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A largo plazo, está comprobado que la exposición solar acumulada aumenta el envejecimiento cutáneo y el riesgo de cáncer de piel, como explica la doctora Gema Márquez, especialista en Dermatología Pediátrica.
“Las primeras dos décadas de vida, durante la infancia y hasta los 20 años, es el periodo en el que más influye tanto en el envejecimiento cutáneo como en el desarrollo de cáncer de piel en la edad adulta”, asegura la doctora.
Los niños son más susceptibles que los adultos a las radiaciones ultravioletas, de ahí la importancia de tomar medidas de fotoprotección más intensas en la edad infantil y juvenil.
Los bebés, cuando nacen, no tienen el sistema de defensa de la piel completamente desarrollado y por ello las medidas de precaución ante el sol deben ser extremas.
“Hasta el primer año de edad, los bebés no deben ser expuestos al sol de forma directa. A partir de entonces, es necesario protegerles tanto con medidas físicas, gorro, gafas y ropa, como con crema solar de filtro físico, estos fotoprotectores son menos irritantes y no son sensibilizantes”.
“A partir de los tres años, se recomienda una protección total infantil además de las medidas física y evitar siempre la exposición en las horas centrales del día, de 12 a 16 horas, y reaplicar bien la crema cada dos horas.
Es necesario recordar que en los días nublados la radiación ultravioleta traspasa las nubes”, asegura la dermatóloga.
Es un tema de estar concienciados, de educación. “La protección solar de los niños es responsabilidad de los padres y son ellos quienes deben tener conciencia de los daños que le puede ocasionar a la larga una exposición solar intensa durante la etapa infantil” afirma la doctora.