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Guillermo Arriaga: cazador de historias

Guillermo Arriaga encuentra un símil entre la cacería y la escritura.
sábado, 25 de enero de 2020
Por: Erika P. Bucio
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Agencia / Reforma
Cd. de México (25 enero 2020).- Guillermo Arriaga encuentra un símil entre la cacería y la escritura.

"La cacería te acerca a contradicciones muy hondas", expresa.

"Cuando cazas a un animal, sientes una serie de emociones muy paradójicas, desde la culpa, la alegría, la tristeza".

Lo mismo que la conclusión de una novela.

Y el símil viene a cuento porque en plena temporada de caza de venado, en la localidad de Zaragoza, en Coahuila, lo sorprendió ayer el anuncio del Premio Alfaguara de Novela 2020 por Salvar el fuego.

Recibió la llamada del escritor Juan Villoro, presidente del jurado, desde España, quien le informó que por unanimidad había obtenido el galardón, dotado con 175 mil dólares.



Estaba aislado en un rancho y tuvo que moverse hacia las 6:30 de la mañana al pueblo, a la casa de un amigo, el actor Jorge Jiménez, para acceder a un wifi y enlazarse a la conferencia internacional a través de la cual se haría pública la noticia.

Armado con arco y flecha logró cazar apenas dos días atrás al venado que persiguió durante tres años.

Sintió que explotaría o le daría un infarto, y aún se le escucha al teléfono sobrecogido por el impacto.

"Es muy fuerte la experiencia.

Me ha ayudado a entender quiénes somos": una sociedad que 'adormece' su relación con la naturaleza.

"En la naturaleza puedes ver que hay cosas crueles y bellas al mismo tiempo, y eso ha influido de manera muy decisiva en la forma en la que escribo", responde.

En su obra trata de retratar a sus personajes en todas sus contradicciones.

"Y eso es lo más interesante para un novelista, ir a las paradojas de la condición humana".

OBRA COMPLEJA

Pero Arriaga persiguió a otra gran presa, Salvar el fuego, durante cuatro años y medio.

Su trabajo más complejo hasta ahora, asegura. La reescribió seis veces, completa. Una novela "choncha" de 750 páginas que saldrá publicada en marzo, ya con el membrete del premio.

Su autor es un escritor sin vacaciones, adicto a su oficio, al que dedica de 8 a 10 horas diarias.

Aun en plena cacería, trabajaba de cuatro a seis horas revisándola, a pesar de haberla aplicado ya a concurso.

En su fallo, el jurado valoró a Salvar el fuego como una novela polifónica que "narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles".

"Por encima de la violencia mi obra ha sido una reflexión sobre el amor", sentencia Arriaga.

Aunque México, lamenta, no ha podido sustraerse de la violencia en los últimos años.

Violencias de todo tipo, no solamente desapariciones o asesinatos, sino también por la falta de oportunidades y el racismo "maquillado" contra los indígenas.

La novela arranca con el manifiesto del reo José Cuauhtémoc Huiztlic, sentenciado a 50 años por homicidio múltiple: "Este país se divide en dos: en los que tienen miedo y en los que tienen rabia.

/ Ustedes, burgueses, son los que tienen miedo. / Miedo a perder sus joyas, sus relojes caros, sus celulares. / Miedo a que secuestren a sus hijos. / Miedo a que los maten.

/ Viven presos de su miedo. / Encerrados en sus autos blindados, sus restaurantes, / sus antros, sus estúpidos centros comerciales. / Atrincherados.

/ Aterrados. / Nosotros vivimos con rabia. / Siempre con rabia. / Nada poseemos".

"Vivimos un México muy escindido. La distribución de la riqueza ha sido muy injusta y ha creado dos Méxicos totalmente separados", plantea Arriaga.

Esos dos Méxicos que ha logrado retratar con el lenguaje.

En la novela pudo hacer una síntesis del modo de hablar en la frontera norte y en la Ciudad de México.

Ésa es la ventaja, dice, de venir del barrio, de haber crecido en Iztapalapa, en la Colonia Unidad Modelo, como de poder estar en el monte, con los campesinos, y en la frontera que tan bien conoce, de Coahuila y Tamaulipas, uno de los detonantes de la novela.

Eligió como título un epígrafe de Jean Cocteau: "Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa.

Decidí salvar el fuego".

La primera historia que le surgió al proyectar la novela fue la de Marina, casada, coreógrafa reconocida, madre de tres hijos y con la vida resuelta, que se involucra con un "hombre impensable".

El reto para Arriaga, también autor de El salvaje y de los guiones de las películas Amores perros, 21 gramos y Babel, era escribir como si fuera mujer, sin que su posición masculina perturbara o enturbiara la verosimilitud de la voz.

Incluso concursó con el seudónimo de Isabella Montini, pues no quería que el jurado pensara que era un hombre tratando de escribir como mujer.

Al entrar en sus novelas nunca sabe de qué se tratan.

Las construye a partir de una idea general, más lo que sucede durante el día.

Alguna vez publicó un tuit: "Está lloviendo, vamos a ver cómo influye en la novela".

Y no se refería a un estado de ánimo, como algunos lectores creyeron, sino a que si llueve afuera, llueve en su novela.

"Siempre la historia es la prioridad. Yo soy un contador de historias".

 

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