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El patrimonio que los sismos destruyeron

El desafío para las autoridades es restaurar más de mil 821 inmuebles históricos y artísticos y casi 3 mil piezas religiosas. El gasto: 12 mil mdp
sábado, 30 de diciembre de 2017
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CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 30 (EL UNIVERSAL).-Los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado dejaron una profunda herida en el patrimonio histórico y cultural del país.

La destrucción de más de mil 821 inmuebles históricos y artísticos, y cerca de 3 mil objetos religiosos ha puesto en una situación crítica a la Secretaría de Cultura federal y a sus dependencias encargadas de la protección del patrimonio: el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Con tal cantidad de daños en 11 estados, el país enfrenta ahora el rescate patrimonial más grande de su historia.
Para la restauración de los daños, las autoridades calculan, por ahora, un gasto de cerca de 12 mil millones de pesos y un tiempo estimado de tres años, hasta el segundo semestre de 2020.
Hasta ahora, según ha dicho la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, se han solicitado 6 mil 500 millones de pesos al Fondo de Desastres Naturales, 3 mil 500 serán cubiertos por la póliza de seguro del INAH, además de que se han sumado propuestas de la iniciativa privada, como las fundaciones Harp Helú, Carlos Slim y Jenkins.

Países europeos, como Francia, Alemania, Suiza y Hungría también han ofrecido su apoyo. Las instancias culturales mexicanas han solicitado cooperación a organismos internacionales como la UNESCO y la Unión Europea.
En octubre, el Fondo Mundial para los Monumentos anunció también la inclusión de México en su lista 2018 sobre sitios patrimoniales amenazados debido a los daños por los sismos.
Después de los terremotos, la solidaridad de otros países e instancias internacionales se hizo visible.

No obstante, la magnitud del desastre puso en jaque a las instituciones culturales que, a pesar de que cuentan con profesionales en restauración y conservación, reconocieron desde un primer momento el reto al que se enfrentaban.

En los días posteriores al sismo, el INAH convocó a brigadas de especialistas para revisar y atender los conventos, templos, casas y objetos culturales afectados en los diversos rincones del país.

La lista de daños se incrementó día tras día, y poco a poco salió a la luz la dimensión de las afectaciones en cada uno de los inmuebles.

Daños en Puebla

De los 11 estados con edificaciones históricas afectadas, Puebla encabeza la lista con 465.

Una de las primeras imágenes que ilustraron las consecuencias del sismo en sus recintos religiosos fueron las de las torres caídas y fracturadas del Santuario de la Virgen de los Remedios en Cholula.

El templo, construido durante la Conquista sobre una estructura prehispánica, tuvo daños en sus dos campanarios y fracturas en su interior.
La virgen de Los Remedios, la santa patrona del templo, tuvo que ser puesta a salvo por los feligreses, quienes la trasladaron a otra capilla al ver la emergencia.

El recinto fue cerrado al público, el INAH y la Secretaría de Cultura atendieron las afectaciones y tres meses después, el pasado 17 de diciembre, reabrió sus puertas.
En la capital del estado, en el cuadrante del centro histórico que resultó más afectado, la Casa de Alfeñique fue otra de las víctimas.

Las paredes y techos del edificio característico del arte barroco novohispano se fracturaron y su colección de mil 500 piezas tuvo que ser trasladada a otro sitio para ponerla a salvo.

El rescate de la colección se hizo desde el primer momento por personal del museo y aunque la operación fue cuestionada, los directivos del recinto aseguraron que fue una decisión que se tuvo que tomar de emergencia, pues en los días siguientes el recinto sufrió severas inundaciones.

Actualmente, el edificio está en proceso de rescate.

Ruta de los Conventos fragmentada

En el límite entre Puebla y Morelos, 14 conventos del siglo XVI que se ubican en las faldas del Popocatépetl tuvieron graves daños.

En esta llamada Ruta de los Conventos, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, algunos de esos monasterios quedaron en ruinas. Es el caso del convento de San Juan Bautista en Tlayacapan, Morelos.

En un recorrido que EL UNIVERSAL realizó a este sitio en los días posteriores al sismo del 19 de septiembre, se pudo constatar las fracturas en su bóveda, atrio y paredes.

Entre los escombros también quedaron restos de pintura mural y algunos objetos religiosos.
En este y otros conventos, el INAH emprendió labores de emergencia para rescatar imágenes y objetos religiosos; colocó lonas en los techos para evitar filtraciones de agua y andamios en diversas áreas para reforzar muros.

Otros conventos morelenses afectados fueron el de San Guillermo en Totolapan; el de Santo Domingo Oaxtepec y La Natividad en Tepoztlán. Estos recintos religiosos son parte de los 260 inmuebles afectados que hasta ahora se tienen contabilizados en Morelos.
Monumentos e inmuebles en la Ciudad de México tampoco se salvaron del sismo.

En el centro de la capital, uno de los recintos afectados fue la Catedral Metropolitana. De su fachada se desprendió La Esperanza, una de las tres esculturas de Manuel Tolsá que coronaban su fachada.

Las otras dos piezas quedaron de pie, pero después fueron retiradas para evitar sus caídas. En la actualidad, las tres esculturas siguen en espera de ser restauradas por los especialistas.
En la colonia Guerrero, la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles fue una de las más afectadas en la ciudad.

El estado en que quedó su interior y su cúpula ha puesto a los expertos frente a un reto de restauración. Para su recuperación, el inmueble requerirá unos 40 millones de pesos y una restauración que incluirá el diseño de una nueva cúpula.
El proyecto de intervención está todavía en proceso de realización.
Pero estos son apenas algunos ejemplos de la magnitud de los daños en el patrimonio nacional.

Según el censo de los inmuebles afectados de la Secretaría de Cultura, en Oaxaca hay 323; en el Estado de México, 289; en Tlaxcala, 133; en Chiapas, 111; en la Ciudad de México, 92; en Guerrero, 83; en Tabasco, 26; en Hidalgo, 25 y en Veracruz, 14.

Largo camino para el rescate

De acuerdo con cifras proporcionadas por la Secretaría, en una primera etapa del rescate se han ejercido 159 millones a través de 384 contratos de recursos Fonden-Apin, es decir, trabajos de emergencia que han consistido en remoción de escombros, rescate de objetos culturales y apuntalamientos.

Para los edificios con mayores daños, el INAH deberá revisar y aprobar cientos de proyectos de restauración que ejecutarán sus especialistas o empresas y despachos privados contratados.
A finales de enero prevén concluir la restauración de los primeros 300 edificios, los menos afectados.

El plan de trabajo del INAH, según dijo su director, Diego Prieto, estará dividido en tres etapas: la primera será la que terminarán en enero; la segunda será para octubre, cuando planean entregar los edificios con afectaciones "moderadas", que corresponde a la mitad de los mil 821 inmuebles.

La última, aseguran, estará lista para el segundo semestre de 2020 e incluirá los edificios con daños severos.
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(NOTA RELATIVA)

207, el año del gran temblor

Julio Aguilar


CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 30 (EL UNIVERSAL).- Los terremotos de septiembre fueron un bautizo de fuego para la Secretaría de Cultura federal.

Cuando se discutía qué dirección debían tomar sus primeros pasos, la realidad provocada por los sismos empedró un largo camino hacia la reconstrucción de cientos de edificios religiosos y civiles.
Además de esa destrucción que tiró íconos del patrimonio, también se afectaron objetos, murales y archivos que suman un daño monumental.

La pesadilla costará casi 12 mil millones de pesos, pero seguro la suma crecerá, así como el número de lugares dañados y el tiempo para reconstruir.

En las zonas donde los sismos dejaron relativamente pocas huellas parece que lo peor ya pasó. Es falso. La emergencia continúa en pueblos y comunidades que, además de perder habitantes, viviendas, comercios y medios de subsistencia, también ven en ruinas los lugares que les dan identidad y raigambre; no están en pie los edificios que por siglos han sido el centro de su vida comunitaria, esos lugares que le dan sentido a otro patrimonio, intangible, formado por fiestas, tradiciones, rituales, costumbres.

Los terremotos también destaparon añejas omisiones de administraciones culturales federales, estatales y municipales que no destinaron suficientes recursos al mantenimiento, la restauración, la catalogación y la formación de más recursos humanos para la conservación del patrimonio.
La reparación de este desastre marcará el camino de la secretaría.

Además de levantar monumentos, ésta deberá crear bases de una gestión transparente y efectiva para reconstruir; también es una oportunidad para actualizar leyes, normativas y estrategias para proteger el patrimonio.

El Universal

 

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