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Insta Nobel de la Paz al desarme nuclear

Urgió a las potencias atómicas a unirse al tratado de prohibición de esos arsenales
lunes, 11 de diciembre de 2017
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Oslo, Noruega / EFE


Al recibir este domingo el Nobel de la Paz, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) urgió a las potencias atómicas a unirse al tratado de prohibición de esos arsenales para acabar con la amenaza sobre la humanidad.
"Representamos la única elección racional, representamos a los que rehúsan aceptar las armas nucleares como un elemento del mundo, unir sus destinos a las líneas de un código de lanzamiento", dijo su directora ejecutiva, Beatrice Fihn.
"La nuestra es la única realidad posible, la alternativa es impensable".
Fihn recogió el Nobel en una ceremonia junto a Setsuko Thurlow, superviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por Estados Unidos sobre Hiroshima.

Japón, que definió las armas nucleares como el mal máximo y usó el crudo relato de su experiencia para pedir el fin de lo que llamó una locura intolerable.
El riesgo de que esas armas sean usadas, alertó Fihn, es mayor ahora que al final de la Guerra Fría, por la presencia de más estados atómicos, más terroristas y la guerra cibernética.
La directora de la ICAN rechazó el efecto disuasorio que esgrimen las potencias y sostuvo que su utilidad es provocar miedo y negar la libertad, atrayendo a más países a la carrera nuclear.
"La historia de las armas nucleares tendrá un final, de nosotros depende cuál será.

¿Será el fin de las armas nucleares o el nuestro? Una de esas cosas pasará", dijo Fihn.
"(El tratado) es una luz en un tiempo oscuro", dijo sobre el pacto apoyado en julio por dos tercios de los países de la ONU, ninguno de ellos potencia nuclear.
Thurlow, de 85 años, se refirió también a la esperanza que supone el tratado, en una intervención que conmovió al millar de asistentes a la ceremonia celebrada en el ayuntamiento de Oslo, entre ellos los reyes y príncipes herederos noruegos y la guatemalteca Rigoberta Menchú, Nobel de la Paz en 1992.
La superviviente nipona habló del recuerdo del bombardeo, la sensación de flotar en el aire, el colapso de su escuela, los gritos de sus compañeros y su sobrino Eiji, de 4 años, convertido en un trozo fundido de carne que siguió pidiendo agua hasta morir.
"Mientras salía arrastrándome, las ruinas ardían.

La mayoría de mis compañeros de clase murieron quemados vivos, vi a mi alrededor una devastación total, inimaginable", explicó.
Thurlow emocionó al auditorio, en el que había más supervivientes de pruebas y ataques nucleares, rememorando la procesión de figuras fantasmagóricas, gente con la carne y los intestinos colgando, con las órbitas de los ojos en sus manos y el olor a carne quemada.
Su ciudad natal, incluidos familiares y 351 compañeros de clase, fue borrada, y en los años siguientes miles de personas murieron por los efectos retrasados de la radiación que, dijo, aún hoy sigue matando.
Thurlow criticó el mito de que las de Hiroshima y Nagasaki fueron bombas buenas que acabaron con una guerra justa y lo culpó de la carrera armamentística nuclear.
En su alocución previa, la presidenta del Comité Nobel Noruego, Berit Reiss-Andersen, calificó de inaceptable incluso la amenaza de usar esos arsenales y elogió a la ICAN por generar compromiso entre la gente común y darle nueva dirección y vigor a los esfuerzos por un mundo sin armas nucleares.

 

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