En Monterrey y en otras ciudades mexicanas viven "brujos y brujas", aunque ellos aseguran que no son como los pintan las leyendas.
Profesan, sí, una fe neopagana donde existe un balance entre dios y diosa, y tienen desde hace 16 años su propia organización en el País: Sociedad Wicca México, AC.
La asociación busca expandir el conocimiento de la religión wicca en México, Colombia y Estados Unidos desde el 2003.
Y aunque este neopaganismo se encuentra fuertemente ligado a la brujería y a creencias antiguas, hay ciertas acciones que no se practican.
"En Wicca no creemos en el diablo, no comemos niños, no hacemos sacrificios humanos ni de animales.

Nuestro primer valor es el respeto a la vida", asegura César Ramsay, fundador y director de Wicca México.
También, dice, creen firmemente en la responsabilidad de los actos y de sus consecuencias, en el respeto fundamental a la vida, en el libre albedrío y el autoconocimiento.

Para ellos, de la oscuridad surge la vida.
De acuerdo con su página web, la fe wicca busca el equilibrio de los "ciclos energéticos de la madre Tierra" y la armonía espiritual con prácticas mágicas y celebraciones lunares, solares y agrícolas.
Los wiccanos se encuentran agrupados por covens o aquelarres y en México se encuentran en más de 10 estados, como Nuevo León, Puebla, Querétaro y Ciudad de México.
En Monterrey están formados cinco covens, aunque no se dio la cantidad total de integrantes, pues algunos de ellos prefieren mantenerse en el anonimato.
La comunidad wicca se presenta en lugares como la Expo Esotérica y tienen su sede en una casa de la Colonia Mitras Centro, que abrió sus puertas el 12 de noviembre del 2018.
Entrevistado por separado, Luis Eugenio Espinosa, teólogo y académico de la UDEM, considera que este tipo de agrupaciones neopaganas son atractivas sobre todo para los jóvenes.
"Encontrar una fuerza que me ayude a articular qué es lo que realmente quiero en la vida se vuelve muy atractivo.
Para una generación millennial, esto es mucho más apetecible que el Dios bien portado que generacionalmente ya no aceptan", señala.