Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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CUANDO LOS GRINGOS DEJAN DE SER AMIGOS

domingo, 9 de abril de 2017
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Es el título de un ensayo (mismo que yo utilizo hoy para titular esta colaboración), publicado por Víctor Hugo Michel, periodista de asuntos especiales de la cadena Milenio, y articulista de la revista Nexos, referente a la trivialidad de la política estadounidense, y cómo esa frivolidad se convierte en un eje central entorno al que gira el ir y venir de las relaciones internacionales, la paz mundial, el orden político, las finanzas y la economía global en los países de Occidente y que sufren a la vez, muy particularmente las naciones de Iberoamérica.

Le comento esto, amigo lector, porque es algo que sin duda es cierto, no tan solo por tratarse de un hecho ‘sine qua non', que bien relata la historia pasada y reciente, sino porque es algo que todos vemos y padecemos en el día a día, es decir, es algo que nos afecta en todo y para todo.

Recuerda el periodista Michel, y así empieza su ensayo, que el 13 de marzo de 2011, viaja a la ciudad de Washington el presidente Felipe Calderón, para pedir que sea retirado de la embajada Norteamericana en México, su entonces titular, Carlos Pascual.
La razón: sus negativos e infundados informes acerca de los quehaceres del ejército mexicano, en su lucha contra la violencia delictiva en algunas regiones del país.

Tan duro fue el reclamo del señor Calderón, que el presidente Obama y la secretaria de Estado Clinton tuvieron que ceder y sacar a Pascual de la embajada en México, no pudieron sostenerlo bajo ningún argumento.

El señor Pascual estaba, con sus informes, desacreditando algo en lo que México estaba y sigue poniendo especial interés.
El origen del incidente fueron los cables diplomáticos dados a conocer por Wikileaks, mismos que eran inaceptables por supuesto.

Tres semanas transcurrieron solamente para que se diera la destitución de Carlos Pascual. Desde ese momento, señala el periodista Víctor Hugo Michel, las relaciones bilaterales entre ambos países regresaron a su estado natural, de desconfianza, suspicacia y entredichos.

El incidente dolió tanto que recrudeció y trajo al presente el enorme basamento histórico de aversión mexicana contra Estados Unidos.


Asegura el articulista de la revista Nexos, que según investigaciones, en México operan un sin número de agencias de inteligencia y contrainteligencia del gobierno federal norteamericano, como consecuencia de la apertura y exceso de confianza desplegada por el presidente Calderón, quien en tiempos posteriores se sintió, por esto mismo, desilusionado y hasta traicionado, además de arrepentido en cierto modo, de haber confiado tanto, en la supuesta buena vecindad con el país del norte.
Incluye el periodista Michel en su artículo, que hoy le platico amigo lector, un testimonio verbalizado de Guillermo Valdés Castellanos, ex director del CISEN mexicano en tiempos del presidente Calderón, mismo que abunda en argumentos referentes a que la relación del gobierno mexicano con las agencias de inteligencia norteamericanas, será en el corto plazo, el tema de mayor dificultad entre ambas naciones, advirtiéndose un muy cercano punto de quiebre que seguramente regresará la relación bilateral, al estado que guardaba en las décadas de los años cincuenta y sesenta.


Tiempos aquellos, de los nacionalismos exacerbados, el viraje de México hacia las izquierdas y la preservación de las economías proteccionistas, y por supuesto, de todo el anárquico bagaje ideológico que muchos suponíamos superado y dejado en el pasado contencioso de México y Estados Unidos.

Sin embargo, y para peor mal, la era Trump, contribuye a este mal propósito, con su despotismo antimexicano, al encaminar las relaciones cordiales de asociación y amistad conseguidas de un tiempo atrás y hasta ahora, entre México y Estados Unidos, hacia el desfiladero del retroceso, la desconfianza y el conflicto.
En contradicho a lo aquí comentado, al parecer, amigo lector, los contrapesos del sistema político de la Unión Americana, es decir la fortaleza de las instituciones gubernamentales y los intereses empresariales que fundamentan un modelo de desarrollo económico y social bien consolidado, están funcionando y haciendo su trabajo de equilibrio.

Mismo que finalmente habrá de llevar al presidente Trump, a entender que una cosa es lo que él quiere o prometió hacer y otra diferente o muy distinta, la que el statu quo le permita hacer.


Al parecer, y esto podría ser la pérdida neta del asunto en comento, se pierde la idea que animó hasta ahora a muchos mexicanos de buena intención y sano interés comercial y social, de que por fin, estaba por cuajar la primera generación de jóvenes mexicanos nacida y formada en el concierto México-americano. Veremos pronto si esto es cierto.
GRACIAS POR SU TIEMPO.


¿Sabía Usted?
Mr. Kuinkelly
En tiempos recientes, hablar de ‘energía eólica' se ha vuelto común, pues bien, la palabra ‘eólico' deriva del latín ‘aeolicus', que pertenece o que se relaciona con Eolo, dios de los vientos en la mitología griega, así que ‘energía eólica' es aquella que se produce por el viento, o sea la que se genera por efecto de las corrientes de aire, la cual se transforma en energía útil para las actividades humanas.


Del nombre de este dios griego, derivan también los nombres de las islas Eolias o Eólicas (archipiélago en el mar Tirreno, cerca de Sicilia, Italia), a quien Zeus dio el poder de controlar los vientos, y los dioses le pedían ayuda, como lo hizo Hera, para impedir que Eneas desembarcara en Troya.

A Odiseo lo ayudó a navegar en su retorno a Ítaca con un "viento favorable" y entregándole una bolsa que contenía todos los vientos, los que debían ser usados con cuidado, pero la tripulación, curiosa, abrió la bolsa pensando fuese oro, provocando grandes tempestades, debiendo volver a las costas de Eolia, donde el dios se negó a volverlos a ayudar.


Además, hay otros cuatro dioses del viento, uno por punto cardenal, que seguramente usted, amigo lector, alguna vez ha visto ilustrados como una cara de perfil soplando hacia el horizonte: Bóreas, del norte (fuerte y barbudo); Noto, del sur (traía aire caliente); Euro, viento del este (lluvia y calor), y Céfiro, del oeste (protege las flores y las plantas).
Si no lo sabía... ¡créalo porque es cierto!

 

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