amor, cuando lo haces sirves a tu Señor y ello te llevará a estar por encima de los que dicen amarme y me rechazan, sí esa justicia cultivas para salvar tu alma y al hermano en desgracia, entonces;...”Entraréis en el reino de los cielos”…
Jesús como Señor legisla y como Maestro imparte la Cátedra que ilumina nuestro entendimiento y previene la ruina del alma; su palabra es clara, no hay supuestos, ni condición para no cumplirse, no hay doble sentido, es firme y concreta;…”Oíste que fue dicho a los antepasados”…Jesús lleva a la memoria de la multitud como introducción lo expuesto en la ley, a la que el Señor no contradice, le da el lugar que debe ocupar en el pueblo al decirles;…”No matarás”…Matar por mano propia o inducir a otro hacerlo o mandar lo hagan en la forma que sea, es reo y objeto de condenación, se atrevió a tomar un poder que no le corresponde y pertenece solo a Dios, quien tiene derecho de tomarla cuando lo disponga su divina voluntad, como dueño de toda existencia humana.
Continuando con Jesús;…”Yo os digo: todo aquel que se encoleriza contra su hermano, merece la condenación”…Encolerizarse es el extremo de la ira, impulso que estimula al desprecio y el odió que excita el corazón a ofender al hermano, impulso que se arraiga en el corazón y permanecerá retenido en la persona que ofende, que consciente de no retractarse lo guarda, dice el Señor merece la condenación; …”Quien dice a su hermano racá merece el sanedrín”…Acusar al hermano de incrédulo, profano, tonto e ignorante sin ser nada de ello, o aún siendo es ofenderlo, porque se desprecia de palabra, dejándose manejar por la soberbia que manifiesta la alteración causada del coraje y desprecio desfogado se critica ante los demás su inconformidad, sin poderse contener habla con aspereza del hermano, por eso dice el Señor, ese merece ser juzgado;…”Quien le dice necio merece la gehenna del fuego”…Es cuando la ira cierra los sentidos, el corazón se endurece y todo sentimiento de comprensión, orden y respeto se pierde entre impulso y palabras injuriosas, sea al interior o exterior contra el hermano llegando al tono explosivo, dice el Señor; merece la “gehenna”, significa que hizo suya la condenación, el tribunal lo ha sentenciado y llega la hora de ir al infierno; el odio tiene un camino grave: quitar la vida espiritual y corporal del hermano, justificando lo injustificable;…”Sí, pues, estás presentando tu ofrenda sobre el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo que reprocharte”…A muchos, estando en oración o en la Santa Misa, rezando el rosario o en actos piadosos, viene a la mente el recuerdo de las personas que ofendió en el día, lo hecho y dicho contra ellas, solicitan a Dios escuche su oración de arrepentimiento por haber agraviado al prójimo y suplicarle conceda la salud de su alma y de su cuerpo, que libre al ofendido de la acechanza del demonio, eso es reparar el daño causado, quitarse la maldad del corazón es difícil.

Jesús pide caridad y reconciliación sincera para el ofendido, aunque jamás se le vuelva a ver. Dice el Eclesiástico;…”Echad en el olvido las injurias del prójimo: y nada hagas en daño a otro”…Continuando con la enseñanza de Jesús que dijo;…”Deja ahí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”…De ello esclarece San Juan Crisóstomo;…”La misericordia del Padre es tal, que atiende más a nuestro provecho que al honor del culto”…La enseñanza del Señor es aprender a no alterarnos, no despreciar e injuriar al hermano por cualquier circunstancia y menos guardar en el corazón inquinas contra él, ir a buscar a Dios y pedir perdón.

Vuelve el Eclesiástico con una regla que cuando apartados del Señor debiéramos cumplir al reconciliarse con Dios, armonizar el corazón, moldear la voluntad, la fe será guía de conducta, dijo;…”Perdona a tu prójimo cuando te agravia, y así cuando tú implores perdón, te serán perdonados los pecados”…No guardes rencor, despójate de el, dar prioridad a la insidia del tentador es porque el alma esta sucia, los actos no son buenos y las oraciones rechazadas, golpearse el pecho no vale, no hay arrepentimiento, lo que hay es resentimiento, ira, furor y soberbia, por eso al acudir a recibir la comunión todo lo que diga, ofrezca y se crea es elevar la oración, nada vale a la vista de Dios, queda latente a que el que ofendió pide perdón al hermano que lastimo de palabra, obra y pensamiento, de hacerlo el alma habrá dominado la ira ciega y niega el amor a Dios, busco la misericordia de Jesús y la encontró.
hefelira@yahoo.com

 

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