Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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Ecocidio en marcha

domingo, 2 de abril de 2017
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Déjeme, amigo lector, platicarle en corto algo sustantivo sobre la más reciente locura del presidente, que se siente emperador, de Estados Unidos de América.

Se trata de una acción o acuerdo ejecutivo en el que se desdice de las recientes voluntades del gobierno federal de ese país, para reducir las emisiones de carbono a la atmósfera del planeta Tierra.
En el más reciente pasado, durante la reunión de París, los gobiernos de los países que emiten la mayor cantidad de contaminantes a la atmósfera, acordaron un plan para emitir regulaciones que garanticen la baja de tales emisiones, en un horizonte de treinta años, es decir del presente 2017 al próximo 2050.
Tal acuerdo causó un inusitado regocijo en todo el mundo, las mejores y más esperanzadoras opiniones sobre el futuro próximo del planeta se cuajaron en todos los sectores, oficiales privados y a nivel popular.

Al fin las intenciones del llamado Acuerdo de Tokio sobre el clima y el cambio climático, habían encontrado acogida en el gobierno del que podían respirar y pensar en la posibilidad real de salvar al planeta de la codicia del dinero.
Poco o casi nada (menos de un año), duró la esperanza de vida humana, animal y vegetal en este planeta que es a la sazón, la casa y el hogar de siete mil quinientos millones de personas.

El actual mandatario del país que produce la mayor cantidad de contaminación atmosférica en el mundo actual (Estados Unidos de América), mediante una orden ejecutiva (decreto), rompió el acuerdo global y con esto, se auto-proclamó enemigo de la supervivencia de la raza humana.
El eje argumental de tal medida, gira en torno de hacer creer que el cambio climático es una falacia, que los desastres naturales son consustanciales a la vida de nuestro orbe, que con y sin medidas anticlimáticas, éstos seguirían sucediendo y atacando la biodiversidad natural.

Como todo argumento y falsa discusión, el posicionamiento encierra un mínimo de verdad, efectivamente, los fenómenos naturales y sus consecuencias y trascendencia en la vida del planeta, seguirán sucediendo.
La diferencia científica y comprobada, es que tales eventos catastróficos ciertamente que seguirán presentándose, como históricamente ha sucedido, pero cada vez y año con mayor intensidad, frecuencia y baja predictibilidad, hasta alcanzar magnitudes insospechadas en el plazo de 35 años.

En este espacio de tiempo, los fenómenos de deshielo en los polos, sequías, inundaciones e incremento de los niveles del mar, aumentarán de tal manera que la concentración humana en las costas continentales del planeta, sufrirán consecuencias atroces y de alta letalidad.
Déjeme comentarle, amigo lector, el sentido siniestro de la entrevista televisiva y de prensa, realizada por la cadena CNN, en días pasados al Dr. Mario Molina, Premio Nobel de Química, mexicano y uno de los líderes más respetados, acreditados y representativos de la comunidad científica de Estados Unidos, América, Europa y en general, del mundo entero.
Denunció el Dr. Molina durante la entrevista (cuya repetición, puede usted ver y escuchar en la página de internet de la mencionada televisora), lo peligroso e irresponsable que resulta el acuerdo emitido, con gran cinismo, por el emperador del Norte de América, calificándolo de: “CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD”, lo dijo una y otra vez, con la voz y comportamiento responsable que caracteriza y ha caracterizado siempre a los científicos.
El desatino del rubio ejecutivo, ha despertado la inconformidad de la comunidad científica mundial, y la sorpresa de los gobiernos y economías más desarrolladas de Occidente.

Por su parte, los observadores y analistas de las políticas públicas de este tema tratan de encontrar el fondo de tan grave posicionamiento. Colocando la decisión de marras, en línea con la infinidad de propuestas y líneas discursivas, dichas y difundidas en campaña por el actual presidente de la Unión Americana.
Quitar cuantiosos recursos presupuestales a la salud, para agregarlos al reequipamiento y modernización electrónica y digital de las fuerzas armadas.

Cobrar más impuestos a las clases medias productivas y a la población pobre. Combatir los benéficos acuerdos contra el cambio climático, para regresar al territorio norteamericano a las empresas que por ser altamente contaminantes emigraron a China, India y demás países con niveles de regulación ambiental poco rigurosos.
Replantear los acuerdos comerciales de libre mercado, ya suscritos con México, la Unión Europea, Japón, China, y los demás tigres asiáticos.

Reventar, como ya lo ha hecho, el TPP, e imponer aranceles a las importaciones de mercancías, productos, servicios y bienes que ingresen a Estados Unidos, a fin de compensar la caída de ingresos fiscales, por la baja impositiva a las corporaciones y personas físicas de altos y máximos ingresos.

Y por último, la liberación del sector financiero.
El plan estratégico imperial está claro, el mundo de los negocios y las finanzas oscuras y retorcidas, están de nueva cuenta en la Casa Blanca, con lo que inicia un largo periodo de desregulación y mínima vigilancia al empresariado y sus corporaciones financieras.

Hasta que se vuelva a presentar el apropiamiento de inmensas cantidades de dólares, y caiga otra vez Occidente, en una crisis financiera igual o peor que la de 2008, de la que ciertamente los países en desarrollo no hemos aún salido.
No hay duda, la historia vuelve a repetirse.
GRACIAS POR SU TIEMPO.




¿Sabía usted?
Mr. Kuinkelly
Cuando el hombre quiso tomarle la medida al tiempo inventó el reloj, instrumento dotado de movimiento para medir el tiempo natural (días, años, fases lunares), en unidades convencionales (horas, minutos y segundos).

Así, se han inventado una serie de tipos de relojes, que van desde el de solar, el más antiguo, consiste en medir el paso de la sombra que hace un gnomon (regleta) sobre una superficie marcada con la posición del sol a lo largo del día.

Sólo que éste no podía medir el tiempo cuando era de noche o no había sol.
Luego se inventó el reloj de agua o clepsidra, que indica la hora durante la noche al vaciarse o llenarse el agua de un contenedor.

El reloj de arena, se compone de dos ampolletas unidas por el cuello, y mide el tiempo por medio de la arena que va cayendo de una a otra. El de cuarzo o electrónico, aprovecha la poca variación que tiene con la temperatura esta piedra, o bien la atracción y repulsión eléctrica.
El reloj de péndulo, acciona las manecillas mediante la oscilación.

El de pulsera, se usa en la muñeca de la mano. Despertador, provisto de un aparato sonoro para indicar una hora específica. Asimismo, el reloj interno se utiliza que ubicado al interior de una computadora y que además de proporcionar la hora, sincroniza todas las operaciones que la computadora realiza.
¡Si no lo sabía… créalo porque es cierto!

 

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