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Metrocable. Movilidad y orgullo de Medellín

- Alrededor de 1 millón 300 mil personas se trasladan sin estrés con "cultura Metro", seguridad y limpieza a bajo costo
sábado, 16 de septiembre de 2017
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MEDELLÍN, Colombia, septiembre 16 (EL UNIVERSAL).-

A las 07:00 horas, Clara Santana sale de la comuna 13 en Medellín para trasladarse al centro de la ciudad, su casa se ubica en una de las zonas más pobres e inseguras, pero con el Metrocable ha dejado de viajar en el autobús "donde me asaltaban todos los días y no camino las dos horas y media para llegar al tranvía que se une al Metro y me deja cerca del trabajo", explica Clara.
Los niveles de estrés de la joven que sueña con terminar la carrera en Comunicación han disminuido desde que dejó de caminar dos horas y media a diario para llegar a su empleo, no va con prisa, llega contenta y es más productiva, ahora "es seguro y económico"; dejó de pagar los 2 mil pesos colombianos, poco más de 12 pesos mexicanos.

En el Metro de Medellín no se separa a hombres de mujeres, "en mis viajes diarios no me ha tocado que alguien me acose", cuenta la joven.
Ella forma parte del millón 300 mil personas que se trasladan diario a través del Sistema Integrado de Transporte del Valle de Aburrá (SITVA), en el que convergen el Metro, Metrocable, Metroplús y Tranvía y al que los usuarios acceden y transbordan por el mismo costo.

Este sistema comenzó a operar en 2011.
"No sólo mejoró la movilidad en la ciudad y el área conurbada al integrar las tarifas del Metro, Metrocable, Tranvía y otras rutas de buses, aquí vemos un paso adelante contra las inequidades sociales; la gente más pobre tiene acceso porque hay que decirlo, no es caro, y el salario mínimo que es el que gana la mayoría de estos ciudadanos alcanza para que se transporten de manera digna y eficaz", aseguró Darío Hidalgo, director de la Práctica de Transporte del Centro WRI Ross de Ciudades Sostenibles.
El reciente informe Medellín, ¿cómo vamos? detalla que los ciudadanos que usan el transporte integrado creen que hacen mayor tiempo a su trabajo, pero no les importa porque el servicio es de buena calidad, "entienden que con la integración del Metrocable, Metrobús y Tranvía la demanda del servicio ha aumentado, pero no por ello ha decrecido la limpieza, seguridad y eficacia".
Países como Brasil, Venezuela y México han replicado al teleférico como un medio de transporte; sin embargo, el especialista en vialidad argumenta que en Ecatepec, Estado de México, donde a mediados de año surgió el Mexicable, no ha dado buenos resultados, "porque es caro y no tiene una conexión con otros medios como el Mexibus y el STC Metro, por eso la gente que en esa zona gana muy poco no lo ve factible, a esto le suman los 40 min con las largas filas por las que una persona debe esperar para ingresar, por ello prefieren transportes como camionetas o camiones", explica.
Darío Hidalgo asegura que darle prioridad a la inversión del transporte masivo e integrado, así como crear infraestructura segura para ciclistas y peatones, derivará en mejoras para calidad de vida, aire y seguridad vial de todas las naciones que conforman América Latina.
"La movilidad que surgió en Medellín hace siete años me ayudó a quitar el estigma de los que vivimos en la Comuna 13, pude encontrar un empleo en el centro y no me quedé con la imagen de violencia e inseguridad, no seguí los pasos de muchos que se convirtieron en sicarios, porque ese no era el futuro solo para hombres, también a las mujeres se nos incluía", relata con solemnidad Clara.
La joven tiene 26 años, ingresó a la Universidad de Antioquia, pero no concluyó.
"Acá queremos ser periodistas o presentadores, para dar el mensaje que en las comunas somos pobres pero honrados, que salimos adelante sin matar o vender droga", dijo.
Las cataratas que se formaron en los ojos de Mercedes no permitieron que la cabeza de la familia de siete personas continuará con su trabajo en una panadería de Medellín, por ese motivo Clara dejó la escuela y entró a trabajar en una plaza de tecnología del centro.
"La paga no es tan mala si la comparo con lo que ganaría en la comuna, allá encontraría trabajo en una tienda o verdulería, pero no me darían más de 250 mil pesos a la semana, con eso no se compra nada, y en mi trabajo actual ganó 980 mil pesos más comisiones, en transporte sólo uso 8 mil 500 pesos, lo demás es suficiente para que mis dos hermanos pequeños vayan a la escuela, comprar comida y ayudar a mi mamá", refiere Clara.
Luego de cuatro estaciones en el Metrocable, Clara transborda hacia el tranvía que la lleva a la estación San Antonio del Metro y de ahí se baja en Parque Berrío, en el centro, cerca de las famosas esculturas de Botero, trabaja de las 09:00 a 04:00 horas.
"No me gasto ni 3 mil pesos diarios para viajar, además es muy bacano, está limpio, la vista es maravillosa, recorres toda la ciudad con la misma cantidad, si eres estudiante, la tarifa es menor, si tienes alguna discapacidad es lo mismo, mi mamá perdió la vista y la dejan pasar gratis, en teoría debería de pagar unos mil 500 pesos, pero los guardias dejan que se suba al metrocable sin cobrarle", explica la joven.
"Es un mundo diferente, acá ves las comunas desde otro punto, se observan las casas encimadas, que cada otoño corren el riesgo de deslizarse por las lluvias por estar construidas en una zona fangosa.

No me avergüenzo de vivir en la Comuna 13, pero todos los días desde la ventanilla pienso en cómo sería mi vida si no hubiera nacido ahí", se pregunta Clara.

En palabras de la mujer afrocolombiana, la historia de la Comuna 13 es "larga y complicada", debido a que entre 2002 y 2004 ocurrieron crímenes de lesa humanidad.

"Mataron a muchos vecinos o los desaparecieron, también obligaron a muchos paisas a dejar el barrio; la policía y las fuerzas militares se justificaron en que terminaban con la guerrilla, pero sabemos que eso es mentira", confiesa la joven.
Clara cuenta que encontrar trabajo fuera de su barrio le costó mucho, "al ver mis estudios que tampoco son mínimos, pues terminé el bachillerato y la carrera la dejé a medias, me empezaban a decir cuáles serían mis actividades, o los veía entusiasmados, pero cuando les decía que venía de Comuna 13, de inmediato me decían que lo sentían, pero no era candidata; yo les cuestionaba y sin pena me decían que no querían jovencitas rojillas que a la primera inconformidad quisieran levantar una huelga", cuenta muy lamentada.
Al bajar del tranvía, la joven adelanta el paso y cruza los torniquetes del metro, se sorprende por los vídeos de redes sociales del Metro de la Ciudad de México.
"No concibo que allá los separen, acá hay pelados que faltan el respeto, pero en el Metro nunca, hay mucha cultura Metro", explica.
"Uno deja el estrés porque sabe que llegará seguro, que el Metro siempre viene limpio, incluso acá, todos decimos que no será el metro más grande del mundo, pero sí el más aseado, rápido aún en las horas pico, porque la cultura Metro nos ayuda a conservar la paciencia y dejamos salir antes de subir, tenemos muchos beneficios por poca plata", finaliza Clara.

 

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