Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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LA MALA VIRTUD DEL AUTOSUFRIMIENTO

domingo, 26 de febrero de 2017
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Hace unos días escuchaba (de voz y palabras de un buen amigo), las interpretaciones de una reunión nacional y reciente plática sobre el PRI, proveniente de su máximo dirigente, y relativa a conceptos y actitudes asumidas por los propios priistas y posteriormente publicadas y comentadas aunque parcialmente, por los medios nacionales.
Se dijo en este diálogo con líderes estatales y cuadros políticos nacionales, que era tiempo de cambiar de actitud personal, de grupo y de militancia en este partido.

Que era tiempo de dejar a un lado y no dar crédito absoluto a dichos y decires, acerca de la defenestración electoral del PRI como partido y gobierno en funciones, que todos éstos, no son ciertos ni en su concepto y menos en sus razones político-electorales reales.
Mentira que la pérdida de estados importantes en la elección de junio pasado (entre ellos Tamaulipas), signifique la derrota del PRI en el mismo mes del próximo 2018.

Nadie quiere, ni a ninguno de los priistas, por afiliación, adhesión, simpatía o interés le conviene perder ahora o haber perdido antes o recientemente.


Podría usted decir, amigo lector, ¿qué otra cosa apuntaría un líder político, acerca de su partido; acerca de la intolerancia asumida por la difusión insidiosa y vengativa, por los escándalos mediáticos de corrupción -algunos no comprobados-, que navegan más en la duda y la incidía que en la verdad jurídica, pero sí bien aprovechados y magnificados por quienes son opositores electorales, u otros más, afectados en sus privilegios personales y patrimonio, por el paquete de reformas constitucionales y otras medidas gubernamentales, también impostergables para el buen funcionamiento nacional.
Ciertamente todas ellas inaplazables (reformas y decisiones), consensadas y exigidas por la necesidad de progreso nacional y la fuerza irrefrenable del tiempo, además, y así hay que decirlo, mal difundidas socialmente por sus autores y promotores, que con su incapacidad dieron ventaja política a intereses dolidos y oportunistas electorales.

Todo ello, sumado en una misma condición, humana y perversa a la vez, imposible de omitir, evitar o desestimar, misma que lamentablemente, al final del día han dado al traste con lo que pudo haber sido una actitud nacional positiva y promisoria.
Todo esto se entiende, mas no se acepta, finalmente la política es la lucha por el poder, a través de la negociación, así se dice, y no de la violencia, aunque algunas veces los procesos democráticos son más hirientes y dañinos que la sangre de una revolución armada.

El problema es que ahora, en el día a día nacional mexicano e internacional, a decir de algunos o de muchos, nos acecha el fantasma de la discontinuidad programática e ideológica de la globalidad.
Veamos, para ejemplificar y ser concretos, amigo lector: la social democracia en riesgo, los mercados abiertos amenazados, la interacción económica condicionada y la movilidad social interrumpida y satanizada por prejuicios de élite y xenofóbicos.

Migración por ejemplo, condición humana histórica y ancestral, justa e inevitable, solución única para superar la desigualdad social y el acceso a una vida mejor.

Problema (la desigualdad), que ninguna ideología política, práctica o teórica ha sido capaz de eliminar.
Bien comenta Jesús Silva Herzog Márquez, estimado lector, para no hacer discordancia con el título y el fin de estas colaboraciones, en su más reciente publicación en la revista Nexos, refiriéndose a Jean Jacques Rousseau, filósofo suizo, quien vivió entre 1712 y 1778 en diversas partes de Europa, y precursor, bien sea dicho, de lo que en años posteriores vino a ser la Revolución Francesa, origen y sentido político de todo lo que en Occidente por lo menos, somos y queremos ser.
Rousseau (cito textual): "Envidió la gloria de los mártires.

Por eso hizo arte de la queja, por eso fue un exhibicionista del sufrimiento. Ostentó el sufrimiento como el rico presume sus joyas. Más que sumergirse en sus sufrimientos lloraba la incomprensión, la malevolencia de los otros."
Así me parece que es, en mucho, la actitud ‘russoniana' de los mexicanos; hemos hecho a lo largo de nuestra historia y génesis de nuestro ser nacional, un arte de la queja y el reclamo vano e insustancial, de la incapacidad y la conveniencia de ser un todo, positivo y visionario popularmente, ajeno a lo que nos dicen, y dicen de nosotros sin razón y por maldad, nuestros enemigos.
Este mal ser connacional, lo ha visto y bien aprovechado el sujeto que gobierna la nación del Norte, con un par o una triada de ‘tuits' al día pone de cabeza al mundo entero, altera el bienestar de naciones enteras y perturba los mercados.

Impone condiciones y somete voluntades a su libre albedrío. A los mexicanos y a México insulta, amenaza y culpa de los males propios y de su nación, nos toma como rehenes faltos de condición nacional, para mostrarle al mundo lo que puede hacer con quienes se opongan a su demente voluntad, con quienes osen escapar al temor que se regocija en imponer ante débiles e indecisos.
Creo, por el medroso actuar gubernamental mexicano, que en mucho o por lo menos en algo nos parecemos a la condición personal, y que me disculpen los russonianos de hoy y ayer, que asumió en toda su vida y obra el filósofo suizo, reconocido, cierta y universalmente.

Pero también creo, por lo que me comentan quienes escucharon al líder nacional del PRI, que en buena parte tiene razón, al dirigirse a las cabezas estatales de su partido, y decirles: les hace falta y mucho a todos ustedes, salir del lamento y la lágrima eterna, de lo que se pronostica electoralmente para el PRI, en el país o en los estados (incluido Tamaulipas).
Precisan (pienso yo), los priistas y todos los partidos, con urgencia, que afloren los auténticos liderazgos, los que convocan a la unidad y el éxito como razón de ésta, muévanse, hagan los cambios y reestructuren la organización de sus bases sociales, digo yo, ¡por amor de dios! Ocho meses han pasado desde que se perdió Tamaulipas y no reaccionan, no trazan camino ni hacen nueva vereda hacia el futuro.

Hagan algo directivos, seguidores, ideológicos y simpatizantes. En política, como en muchas otras actividades básicas del ser humano, lo único que no es recuperable es el tiempo.
Vayan con sigilo e interés partidista al encuentro de la gente, abanderen causas sociales y económicas justas y conviértanlas en organización social y acción política.

Acérquense al pueblo, que mucho los necesita, y aléjense de dudas y temores infundados. No se entreguen, México y Tamaulipas precisan de contrapesos para gobernar y avanzar; dejen de navegar en la fatalidad.
Tiene el PRI, como bien dice su dirigencia nacional, cuadros políticos y técnicos valiosos, formados y preparados para la acción, volteen a mirarlos y quiten de enfrente a los oportunistas de papel, que también los hay, y aparecen ante la ocasión del vacío.

Bien dice la antigua conseja mexicana: "Poco hace el que no intenta, y nada hace el que teme y rehúye la acción."
GRACIAS POR SU TIEMPO... Y PERDÓN POR EXCEDERME EN EL ESPACIO.


¿Sabía Usted?
Mr. Kuinkelly

El chicle o goma de mascar, proviene de la resina del árbol del chicozapote, después se mezcla con parafina refinada y se le agrega saborizante y colorante, así como conservadores.

Estos árboles abundan en la selva del Gran Petén, que comprende los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, hasta los países de Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua.

Los habitantes mayas que se dedican a esta actividad, llamados chicleros, deben escalar hasta 30 metros para extraer esta resina natural o látex arbóreo de características muy especiales y que denominan ‘tzicli' o ‘chicza'.
Los chicleros hacen cortes verticales en el árbol para que baje poco a poco la resina y se recolecta en un recipiente en la base del árbol.

Una vez obtenido este líquido lechoso, se separa del resto de los líquidos vegetales. Después se derrite y purifica en un tanque giratorio.

Se deja enfriar y se revuelve en una mezcladora para que quede suave. Una vez que esta lo suficientemente blanda, se le agregan varios ingredientes: suavizantes, endulzantes, colorantes, esencias, jarabe de maíz (fija el sabor de las esencias), etcétera.


Cuenta la historia que en la segunda mitad del siglo XIX, un norteamericano de nombre James Adams, luego de observar que el ex presidente mexicano Santa Anna mascaba pequeños trozos de chicle, tuvo la idea de lanzar al mercado norteamericano pedacitos de chicle con saborizantes y azúcar.

El éxito fue inmediato, logrando lanzar una reconocida marca de chicles que se posicionó en los mercados del mundo.
Hoy en día la explotación de esta golosina sigue en existencia y creciendo gracias a la dedicación de alrededor de 54 ejidos de Campeche y Quintana Roo que exportan grandes cantidades de esta golosina a países como Japón, Italia, Corea y Singapur.

¡Si no lo sabía... créalo porque es cierto!

 

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