REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Jesús conmovido consuela al pecador

…” Al verla, el Señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: no llores”… (Lc 12, 13)
domingo, 28 de agosto de 2016
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Cuando una persona deja que su mente sea tentada para un mal proceder, lo trama y repasa de muchas formas, lo perfecciona con astucia y sutileza hasta que dice; ¡Lo tengo todo! ¡Voy hacerlo!
Procede a cometer su maldad, las consecuencias se dejan sentir en el prójimo afectado, mientras en el conspirador placer y regocijo por su logro.

Si una actitud perversa se maquina en el pensamiento ¿Por qué no se maquina en la mente la necesidad de poseer los valores espirituales que benefician el alma en su relación con Dios? ¿Por qué seguir la maldad como forma y habito de vida? La realidad esta en la carencia de fe y en el alejamiento de su Creador, muchos gozan la vida sin pensar que al morir se rendirá cuentas de lo que se hizo y no se hizo, de lo que no se debió hacer y se hizo pleno conocimiento de lo que se hacia, es esto a lo que teme el pecador, que le hace retirarse de Dios, retiene su conciencia la ofensa que hizo y hace al Señor, esta no se separa de su mente, por eso de tiempo en tiempo, el temor trae a su conciencia el momento en que ofendió a Dios y al prójimo, ofensa va directa contra el Señor, todo acto pecaminoso es consecuencia de la debilidad humana que están en nuestra carne, dio entrada a la tentación, por eso es imperioso que el cristiano avive al bien que fortalece el alma: ¡La fe en Cristo! Es lucha incesante por tenerla, ganarla, conservarla y acrecentarla, cultivando las obras que atesoren bienes en el cielo, la práctica de las virtudes que junto con la esperanza y caridad lleven el alma a la gracia santificante, así se estará en alerta permanente sostenido en la misericordia de Cristo Nuestro Señor; pero cuando no se tiene esta disposición, es fácil ser atraído por la tentación, es fácil ser envuelto en controversias amorales y crueles, estas vienen a su conciencia y cuando trata de esquivarlas, mas se afirman, el temor hace pensar;…Voy a morir algún día y que será de mí…
Las palabras de San Juan Crisóstomo invitan a recapacitar;…”Apartarnos del mal y hacer cuanto bien podamos a quienes nos rodean”…Cuando la decisión es firme, el pecador prevenido espiritualmente se enfrenta a las debilidades humanas; fragilidad, flaqueza, blandura, indecisión, apatía, tibieza y cobardía, a la vanidad que da satisfacción, al orgullo, la jactancia y la vanagloria, todas ellas son las actitudes de la falsedad humana, que con la petulancia y la presunción, tienen un punto de partida en la envidia, codicia y avaricia, mas estas vienen de un común denominador, que permaneciendo oculto se levanta para revelarse como avasallador del pecador: la soberbia, está, hace caer una y mas veces sobre el pecador irresoluto, que justifica su actitud diciendo: “Yo no voy a caer” “No me di cuenta” “lo hago sin ofender” pero todo lo hizo y lo dijo.

San Pablo ilustra la realidad;…”No os engañéis: a Dios no se le puede burlar”… ¿Cuántos hacen oídos sordos a este llamado? La inmensa mayoría de personas hace caso omiso a la ilustración del Apóstol de los Gentiles.

Pero llegan a un punto de su vida donde la capacidad y brillantes de su inteligencia la encauzan a obtener bienes materiales, empeñados en lograr su intención: vivir en comodidad, en disfrutar el lujo, la abundancia y la bonanza que el mundo ofrece, gozar el momento sin recapacitar que todo eso es una imagen fugaz de corta duración, perecedera y pasajera que al final, cuando muera nada queda, ni nada le queda porque así es todo lo construido en el mundo, donde las cosas materiales no tienen consistencia, porque hoy son, mañana no, mas continuará luchando una vida de altibajos, donde avanza y se retrae, al final queda en el mismo lugar, su existencia es forzada, emplea las potencias del alma-memoria, entendimiento y voluntad-al servicio de los bienes materiales y no a lo que fueron diseñados por Dios: conquistar los bienes espirituales y salvar su alma, mas la persona cegada en su “yo” no aprecia que la vorágine de los problemas lo pierden, hay momentos en que la voz de Jesús se hace sentir en su corazón, entiende que le pide seguir su enseñanza, doctrina y mandamientos, la soberbia reclama al pecador:…si hago lo que Jesús enseña, habré perdido el tiempo y perdido lo que he logrado…vuelve la su soberbia y dice:… de seguirlo habré de desechar las cosas que me ha costado obtener… ¡No he de hacerlo! Son mis logros y mi fortuna…Se cumplen lo que San Pablo dice;…”Lo que siembra el hombre, eso cosechará”…
Tomás de Kempis demanda del cristiano tomar la vida espiritualidad;…”Dios no hace misericordia, sino mas amor”… Es de entender, un muerto no puede retomar la vida por si mismo; un muerto entrega su alma a Dios y su alma se retira del cuerpo al que ya no volverá; el cuerpo va al polvo, así también el pecador muerto por el pecado, no tiene la capacidad por si mismo de recuperar una nueva vida espiritual, solo por la misericordia de Dios podrá recuperarla, porque siendo Dios, el dador de la vida, la entrega y toma pues es dueño de ella; así sucede en el pecador muerto por el pecado, Cristo conmovido lo consuela y Él lo vuelve a la vida de la gracia.
El ser Humano creado por Dios tiene en este mundo, dos únicos caminos: ganar la salvación o perder por el mismo su condenación, cada persona forjará su propia obra, no es deseo de Dios que las almas se pierdan, por Él seria que todos escucharan y cumplieran su doctrina y mandamientos se salven, pero la libertad que Dios concede al ser humano, es para que este discerniendo lo bueno de lo malo obre a su criterio y salve su existencia eterna, de donde implora la profecía;…”Mi corazón y mi carne claman ansiosos al Dios vivo”…Enseña el profeta, que si bien el deseo es grande de salvación, todo quedará en palabra, sino hay hechos que soporten lo que se expresa de palabra, las aclamaciones de dientes afuera son emociones sentimentales pasajeras que no bastan a Dios.

Dice Tomás de Kempis;…”Dios quiere ser aclamado, adorado; en espíritu y en verdad”… Para que esto sea realidad, son las obras, la práctica y ejercicios de piedad, las que Dios verá en el corazón la fidelidad de los suyos.

Es de pensar y creer, que la carne de que esta compuesto nuestro cuerpo tiene necesidad de Dios toda su existencia, realidad que muestra Santo Tomas para vernos;…”Como tierra sin agua”…Sin Dios no podemos sobrevivir a la eternidad.
Jesús se dispone revelar el esplendor de su ternura divina, su misericordia, su prodiga liberalidad y la abundancia de su generosidad en la resurrección del hijo de la viuda de Naím; en ella se descubre el valor sublime de las múltiples resurrecciones que la Iglesia, esposa de Cristo a logrado por su intercesión para sus hijos sepultados en la muerte del pecado.

Reza el Salmo;…”Dios hace gracia a quien le plazca”…Siendo condición básica en el cristiano, creer que nadie es grato a Dios sin la fe.


Dios omnipotente, todo lo puede, su vista se pasea por el universo, la tierra y en cada alma, sabe lo que sucede y sucederá, prepara las cosas de tal manera que al realizarlas esta la perfección del Señor en ellas, por eso para el Cristiano son bienes, gracias y dones sus enseñanzas el hecho de la resurrección del hijo de la viuda de Naím.

De entre los dolores y penas que Jesús aprecio en Israel, llamó su atención lo que acontecía en la ciudad de Naím, y fue a ella, llevo con Él sus discípulos y la muchedumbre que lo seguía desde Cafarnaúm, dice el evangelio;…” Después se encaminó a una ciudad llamada Naím, iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre del pueblo”…Mientras sus discípulos apreciaban el paisaje y la muchedumbre hacia comentarios de mil cosas en silencio por respeto al Maestro, el Señor iba considerando la desgracia de la viuda, y también pensando en la próxima resurrección.

La costumbre en Israel, comenta el historiador Flavio Josefo, que al pasar por las calles de la ciudad un difunto que llevan a su sepultura, quienes lo veían dejaban de hacer sus cosas e iban acompañarlo, así se fue juntando una multitud que al salir de la ciudad, se encuentra con la muchedumbre que acompaña a Jesús, sumando ya una considerable cantidad de personas, esto Jesús lo pensó y se cumplió, para que fueran testigos del prodigio que habrá de realizar, dice el Evangelio;…” Al llegar a la puerta de la ciudad, he ahí que era llevado fuera un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda, y venía con ella mucha gente de la ciudad”…Dice San Agustín en su sermón sobre la viuda de Naím;…”Su madre, que era viuda, se alegró de la resurrección del joven; -como-la madre Iglesia se alegra de los hombres resucitados a diario en su espíritu”... Los encuentros de Jesús mueven en muchos a la penitencia, la compasión y bondad del Señor con la viuda.
Por eso, es bueno jamás dejar de acercarse a Jesús, ¿Pero hay razón para huir de Padre tan misericordioso y comprensivo? No la hay, Jesús es el Padre de la parábola del Hijo prodigo, donde el padre fue a su encuentro, y al intentar el hijo pedir perdón, su padre amoroso que sabía lo que le iba a decir, llevo la mano temblorosa a su boca, este es Cristo Nuestro Señor, por eso, al hablar con Él arrepentido de corazón, Él conmovido consolará;...”Al verla, El Señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: no llores”…San Agustín, refiriéndose a los resucitados diariamente;…”El joven había muerto físicamente, estos (Los pecadores) espiritualmente.

La muerte visible de aquel se lloraba de forma visible; en cuanto a la muerte invisible de estos ni interesaba, ni se la veía. Se interesó por ella quien conocía a los muertos; solo conocía quiénes estaban muertos el que podía devolverles la vida.

Efectivamente, si el Señor no hubiese venido a resucitar a los muertos, no diría el Apóstol. “Levántate” tú que duermes; sal de entre los muertos y te iluminará Cristo”…La madre viuda, agobiada por la muerte de su hijo no tiene paz ni tranquilidad, su llanto en medio de la turba que la acompaña calaba en el corazón de todos, un nudo en la garganta impide a la gente dar una palabra para confortarla; Jesús apura el paso, y la muchedumbre que venia con Él guarda silencio y se une a la pena de la otra multitud, Jesús;…”Movido de misericordia”…se acerca a la madre, y esta escucha una voz acogedora y confortable que le dice;…”no llores”…El consolador de los afligidos mando a la madre cesará su llanto.

A no dudar que al instante quedo consolada, el dolor de su pena desaparece y surge en su interior la paz y tranquilidad que hacia tiempo no conocía, es de entender que el Espíritu Santo la asiste, y ella conoce que Jesús ha venido a sosegar su alma.

En las obras de Dios todo es posible, por lo que en ello es considerar que esta mujer escucharía de las gentes y amistades los comentarios de sus predicaciones, sus obras y prodigios, que en su interior creyó y guardo, conforme las conoció se arraigo mas su amor que nació en su corazón: la fe en Jesús, pero viendo su condición, se le hace imposible algún día estar cerca de Él, la enfermedad de su hijo la tenia sujeta hasta que murió, esto y mas Jesús lo conoce, el Evangelio nos muestra para que acrecentemos nuestra fe, el milagro de la resurrección del joven de Naím.

De momento sorprendida la madre, calmada su congoja reconoce que esta ante Jesús, el Hijo de Dios, su corazón lo reconoce y en silencio, en medio de la multitud se dirige al Señor;…¡Señor! Jamás imagine estar ante ti, has venido a mí en el momento más doloroso de mi vida, la muerte de mi hijo; Señor, reconozco que Tú eres el Hijo de Dios, y todo lo puedes con solo tu deseo, por lo que te pido: ¡Ayúdame! ¡Bendito seas!...Para comprender este momento, recordemos los pasajes del Evangelio, Jesús obro milagros en su paso por el mundo en almas que descubrió la existencia de fe en Él, y la resurrección del hijo de la viuda de Naím no fue la excepción, porque la madre era una mujer de fe, creyó desde el primer momento que conoció de Jesús, por ello es de aceptar, Jesús desbordo en ella su infinita misericordia, mostrando en este prodigioso milagro la realidad de ello, cuando dijo;…”El que tiene mis mandamientos y los conserva, ese es el que me ama; y quien me ama será amado de mi Padre, y Yo también lo amaré y me manifestare en él”… Jesús fue a ella, porque ella amo a Jesús en el silencio de su corazón, sin ostentación y humildad.

Es para el cristiano de los siglos, amar a Dios que nos da su enseñanza;…quien no me ama, no será amado de mi Padre…
…” Y se acercó y tocó el féretro y los que lo llevaban se detuvieron.

Entonces dijo: Muchacho, Yo te digo: ¡Levántate!”…Continuando San Agustín dice;…”Escuchas que se habla de “dormir” cuando dice:… “Levántate tú que duermes”…Pero entiende que se trata de un muerto, dado que escuchas;…”Y sal de entre los muertos”…Con frecuencia se les llama también durmientes a los que han muerto visiblemente.

Sin duda, para el que puede despertarlos, todos están dormidos. Consideras a alguien muerto cuando, por más que lo agites, lo pellizques o lo laceres, no despierta.

Para Cristo, en cambio, estaba dormido aquel al que dijo;…”Levántate”…y al instante se levantó. Nadie hace salir con tanta facilidad a uno del lecho como Cristo lo hizo salir del sepulcro”…Viendo la obra prodigiosa de Jesús en su realidad, la resurrección de este joven, es la resurrección espiritual del pecador, es de comprender que cuando se comete pecado, venial o mortal, es morir en vida, el pecado es un acto por el que se ofende a Dios, se menosprecia por ese pecado a quien nos creo, dio el alma y la vida, la libertad que nos ha entregado, por lo tanto quedamos a su vista muertos, urge la resurrección de nuestra parte, pero sino hay un arrepentimiento sincero y limpio, el muerto espiritualmente, sigue muerto.

Ahora bien, así como Jesús se acerco al muerto, así se acerca al pecador con su gracia, dispuesto a realizar la obra excelente de la justificación, se acerca a cada hijo suyo, pero si este cegado por su vida no atiende la presencia del Señor y continua en el vaivén de su mal obrar, las consecuencias no serán agradables, pero aún así, Jesús se compadece del que sufre por el pecado, y lo consuela en su amargura ¿Qué mas podemos pedir? ¡Pues quitándonos la venda lujuriosa de los actos malos y veremos nuestra realidad! Jesús se empeña en ganar el alma, pero la persistencia del alma en el mal será vencido por el deseo de reconciliarse con Dios y lo demás vendrá.

Veamos en el joven difunto, cuando el Señor dijo;…”Levántate”… ¡Si! De la vida de pecado, esto es cuando en la confesión se ha dejado todo el moho del alma, el pecador ha sido restituido a la Iglesia, madre espiritual del cristiano, Jesús conmovido consuela al pecador;…”El (que había estado) muerto se incorporó y se puso hablar. Y lo devolvió a la madre”…
hefelira@yahoo.com

 

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