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Por: Mary López/ Comunicóloga
Comprueba al preguntarte: antes de sentirme enojado, alegre, preocupado, ansioso, etcétera, ¿que fue lo que decidí, actué, accioné, que intenciones tuve?, ese es el infierno y paraíso que existe solamente en tu estado mental.
Puede ser tu paraíso tan florido y lindo, de acuerdo con tu honestidad, transparencia, responsabilidad, respeto, asertividad, empatía, amabilidad y también puede ser todo lo contrario de acuerdo con tu infierno, que lleva a sentirte culpable, inquieto, con vergüenza, ansioso, enojado y todo lo que te genere una falta de paz.
Siempre estás eligiendo de qué lado deseas estar, todo el tiempo tienes la opción de decidir y vas descubriendo que una manera de respetarte, valorarte y quererte es evitando situaciones que te mantengan cautivo en un estado mental que no es más que una charla ruidosa, violenta y en ocasiones agresiva contra ti mismo, con una duración de días, incluso años o meses sin saber el origen y desconocer el por qué te sientes o reaccionas de tal manera que no es la más favorable para ti.
Lo que pretende ese diálogo interno
Normalmente, te pide resolver, aclarar, reconocer algo que hiciste y corregir de ser necesario, hablar de frente con quien se tenga que hablar y vas comprendiendo que cuando eres honesto contigo mismo, descubres que puedes funcionar en todas las áreas tan diversas de tu vida, con una gran tranquilidad, ya que estas en armonía con la congruencia.
Lo que sientes, piensas, dices y haces, por lo tanto, eres virtuoso contigo mismo, eres una persona digna de ti. Eso te brinda la oportunidad de valorarte y aceptarte tal cual eres, y a su vez, otorgarás el valor y aceptación a los demás.
Escoges a voluntad tu paraíso, que no es más que un estado de consciencia que permite disfrutar el aquí y el ahora, el estar presente en cada acto que realices en tu día a día, incluso el comer o preparar alimentos, disfrutar el salir a caminar, cerrar los ojos al recibir el viento, sonreír, dormir.
Porque simplemente estás en paz con la persona más importante de tu vida y con la cual convives todo el tiempo: ¡Tú!
Y así vas descubriendo algo tan grande y valioso como lo puede ser el hacer siempre lo correcto para tu paraíso, aunque nadie te esté viendo.