REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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LA HUMILDAD ATRAE LA BONDAD DIVINA

..."El publicano, por su parte quedándose a la distancia, no osaba ni aún levantar los ojos, comopadecete de mí, el pecador"... (Lc 18, 13)
domingo, 13 de agosto de 2017
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San Pedro, Príncipe de los Apóstoles, la piedra sobre la que Cristo Nuestro Señor edificó su Iglesia, y como Vicario de Cristo, muestra a los siglos las alternativas que instruyen las almas a ganar la eternidad gloriándose en el Señor; ..."Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da su gloria" ... El Señor no cesa de mirar lo profundo de los corazones, conoce el límite de la fortaleza espiritual, quien renuncia al mundo y cumple su doctrina y mandamiento, ahonda comprendiendo que su fragilidad, flaqueza y miseria lo convirtió en un obstinado que se alejo de los Santos Sacramentos recibidos al ser bautizado, confirmado y al hacer la Primera Comunión, de donde debiera nacer la buena intención.

La humildad atrae la bondad divina; la soberbia es maligna, altiva, hambre de preferencia sobre los demás, se inducen a desprenderse del amor a su Creador, quedan por sí mismas desoladas del auxilio de su misericordia.

Cada persona guarda silenciosamente en sus adentros la inclinación al bien y al mal, una realidad que no se puede negar, sino solo reconocer su verdad y su existencia, la inclinación al bien ayuda a superar que aleja de Dios; conocemos y sabemos en conciencia el momento en que se obra un mal o un bien, y al realizar uno u otro queda grabado en el entendimiento, la memoria no lo olvida, aquí cuando sucede algo especial, el que obra bien, no vuelve a recordar el bien que hizo, su conciencia queda tranquila, pero quien obra mal, aunque se haga fuerte, el acto malo queda en su mente, vuelve y molesta en tanto no haya un arrepentimiento sincero, permanece, aparecerá cuando la conciencia reclame el hecho, porque nunca hay razón decir ¡No! a Dios, al que debemos nuestra existencia y lo que somos no le damos una oración de agradecimiento, porque la mala inclinación induce a negar el cumplimiento de las obligaciones que como cristiano católico se tiene para con Dios, a tal grado es la mala inclinación, que distrae el corazón y los sentidos a perder la espiritualidad, la concentración y devoción en la Santa Misa, a criticar mentalmente la enseñanza del Sacerdote, al que con ironía califica en su interior y sale a escandalizar los demás sin razón, calificando de exageración la predicación; Se niega escuchar la palabra de Cristo Nuestro Señor; se niega meditar la Pasión, Crucifixión y Muerte Santísima de Cristo; se niega y se duda de la realeza de Cristo en la Sagrada Eucaristía; se niega a conciencia la inspiración del Señor cuando habla al corazón pidiendo ser amado en el prójimo, en el desvalido, en el atormentado y atribulado por las condiciones del alma en desgracia; La conciencia dice la verdad sobre si hubo voluntad de obrar el acto compasivo, virtuoso y justo, reclamará la causa por el que no quiso hacer, lo que debió y podía hacer; ¿porque obro la soberbia maligna que obliga al egoísmo despreciar al prójimo? El pecador obedeció y no se detuvo en realizarlo; sabemos en conciencia, cuales son nuestras intenciones hacia el prójimo que se acerca, la soberbia maligna incita y despierta la mala inclinación del rechazo, dice; ... ¡No quiero ayudarle! Dice más en sus adentros: ¿Por qué tengo que hacerlo? ... La inclinación al bien es ser caritativo en nada afecta, es atesorar bienes en el cielo, es el bien que se obtiene de una desprendida caridad que nada cuesta, en esta condición, es ayudar a rehabilitar la vida del atribulado, es una de las muchas intenciones que Dios ve en la profundidad del alma si es buena o mala.

Cuando el incrédulo duda reconocer la divinidad de Jesús, su indecisión va y viene, donde pocas son las buenas y muchas las malas intenciones que se acepta hacer realidad; las buenas inclinaciones reconocen que de su espiritualidad y moralidad, bondad y caridad del corazón, nace el amor y deseo de servir a Dios y al prójimo, que despierta en él alma la necesidad de vivir en Cristo Nuestro Señor aceptando su palabra e imitando sus virtudes; pero cuando los hechos manifiestan la mala inclinación de la maldad humana, que entre otras muchas, desprecia y rechaza el pecador, actitud que no tiene explicación, es cuando la conciencia interroga; ...¿Cómo es posible que siendo Jesús la verdad eterna sea tu maldad, pérfida y vileza en su contra? Recapacita, el mejor camino es reconocer tú error, luchar porque el Señor te muestre su rostro, te conceda la paz, y tenga piedad de ti, reconcilia el alma a tu Creador... La virtud de la humildad es el bien del alma, la soberbia es maligna, se asemeja a la araña que al atrapar su presa, empieza con rapidez atarla con sus hilos pegajosos a no dejarla ir, su instinto es quitarle todo movimiento de escape y quede así hasta morir, para después alimentarse de ella; esto hace la soberbia maligna con el alma que toma, la envuelve en las satisfacciones del mundo, en incitadora a rechazar la doctrina y mandamiento de Jesús, y así el tentador apoderado de su alma, por las debilidades entra al pecador hacer lo que quiera, así lo que antes era en él: ¡No debo hacerlo porque me condeno! ahora incitado; ¡Hazlo nada sucede! Deleitándose afirma: ¡De lo que me he perdido!
La discordia humana, es un quiste maligno que exalta la ira, a la agresión surge contra el prójimo, el que agrede prójimo, por esa embestida contra quien fue atacado, responde de igual manera, en una y otra situación prevalece en el corazón la discordia, el punto donde nace, es la falta de fe, de la gracia y de caridad, de la que San Francisco de Sales ilustra; ..." La verdad procede de la caridad, cuando se dice solo por amor a Dios, y para bien de aquel que se reprende" ... De existir la caridad en el alma y corazón del pecador, se dominarían las pasiones discordantes, perjudiciales enfermedades mentales, la locura de la intriga, de alianzas ilícitas e irreprochables confabulaciones, traiciones e infidelidades y más, todas son excitadas por la soberbia maligna, que impulsa a perder los bienes del alma, empujando al pecador de rienda suelta a sus malas inclinaciones que envuelto en ellas le arrebatan del camino de salvación, es donde el cristiano católico deduce; la fe no es en el soberbio, orgulloso y petulante, la fe es herencia en las almas humildes.

La inclinación al mal esta en los siete pecados capitales; soberbia, avaricia, ira, lujuria, gula, envidia y pereza, se contraponen en el mismo orden las inclinaciones al bien; la humildad, generosidad, castidad, paciencia, caridad, prudencia y templanza, de cada uno de los pecados capitales caen en cascada infinidad de pecados que se desparraman por el cuerpo del pecador como la metástasis del cáncer, que si este es mortal, más mortal son los siete pecados capitales, porque estos son pasiones que encienden, ciegan y pierden, no dejan pensar obrando sin razonar, como animal irracional siguiendo su instinto.

El cristiano católico vive en una lucha donde la cuerda lo jala, pero los bienes del alma resisten la fuerza, al final resuelve el pecador a donde inclinar esa fuerza, de lograr el bien de las buenas inclinaciones del alma, es vivir en alerta; el que vive en la mala inclinación, no le importa, es como el cocodrilo que puesto boca arriba es dócil y nada feroz, hasta se le puede quitar la vida, así quien está atado a estas inclinaciones, las pasiones malogran la vida del ser humano, más la del cristiano católico bautizado en Cristo Nuestro Señor, el diablo por este pelea atraerlo para perderlo por los pecados capitales que él incentiva, porque será de más valor para el diablo perder al que cree en Dios pierda su alma, será un triunfo contra Dios; las almas que viven descarriadas caminan ciegas por el mundo, de esas el demonio lo tiene fuera de preocupación desde que se alejaron de Cristo no son problema, porque contaminadas de sus maldades han perdido la fe, sabe que sin fe no se reconoce a Dios, el demonio se apropio de esas almas, solo espera su muerte.

El alma del cristiano católico es valiosa para el diablo, la acecha acercándola ha todo peligro, teje las maquinaciones carnales de mil formas, su propósito es endurecer el corazón por la soberbia maligna, que como guillotina corte de tajo el bien del alma.

¿Cuántos son dominados por la soberbia maligna? A todos acosa satanás, acorrala y persigue, como reclamará su alma cuando salga del cuerpo.

La enseñanza de Jesús deposita lo que debiera permanecer en la mente y el corazón de todo hijo de Dios: la inclinación al bien.

Dijo Jesús; ..." Porque del corazón salen los pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, falsos testimonios, blasfemias. He aquí lo que mancha al hombre" ... Jesús muestra en su palabra misericordiosa y amorosa, el punto medular del corazón, donde brota la bondad del alma buena y fiel al Señor o la maldad en el protervo alejado de Él.


La parábola muestra a los fariseos presumir de ser justos en el cumplimiento de la ley, desprecian a los demás de ser impuros y pecadores.

Reza el evangelio; ..." Para algunos, los que estaban persuadidos en sí mismos de su propia justicia, y que tenían en nada a los demás dijo también esta parábola" ...La gente del sanedrín mostraba al pueblo una actitud de falsedad, se ostentaban ser justos, no depositan su confianza en Dios como es la obligación, alterando la justicia adulteraban su legislación.

Dice Teofilacto; ..." La soberbia es el desprecio de Dios: porque ¿Es una negación de Dios atribuirnos a nosotros mismos las obras que hacemos?...
...." Dos hombres subieron al Templo a orar, el uno fariseo, el otro publicano" ...Considera la parábola a estos personajes, que en la vida de Israel son contrarios, el Fariseo presumía de ser el máximo exponente espiritual del templo, personifica la pureza legal; de la otra el publicano, un hombre que representa la injusticia, la depravación de la corrupción y es pecador.

Ambos ingresan al templo cada quien, por su lado, el fariseo en postura aparatosa, eleva su vista, las manos juntas en pose de oración, hace que la gente admire sus finas vestiduras, a cada paso golpea el piso con su sandalia, llamando la atención, le satisfacen en sus adentros los comentarios de quienes reunidos lo califican de santo; ..." El fariseo, erguido, oraba en su corazón de esta manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano" ...Los asistentes al templo ven la ostentación vanidosa de este hombre, nada critican, guardan silencio, azorados de un espectáculo nada santo y si vanidoso, considerado modelo de devoción.

San Agustín exhorta a la comprensión de lo que Jesús nos enseñan en la parábola, dice;..."Cuando el fariseo decía: ¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres"...Pregunta: ¿que encuentras en estas palabras? El Obispo de Hipona da el sentido a lo dicho por el fariseo;..."Estudia bien las palabras del fariseo, y encontrarás que no ha pedido nada, ha subido a orar y rehúsa pedir a Dios, se exalta así mismo e insulta a quien pide"...Se puede considerar que el fariseo ve la devoción del publicano y quiere con la fuerza de su pensamiento perverso, atraer la mirada de Dios a él y deje al publicano, así no pueda imitar la sinceridad en devoción, porque no la tiene, y si el publicano reza movido por su fe, el fariseo tampoco puede, carece el fariseo de la fe en Dios.

La soberbia maligna en su más clara expresión, creyéndose superior a todos los hombres, lo es un absurdo acto de extravagancia, no se mira en el espejo la ridiculez de su comportamiento, menos se mira al interior de su alma que buena es la pregunta; ¿Cómo será ante la mirada de Dios una persona que obra con falsedad? Sin duda existen muchos en el mundo que se creen justos, cuando la justicia está fuera de ella.

San Gregorio desmenuza la forma en que no solo el fariseo, sino en aquellos que se colocan creyendo ser únicos, dice;..."Cuatro son las maneras de manifestar la hinchada (ensoberbecida) soberbia, cuando creemos que el bien que tenemos lo tenemos de nosotros mismos; cuando, aún creyendo que nos viene de Dios, lo adjudicamos a nuestros méritos; cuando nos gloriamos de bienes que no tenemos; cuando despreciando a los demás, pensamos en ser los únicos que tenemos el bien que nos envanecemos.

En todo ello faltó el fariseo"...Y para gravar mas su alma, obra como muchos en conciencia como lo hacen en la Iglesia; el fariseo muestra lo que no es, se dice ser pero no lo es: desprendido, generoso y altruista, apegado a la ley dice;..." Ayuno dos veces en la semana y doy el diezmo de todo cuanto poseo"...No es lo que el ser humano dice de ser, querer ser, o ser, la conducta del fariseo y el escriba, no es como dicen ellos, ser cicateros, abusadores, avaros, y miserables, para ejemplo es la parábola del Buen samaritano, que uno de los suyos esta tirado en el desierto herido, se pasan de largo porque ninguno tuvo compasión, nada los movió a dar misericordia.

Dice San Agustín;..."En las palabras del fariseo, nada hallarás que pidiere a Dios: sube, es verdad a orar; pero no quiere pedir a Dios, sino alabarse a sí mismo, e insultar a otro que oraba"...La parábola invita a una profunda reflexión; la conducta del fariseo parece ilógica, ofende a Dios de pensamiento, ¿Cuántas ocasiones se ha hecho lo mismo y no se ha confesado? ¿Cuántas veces miramos y criticamos con el pensamiento, insultando al prójimo cuando recibe a Jesús en la Eucaristía? En vez de unirse espiritualmente a él en ese momento de santidad, la soberbia actúa, surge en el pecador cosas malsanas contra el alma que en nada se semejanza al publicano, ajeno de las diatribas mentales en su contra, siendo estos comentarios mas meritorios para quien recibió a Cristo en la Eucaristía, como también fueron en el publicano; ..." El publicano, por su parte, quedándose a la distancia, no osaba ni aún levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ¡Oh Dios! Compadécete de mí, el pecador"...Alguien dijo al leer este pasaje de la parábola;...Desearía de corazón imitar la forma de rezar del publicano, me conmueve su devoción, absorto de lo que le rodea, no quita de su corazón las culpas de sus pecados, lo mas importante reconocerse ante Dios ser un pecador... Pregunta obligada: ¿Cuántas ocasiones en la vida, al estar frente a Jesús crucificado, repasando tu vida, has pronunciado con fe y fervor?..."Compadécete de mí, el pecador"...Sino ha llegado este momento, buenos es pensar que en intimidad del Señor pronunciar con humildad la oración del publicano que Jesús nos enseña.

Refiriéndose San Agustín al publicano, dice;..."En cuando al publicano, su conciencia delicada lo alejaba, y una piedad dulce lo acercaba"...La humildad es la excelencia del alma, afianzada al corazón supera la tentación del pecado y lo domina, la fe fortalece y eleva la meditación que tocará a Dios, como la del publicano que le es de su agrado, así pues, lo que se obre al Señor en palabra, obra y pensamiento, sea conversación intima entre el pecador y Cristo, que de ahí no pase, porque si se cae en la ostentación se pierde lo ganado, por ello dijo Jesús;..." Os digo: éste bajó a su casa justificado, mas no el otro; porque el que se eleva, será abajado, y el que se humilla será ensalzado"... Gran valor de salvación se ofrecerá a la vista de Dios por la oración humilde y con ella el arrepentimiento; la humildad atrae la bondad divina.
hefelira@yahoo.com

 

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