REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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El Mayor y Principal Mandamiento

…” Dijo Jesús: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu”… (Mt. 22, 37)
domingo, 11 de septiembre de 2016
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El Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, inspirado por el Espíritu Santo en su amor a Dios, muestra a los siglos, que las virtudes Teologales son la fuente de donde se aviva el amar y se sirve al Señor, nos adoctrina en el primer mandamiento;…”La fe, porque para amar a Dios, antes hay que creer en Él; Esperanza, porque el amor exige la confianza en sus bondades; la Caridad, por ser el objeto propio del mandamiento”…El amar a Dios tiene en estas virtudes su eficacia y excelencia, por eso, aquel que carece de ellas, es porque no existe en él, el atractivo de amar a Dios, su alma camina por un desierto oscuro, sin la espiritualidad que necesita para reencontrase con su Creador, como no existe en él la fe, crea en su interior un abismo de temor a Dios, la conciencia señala el estado en que vive: la disyuntiva de no creer o no querer creer, esquivando su realidad la indecisión de la que nada va obtener, pero si lo amarra a su error, sí hubiera un destello de fe en su corazón comprenderá: el amor a Dios no hace mal a nadie, es el bien por excelencia para a él y al prójimo.
El orden sobrenatural reaviva espiritualmente el alma al amor de Dios y al prójimo, San Juan instruye, para encontrar en la divisa de salvación la vida de santidad;…”Quien no ama se queda en la muerte”... Amar a Dios es primero, amar a Dios es esencial, amar a Dios es servirlo.

Amar a Dios es camino de salvación. La realidad, es ue quien no ama, niega, ofende y se opone a Dios, por este hecho, el pecador aunque posea vida humana, su alma esta muerta a la vista de Dios.


Dios envío al mundo a su Hijo Amado para redimir la humanidad del pecado, por así decir, descongelo la apatía y la indiferencia de un sentimiento entumecido, para que el cristiano comprendiendo, que el valor de amar y servir a Dios es la única condición de salvación, hacer propio el Bien salvífico que el Señor no cesa de ofrecer a quien acude a Él, pero a la vez demanda de las almas, corresponder a su amor con amor, cumpliendo su deseo, y el amar se extienda á todo hermano, incluido el amor a los enemigos tal como Jesús lo ha enseñado a la humanidad de todos los siglos, cuando refiriéndose a aquellos que en su peregrinar por el mundo camino al Calvario, con la cruz de nuestros pecados sobre sus hombros, la multitud grita en su Pasión, crucifixión y muerte lo ultrajador, escarnecido e hicieron mofa de su divinidad de Hijo de Dios, no han detenido los insultos infamantes, continúan repitiéndose como eco a través de los siglos, negando la obra redentora que Jesús aceptó por amor a las almas, siendo para ellas su palabra amorosa y perdurable;…”Señor perdónales porque no saben lo que hacen”…
Es ilógico pensar que Dios necesita de nosotros para su gloria, Él demanda su derecho: que las almas se salven, siempre dará los medios para que por sí mismos los pecadores labren su salvación, Dios acerca los beneficios que sin merecer se recibe de su compasión, el pecador al no disponerse con empeño salvar su alma, tarde que temprano su corazón se avivará en amar y servir a Dios, cumpliendo su mandamiento de amor.

Para llegar al momento en que el pecador expulse de su alma la perversión de creer que Dios no necesita nada de la humanidad, es porque la reconciliación y el arrepentimiento demuestran en el pecador, que la humanidad requiere salvar su alma, y que tiene en su favor los bienes que de Dios recibe, y la obligación de cumplir el mandamiento: amar y servir a Dios en esta vida y al prójimo, es gozar la gloria eterna.

Jesús pide para Él, el amor que brota del corazón arrepentido, porque ese amor es don del Espíritu Santo, y no podrá existir en el alma, mientras en esta no haya muerto el espíritu mundano.

Dice San Gregorio;…”Nunca esta activo el amor a Dios; si existe y grandes cosas opera; pero si se niega a obrar, no es amor”…El amor a Dios es bueno mirarlo en el espejo de la vida y preguntarse; ¿Cómo es el amor que me pide el Señor? Amándolo con todo lo que el corazón vive en su interior, contemplando la majestad del Señor en su misericordia, porque el espejo de la vida no miente, la conciencia muestra nuestra la realidad con Dios, apreciando que del amor que nos pide Jesús, estamos muy distantes de Él.
El Señor ha legislado sobre al amor a Él como Padre Nuestro.

¿Qué podemos decir? Dar gracias a su obra de comprensión que sin tener derecho recibimos de Él, por lo tanto el incrédulo, timorato, indeciso y puritano dicen: “no entiendo” a esta condición conduce la cerrazón en quien no da importancia e interés a los bienes espirituales.

El Mandamiento de amor es preciso, exacto y definido: ¡Es perfecto! Cristo abrevia, dejando atrás explicaciones complicadas va a lo esencial, para que cada alma lo grabe en su conciencia y el remordimiento obre a detener las caídas consecuencia de la tentación; el entendimiento cincela la facultad humana a discernir el alcance de su salvación, la memoria repasa los mandamientos de la Ley de Dios, siendo mas importantes el primer y segundo mandamiento, si estos son observados, los demás también lo estarán; sino se observan, los demás arrastran al pecador al poso de la iniquidad.

Querer justificar el incumplimiento de los mandamientos, imposible, porque todos sabemos muy bien lo que hacemos bien, y lo que hacemos mal; sabemos la intención con que se hace, la perversidad con que se obra, nada de lo que el ser humano hace puede decir “lo hice sin saber” solo que no este bien de sus facultades mentales o sea un tonto.

La Ley del amor a Dios dice San pablo;…”El Señor hará su obra sobre la tierra, rematando y cercenando”... Alguien que no entendiendo la palabra de Dios, dirá; ¿Dónde está el amor del Señor por las almas con esta actitud? La obra del Señor esta justificada, pues rematar, es terminar, consumar y finalizar el mal de las almas, que aferradas en seguir su mala conducta cerraron su corazón, negaron a conciencia los bienes del Señor, son llevados al fuego eterno; cercenar, significa abreviar y suprimir la maldad humana, que no quiso sujetarse al mandamiento como el Señor lo ha dispuesto;…”Amarás a Dios por sobre todas las cosas”…
Jesús ha demostrado el error de las maldades a la secta de los saduceos, opuestos a los fariseos, los primeros negaban la inmortalidad del alma y la resurrección, cuando se acercan al Señor a plantearle artilugios sobre el matrimonio de una mujer que se caso con siete hermanos, conforme se fueron uno por uno muriendo, preguntan, en la gloria de cuales será esposo, la respuesta fue contundente; en el cielo ni los hombres se casan, ni las mujeres se dan en matrimonio, son como ángeles, les recuerda que esta escrito, los saduceos sin tener elementos para responder, quedaron ante las muchedumbres desprestigiados.

Siendo enemigos los saduceos y fariseos, al ser atacada la secta y derrotada, los fariseos van como decimos “al quite” haciendo causa común van contra Jesús.


A no dudar que los comentarios del pueblo critica a los saduceos y hace surgir agresiva a la soberbia, reza el Evangelio;…” Mas los fariseos, al oír que había tapado la boca a los saduceos, vinieron a reunirse junto a Él”…Porque no han podido responder, ambas sectas deliberan y definen la estrategia a seguir, no con el afán de aprender de Jesús y convencerse de sus error, sino buscando sorprenderlo.

Puestos según ellos de acuerdo, mandan a un doctor de la ley proponer a Jesús otra cuestión, que con sabiduría Jesús va a resolver la acechanza para enseñanza nuestra.

Aprendiendo de Jesús, nos manifiesta que la envidia y la mala voluntad unidas no se dieron al tiempo a prepararse, si de cautela se trataba, no la hubo, pues la soberbia les hizo explotar; ¡Vamos a vencerlo! y dejándose llevar por su “Yo” En Jesús no es problema que vengan contra Él unos y otros o juntos, con su mirada taladra lo profundo de su corazón y conoce sus intenciones, su pensamiento y su odio.

Jesús conoce las dimensiones de la mente humana, olvidan que siendo el Autor de la vida, lo es del pensamiento y de la Verdad esencial, conoce los puntos donde surge el error, como la forma de resolverlo.

Es muy importante tener presente, que la inteligencia de Nuestro Señor Jesucristo en cuando que es el verbo de Dios, es infinita; en cuanto es hombre, esta enaltecida e iluminada por la luz sempiterna de la sabiduría de Dios, que desborda la verdad.

Reflexionemos, cuando se actúa sin pensar se comete uno y otro error, cuando se pide la asistencia del Espíritu Santo se obra con acierto, para que esto se cumpla es importante la fe en Cristo, quien dijo;…”Todo se os dará por añadidura”… No tener esa asistencia es dar palos de ciego, no es decir por decir, que cada quien ahonde en su obrar y descubrirá esta realidad.


El doctor siendo este mas preparado, el más atrevido, y con deseo de sobresalir, movido por su soberbia de experto en la ley, adorna la pregunta con actitud falsaria, que en secreto contubernio se había preparado para hacerlo caer en contradicción sobre un punto delicado de la ley.

Este doctor no se acerco a Jesús para aprender de Él, el evangelio dice claramente cual su intención;…” Y uno de ellos, doctor de la Ley, le propuso esta cuestión para tentarlo”…Toma la actitud presuntuosa de querer conocer, en lo que era una conspiración que han preparado en venganza contra Jesús, ¡Vaya incoherencia! ¿Obrar represalias contra Dios? Y disponerse a causarle daño con su maldad e intención, enorme y grande error.

Jesús va a demostrar que su palabra trastoca la maldad de los hombres, así nos lo enseña en este pasaje de su vida; tenemos un doctor soberbio, ostentoso, petulante y perverso, que al escuchar de Jesús la respuesta queda tocado e impresionado, a calado en la conciencia del que sabe de memoria lo que le han contestado, y termina por alabarlo, ¿en sus adentros lo convencería? solo Dios lo sabe.

¿Sabemos escuchar a Cristo? No de viva voz, puesto que no tenemos vida de santidad para tener esa gracia, pero Él se acerca y habla en el silencio del corazón, al que pocas veces se pone atención y pocas las que nos detenemos a atender su llamado, pero cuando caemos por una cosa indebida, y queremos salir por nuestras propias fuerzas, mas nos adentramos en los males, repasando ese trajín, descubriremos que hubo algo que si en ese momento se hubiera tomado en cuenta, las cosas se habrían resuelto, pero no se hizo y la problemática creció.


Continuando con el Evangelio, dice el doctor con ostentación, mirando al rostro de Jesús no con amor o con admiración de conocer su enseñanza, sino con mirada escrutadora;…” Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?”…Pregunta el que sabe al revés y al derecho la respuesta que repetía infinidad de veces en el día, pregunta como si nada de ello conociera.

Jesús hubiera podido animar a este doctor para que diera la respuesta, o preguntar a los que le rodeaban, pero quiso desplegar sus divinos labios y dar respuesta como supremo Legislador de cielos y tierra, en forma por demás sencilla y clara dijo Jesús;…” Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu”…Es de creer que a la respuesta de Jesús los cielos doblaron la rodilla, la naturaleza y el universo mantuvo silencio respetuoso y solemne, Dios ha hablado y todos escucharon con humildad y respeto.

La chusma que acompaña al doctor no escucho nada, cada tiene su atención a ver si de la palabra de Jesús surge la contradicción esperada, sus oídos cerrados a la enseñanza, pero en el doctor no fue así, conmovido escucho a Jesús y entendería muchas cosas que no había tenido en cuenta, vería su error de atacarlo, lo reconocería ser el Hijo de Dios hecho hombre, pero el orgullo y la soberbia cegaron su corazón, en ese momento reconsidero sus actos; en ello veamos la palabra y la voz de Dios que es profunda y penetrante, la respuesta de Jesús la sabia el doctor, pero escuchar a Jesús le hizo ver lo que no había visto, así en nosotros, muchas veces ante la adversidad que se vive, se repasa el problema, el entendimiento nos lleva de uno a otro hecho hasta llegar al punto causante de nuestra tragedia y nos quedamos con ella, el Señor nos ha hablado.
Jesús dio a conocer el principal y primero de los mandamientos, que comprende los deberes de todo ser humano para con Dios su Creador, el amor a Dios nos pide que sea sobre todos los amores y prevalezca en toda actividad.

De este Mandamiento dice San Juan Crisóstomo;…”La lealtad para con Dios y con nuestra conciencia reclama que miremos en un mismo nivel todo mandato que con claridad se imponga a nuestra voluntad, porque todos ellos son una manifestación y promulgación de la voluntad de Dios, hecha a nuestro espíritu por nuestra propia conciencia”…Bueno es meditar la enseñanza del Doctor de la Iglesia conocido como “Boca de oro” por su elocuencia, razonando su máxima, encontremos algo que anidemos en el alma para servir a Dios en este tiempo, en que el paganismo ha inundado nuestro mundo, donde los ídolos no son como los de los antepasados de piedra, los ídolos de hoy es el dinero, el placer, la prostitución, la perversidad, la drogadicción, los vicios, el poder, la riqueza, la avaricia, codicia y la obsesión de bienes materiales, estos ídolos tienen preso el corazón y el alma de la humanidad, el mal esta en cada rincón del mundo, no es exageración, basta repasar los hechos de todos los días.

Continuando con Jesús, al exponer el primer mandamiento hizo una pausa y asevero;…”Este es el mayor mandamiento”…Luego continuo;…” El segundo le es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”…Recordó Jesús al prójimo, a ese prójimo del que todos hablan a escondidas, al que engañan, roban y chantajean, se menosprecia, se humilla por gusto y es motivo de burla, movidos por la soberbia y maldad se golpea a Jesús, quien pide por ese prójimo que somos todos, mas el que abusa debe considerar el mandato divino que pide por el prójimo, al que se debe servir como a así mismo y viendo en el a Dios mismo, por lo tanto, cuando se le degrada, avergüenza y denigra, se ofende a Dios, por ello debemos poner atención a Jesús;…”Alejaos de Mí, malditos, al fuego eterno: preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me distéis de comer; tuve sed, y no me distéis de beber”….Continua Jesús;…” De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas”…Se parecen estos dos mandamientos, porque una misma es la caridad con que se ama y sirve a Dios y al semejante, es a imagen de Dios y ambos amores tienen idéntica finalidad: Dios. Quede en el pensamiento: el mayor y principal mandamiento es amar a Dios y al prójimo.
hefelira@yahoo.com

 

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