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Las orejas están diseñadas para sentir hasta las más pequeñas sensaciones así que esta es una forma de llevarlo al límite, sin tener que tocarlo de más.
Acerca tus labios a su oreja y da un pequeño suspiro para poner sus nervios de punta, después tómala entre tus labios y jala lentamente.
Este pequeño movimiento los estimulará a ambos, ¡lo prometemos!
Si crees que los besos en la mano son más inocentes que los que le das en otra parte de su cuerpo, es porque nunca lo has intentado. Pon la punta de tu lengua en la base de los dedos y lentamente deslízala hacia arriba.
Esta área es muy sensible y rara vez la tomamos en cuenta.
Unos besos establecen conexión, pero los mordiscos en el cuello excitan al doble. Para llevar la pasión al siguiente nivel, usa tu lengua y tus dientes en su cuello, no en su manzana de Adán.
Empieza en la base de su oreja y ve subiendo la intensidad con los besos y mordiscos.
Si él cree haberlo visto y sentido todo, pruébale que está equivocado. Usa la parte inferior de tu lengua, que es mucho más suave, para estimular sus zonas erógenas como los pezones, las orejas y su cuello.
Antes de concentrarte en su zona erógena más sensible (ya sabes cuál), excítalo en sus muslos con besos y dale pequeñas mordidas sin que pueda tocarte o hacer nada al respecto.