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Breves de espectáculos

Pedro Infante cantó en cantinas, ahora se oye en la nube de Internet
sábado, 15 de abril de 2017
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CIUDAD DE MÉXICO, abril 15 (EL UNIVERSAL).- La Época de Oro del cine mexicano (1936-1959) se distinguía, entre otras cosas, porque sus actores además de actuar, y en algunos casos dirigir, también le hacían a la cantada.

Pedro Infante no era la excepción, de hecho la razón por la que llegó a la ciudad fue porque, cuando era muy joven, comenzó a cantar temas vernáculos en bares y cantinas por unos centavos, en su natal Guamúchil.
Una vez que se casó, su entonces esposa María Luisa León Rosas lo exhortó a buscar suerte en la ciudad y lo demás ya es por todos conocido: fama, mujeres, dinero, éxito... todo.
De eso, algo que ha logrado subsistir es el legado musical.

Las jugosas ganancias que año con año se multiplican no sólo se dividen entre sus hijos, también entre las disqueras (como Warner Music, que adquirió los derechos de la disquera Peerles), que no quieren perder la mina de oro que se llama Pedro Infante.

Esta adquisición en la disquera hace que hoy no haya un registro de cuántos discos ha vendido, puesto que hay un vacío de cinco años.
Aunque Warner tiene derechos por regalías de música, la familia Infante Torrentera registró el nombre y figura como marca.

Por ley, toda la venta de derechos de autor o uso de marca no pueden hacerse por más de 15 años.

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Huezo buscará en documental al viento que se lleva a la infancia
CIUDAD DE MÉXICO, abril 15 (EL UNIVERSAL).- En el Eco, pueblo de apenas 15 casas y una calle principal, dicen que debe hablarse con cuidado, pues el viento se lleva las palabras para repetirlas en otro lugar.
Ubicado en el municipio de Chignahuapan, Puebla, cerca de la sierra, cuenta con una decena de niños que diariamente son preparados para ser pastores.

Junto con otros, procedentes de poblados cercanos, asisten a la escuela compuesta por un único cuarto al que asisten en edad preescolar y hasta cuarto año de primaria.
“Ahí voy a hacer la siguiente película, es un pueblo en medio de la nada, donde crecen niños que son pastores, crían borregos, matan víboras”, dice la realizadora Tatiana Huezo en entrevista.
“Llegué ahí por el nombre y buscando niños, el fondo es que quiero hablar de lo que significa crecer, la pérdida de la infancia, de qué queda atrás en nuestras vidas, la de todos”, señala.
Huezo, nacida en San Salvador, es directora del corto “Ausencias”, ganador del premio Ariel y “El lugar más pequeño”, triunfador en certámenes como Mar de Plata y el evento Fénix, a lo mejor del cine iberoamericano.

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Proyecto de cine expone el miedo visto por mujeres directoras
CIUDAD DE MÉXICO, abril 15 (EL UNIVERSAL).- La primera vez que supo del proyecto fue en 2013, cuando el productor Todd Brown la invitó a subirse a un proyecto de género con puras mujeres atrás de las cámaras.

Sofía Carrillo, ganadora del Ariel por la animación “Prita noire” y nominada al mismo por “La casa triste” y “Fuera de control”, no lo pensó mucho y aceptó.
Quien había escrito ese mail tenía tras de sí en su filmografía “Los cronocrímenes” y las antologías del terror “ABC of death”, ambos proyectos considerados de culto.
“Querían que hiciera las animaciones entra cada una de las cuatro historias que iban a contarse, fui de las primeras personas en llegar”, cuenta vía telefónica la cineasta.

El proyecto para el cual había sido llamada, “XX: Pasión por el horror” se estrena este jueves en salas nacionales.
Roxanne Benjamin (“VHS”), Karyn Kusama (“Diabólica tentación”), St Vincent (compositora en Crepúsculo) y la canadiense Jovanka Vuckovic son las directoras; el trabajo de Sofía fue servir como enganche entre las historias de cada una de ellas, en donde el miedo es el elemento principal.
“Es una animación stop motion tradicional (foto por foto) y es una niña que está implicada buscando cosas, era como ir jugando con estas historias de ficción que se ven”, explica.

El Universal

 

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