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Mismos encargados de la venta de comida en planteles, señalan que los propios niños por complacencia de sus padres, siguen prefiriendo para almorzar una rebanada de pizza, hamburguesa o un burrito de harina, mientras las bebidas más solicitadas son los refrescos y jugos de sabor azucarados.
Las sabritas y golosinas, forman parte de la mala alimentación de los estudiantes que a largo plazo podrían ser víctimas de la obesidad y sobrepeso, pero lo más grave, recae en la posibilidad de padecer males crónico-degenerativos, como la diabetes infantil, esta enfermedad está ganando terreno a pasos agigantados mientras la misma población muestra apatía al respecto.
Responsables de cooperativas señalan que las autoridades sanitarias hace algunos años realizaban exhortos, pero últimamente se ha desatendido el tema: “nosotros vendemos de todo porque a eso nos dedicamos, los niños compran alimentos poco nutritivos porque sus mismos padres los dejan, además ellos le sacan la vuelta a las frutas y las verduras, cuando intentamos ofrecer un menú saludable, simplemente fracasamos” expusieron.
Por otro lado, expertos en nutriología señalan que aunque ayuda a sudar y quemar grasa, el ejercicio que se realiza mediante la clase de educación física, es insuficiente para lograr reducir las elevadas estadísticas de enfermos con obesidad y sobrepeso, debido a que lo principal es tener una alimentación balanceada y libre de comida nociva para los educandos.