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Monstruos del río

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ACERCAMIENTO de la boca de un catán de más de dos metros de largo y 90 kilos de peso, capturado hace dos meses.
Catanes de más de dos metros, bagres de 30 kilos, carpas depredadoras, castores...
domingo, 25 de septiembre de 2016
Por: Jesús Rivera
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Son algunas de las especies que habitan en las márgenes del río, y llegan a alcanzar gran tamaño debido a la variedad de alimento que encuentran en ese hábitat.
Tal vez esa sea la causa de que la población se mantenga estable a pesar de la pesca indiscriminada que se practica en esta región.
El catán o pejelagarto (Lepisosteus osseus), en particular, es una especie endémica que habita en los ríos de corriente tranquila, como el Bravo.
Se le considera un fósil viviente, ya que apareció en el período Cretáceo, poco antes de la desaparición de los dinosaurios.
Quienes se dedican a pescarlo para consumir su carne blanca y firme, generalmente utilizan atarraya o anzuelos.

Una vez capturados, por lo general se les mata con fuertes golpes en la cabeza. Es común encontrar chicharrones de catán en la mayoría de las pescaderías de la localidad gracias a la fuerte demanda que tiene su carne blanca y firme.
No es un animal en peligro de extinción y la PROFEPA considera que se le puede pescar y comer sin restricción alguna.
No obstante, hay personas con mentalidad conservacionista, que gustan más de la emoción de la pesca deportiva y que a final de cuentas, deciden que es mejor que el pez siga viviendo en su hábitat natural.
El ingeniero agrónomo Roque Cantú Baldazo, propietario de la Quinta Don Roque, localizada a orillas del río Bravo, está consciente del delicado equilibrio de ese ecosistema.
Sabe que si el catán desaparece, otras especies se multiplicarán sin control y que en un corto o mediano plazo habrá un impacto ambiental importante.
PESOS PESADOS
Roque Cantú lanza el anzuelo con una lisa entera como carnada para alguno de los catanes que rondan en ese tramo del río y después se sienta a esperar.
Por espacio de media hora no pica un solo pez, pero aprovecha para narrar lo que hacen desde hace varios años en la quinta de su familia como una forma de preservar la población de catanes.
"Aparte de buscar la diversión en la captura del catán, tratamos de tener más tiempo, poder capturarlo, que nuestros hijos o quienes vengan puedan seguir capturándolo.

Tratamos de no lastimarlo al hacer una pesca deportiva. Capturarlo y regresarlo al agua", dijo.
-¿Cómo lo capturan?
-Con caña.

Usamos una carnada que hemos encontrado que es apetecible para él con la cual batallamos menos que con otro tipo de carnada.

Lanzamos al agua la carnada y esperamos que el catán muerda. Y tratamos de capturarlo de la punta del hocico antes de que lo trague y poder liberarlo sin lastimarlo.

Hemos encontrado que el catán es territorial. Aquí, en el río Bravo siempre ha existido mucho catán, pero hay personas que tienen miedo agarrarlo para quitarle los anzuelos y liberarlo.

Entonces, lo primero que hacen es sacrificarlo por el miedo de que los muerda. Ahorita estamos tratando de enseñar a los jóvenes que les gusta la pesca, para que realmente se haga deportiva y con la finalidad de que trascienda esto y seguir practicando el deporte que a cada quien le gusta.
De alguna manera, en el tiempo que tiene practicando esa actividad, Cantú Baldazo ha podido identificar a los catanes que pescan mediante alguna seña particular.
"Nosotros tenemos alrededor de cinco años marcándolos, no con etiquetas, sino con otro sistema de marcaje, en el cual llevamos más o menos un registro de esta área, de los que capturamos.

El récord que tenemos de esta área nosotros mismos, es de un catán de 2 metros con 25 centímetros, que tenía ya una marca que le colocó mi hijo cuando lo capturó hace cuatro años.

Eso para mí es muy satisfactorio. Hemos tenido capturas de hasta cuatro o cinco veces el mismo catán, en diferente tiempo", subrayó.
El ejemplar de 2.25 metros capturado hace poco más de un mes, medía alrededor de 1.60 centímetros en la primera captura, lo que significa que en este hábitat, la tasa de crecimiento es de unos 15 centímetros al año.
A mediados de Julio pasado, dos jóvenes lograron sacar del río, en un recodo más hacia el poniente, un catán de poco más de dos metros de largo y unos 90 kilos de peso.
Cantú aseguró que los animales crecen de ese tamaño porque tienen mucha comida a su disposición, pero además, destacó que las hembras tienen un tamaño mayor que los machos.
"Hemos ido aprendiendo, hemos estado teniendo contacto con algunos biólogos que tuvieron reproducción de catanes en estanques.

Nos han ayudado con sus conocimientos. Todavía nos falta mucho, pero estamos aprendiendo con la práctica y en el lugar en que estamos, en el río Bravo, aquí en Reynosa", reveló.
-Se puede hacer una política de conservación de esta especie, ¿no?
-Claro.

Sería formidable. Una de las intenciones mías es traer pescadores deportivos, de los que tienen programas de pesca en la televisión.

Ya estamos en pláticas con ellos para hacer un torneo en el río con la finalidad primero de que esta gente experta en la pesca nos instruya, nos dé pláticas y que cada vez más gente trate de practicar la pesca deportiva.

Claro que es difícil porque la carne de catán es muy sabrosa, pero entre más grande el animal, pues fue muy difícil que llegara a ese tamaño.

Podemos consumir los más pequeños sin necesidad de irlo a comprar a una pescadería, pero ver cuál es el tamaño que más hay.
Esquematizó esa idea mediante una pirámide invertida, donde la mayor cantidad de pejelagartos que hay en un hábitat son los de menor tamaño, luego una menor cantidad de tamaño más grande y así, sucesivamente, hasta llegar a los verdaderos gigantes, de más de dos metros de largo, como el ejemplar que lograron capturar hace un mes.
Mencionó que existe incluso un Récord Guinness precisamente en el río Bravo, a la altura de Díaz Ordaz, donde unos pescadores lograron pescar un ejemplar de cuatro metros.
"Sabemos que el catán llega a crecer mucho y podemos pensar que un catán de cuatro metros sería el único en los últimos 50 años", apuntó Cantú Baldazo.
Al igual que el famoso programa de pesca conservacionista "Monstruos de Río", en la corriente del Bravo subsisten otras especies de gran tamaño.
"Hay una especie introducida hace muchos años que los pescadores de río le llaman "bobo".

Es una carpa asiática que es herbívora. Normalmente la vemos en la orilla del río comiendo carrizo. Sale a comer carrizo y a veces cuando no hay suficiente carrizo sale a comer el pastito de las orillas.

Esa carpa, en las presas de aquí, de la región, en Nueva Ciudad Guerrero o en la Marte R. Gómez llega a pesar 30 ó 40 kilos.

A esa carpa la introdujeron con la finalidad de que no crezca la hierba y siempre haya mayor circulación de agua para la agricultura.

Fue introducida de esa manera, pero ha crecido mucho. Fue traida hace más de cincuenta años, con la construcción de las presas", dijo.
El "pintontle", un bagre que también alcanza un tamaño respetable, también es endémico de la región.
-¿Qué tan grande puede crecer?
-También hay de 40 ó 50 kilos.

Normalmente vemos de 20 ó 30 kilos, pero llegan a pesar más, y llegan a medir hasta un metro y medio. Aquí tenemos bagre de canal y bagre gris, y un híbrido que es cruza de ellos.
Hemos tenido oportunidad que vengan investigadores del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad del Mar de Tamaulipas, que está en La Pesca.

Tengo contacto con ellos y hacen unos estudios donde ponen esas trampas que ves allá, capturan y sexean, es decir, clasifican por hembras y machos, le quitan una pequeña muestra de la aleta, las analizan y ellos me dicen que en el bagre gris y el de canal hay una similitud genética, que quiere decir que están muy a gusto en esta área porque todo lo que han analizado traen casi lo mismo.

Quiere decir que vienen de la misma línea genética. Muchos de ellos no se van, se quedan para reproducirse, lo que significa que les gusta el lugar y hay condiciones para hacerlo.
-¿El catán no se come a estas especies también?
-Claro, es el rey de la selva.

El come carpa, come bagre, come mojarra, tilapia, lobina y las otras especies que están invadiendo las aguas del río y de las presas. Pero no es un depredador... come de todo, muerto y vivo.

Pero no come mucho, es algo similar al caimán, que come lo que necesita y descansa. Por eso muchas personas lo cazan con arco donde está reposando en las orillas o en un lugar donde está inmóvil, pero es porque no necesita..., nada más comió y lo que necesitaba de energía lo aprovecha.

No lo podemos considerar como un depredador de otro tipo de peces. Algunos pescadores deportivos de lobina que hacen torneos, en un tiempo lo consideraron de esa manera y se dieron cuenta que estaban equivocados, que estaban acabando con el catán.

Se dieron cuenta que no era el depredador que acababa con los huevos de la lobina, sino que había otro tipo de peces que también son depredadores.
Durante una hora estuvimos esperando que el catán "picara" el anzuelo con la lobina de carnada, pero no hubo suerte.
Tal vez es verdad lo que dicen los pescadores expertos: Que es de acuerdo con las fases lunares, debido a la diferencia de presión, que la actividad de los peces es mucho mayor y pueden ser capturados con mayor facilidad.
Roque Cantú comentó que tiene la esperanza de que finalmente se logre establecer una política de protección de especies como el catán y otros peces gigantes que crecen en las márgenes del río, a fin de mantener inalterado el equilibrio de este ecosistema.

 

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