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El cuerpo humano tiene diferentes zonas con diferentes sensibilidades, eso está claro, por eso tampoco es de extrañar que dispongamos de lugares concretos en los que si se sabe cómo y dónde tocar, nos lleve al placer más absoluto en incluso, al orgasmo.
Estos puntos concretos son los puntos erógenos.
Si lo que quieres es sumir a tu chico en un torbellino de placer sin precedentes, es necesario que descubras dónde se encuentran sus zonas más sensibles y vulnerables.
La parte más sensible de un hombre la encontraremos en la zona interna superior de los muslos, podemos llegar a ponerlo a cien sólo con tocarla, así que ya no digamos si la lamemos o la acariciamos con la yema de los dedos…
Otra de las zonas erógenas, aunque parezca imposible o sumamente extraña, son los pezones.
Al igual que a nosotras, al hombre también le gusta que jueguen con sus pezones, que los succionen o los laman, así que no te olvides de dedicarles unos mimitos.
Repleto de terminaciones nerviosas, la zona erógena por excelencia es el pene.
Ya sea con la boca o con las manos, estimula el pene de tu chico y verás una eficacia casi del 100%, una vez en erección conviértelo en tu juguete, piensa que un buen juego se merece luego (o antes), una buena recompensa.
Sin embargo no debemos olvidar a sus acompañantes, los eternos olvidados, los testículos. Bésalos, y juega con ellos, pero con cuidado, son sumamente sensibles.
Aunque muchos chicos sean reacios a ello, otra zona hipersensible es la del perineo, situado en el ano, que es donde se sitúa el punto G. Sorprende a tu chico introduciendo el dedo en el ano y moviéndolo circularmente, ¡le encantará!
Para acabar recordar que los besos y las caricias en la oreja o el cuello pueden ser el preludio del festín sexual, así que si no sabes como empezar, prueba en dejar que tus labios rocen su clavícula, no podrá resistirse.