REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Jesús adoctrina a perseverar en la verdad

” Quien no está conmigo, está contra Mí; Y quien no acumula conmigo, desparrama “( Lc 11, 23 )
domingo, 15 de marzo de 2020
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Ciertamente, la misión de Jesucristo Nuestro Señor se presenta a todos los siglos desde su venida al mundo en un combate y en un triunfo continuo y eteno sobre satanás lo que es una invitación a perseverar en la verdad eterna.

San Agustín, Doctor de la Gracia ratifica lo que Nuestra Santa Madre Iglesia católica confirma de la misión de su Esposo al defender, sostener y resguardar lo que el cristiano católico habrá de conquistar, conservar y mantenerse como si fuera caminando por una barda alta y angosta cuidándose de no caer, ilustra; “La gracia de Dios no se da según nuestros méritos, puesto que todos, absolutamente todos los méritos de los santos son dones de Dios y se confieren por pura gracia del mismo” Así pues, para ganar el mérito que Dios concede ahondando en su palabra, doctrina y mandamiento de Cristo Nuestro Señor, perseverando por las obras.

Siendo importante apreciar que quien lo recibe al recibirlo sostenerse en Él. Todo ser humano a venido al mundo por obra y gracia de Dios a vivir de paso, quedando entendido, todos tenemos un principio al nacer y un fin al morir, quien no lo quiera o no lo acepte sabe y discierne que ese principio y fin es único e ineludible nada hay sino asimilarlo, porque no hay otro paso en el espacio de tiempo entre uno y otro, ¿Cuánto tiempo de vida existe? Puede ser corto o largo lo importante es reconocerlo de acuerdo a lo dispuesto por Dios creador de las almas y los cuerpos.

Es importante la realidad de los dos principios y reflexionar que nadie lo va a cambiar ni modificar como muchos ilusorios intentan, la regla de disposición divina es nacer y morir, no existen medicamentos para no morir solo para aliviar el dolor y mal de una enfermedad temporal, ni arreglos que prolonguen los años de vida, ilusorio pretender que se podrá permanecer siempre en el mundo; lo que si hay entre ambos principios es el persistente hostigamiento de la tentación del demonio que acosa y asedia, pero llega el momento que las almas cansadas de vivir mal, porque el pecado cansa se proponen expulsarlo de su vida, al no mantenerse en gracia, es punto por el que penetra el diablo a un camino que conoce en sus debilidades, desquebrajando la voluntad como castillo de naipes vuelve a posesionarse de lo que había perdido.

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Los actos de la vida terrena en ese espacio de tiempo son innumerables, hay infinidad de cambios desde la perdida de la vida, enfermedades terminales, separación de los hijos, conflictos de esposos terminan en divorcio, tentación que lleva al adulterio, vicios como el alcohol, cigarro, droga irreversibles, la pérdida de un familiar, abortos, muchos son los acontecimientos que surgen inesperados origen de altibajos de la conducta como también el arrepentimiento firme y el pasajero porque se es consciente del alejamiento espiritual, todo este manojo de desarmonía humana nada tiene que ver Dios Nuestro Señor, ¡Mentira decir, tengo todo esto porque así quiso Dios! La actuación del ser humano no es impedida por Dios, ha dado el libre albedrio a todas las almas para diferenciar lo bueno de lo malo y por sí mismas resolverse a buscar el bien eterno, desvirtuada por la mayoría de las personas esa libertad se ha llevado al libertinaje originen de trastornos en todos los órdenes de la vida, donde la soberbia maligna, la avaricia mezquina, lujuria obscena, ira rabiosa, la gula voraz e incontrolable, la envidia rencorosa y la pereza negligente y apática todos sin excepción han hecho a esas personas obra de maldad perversa que corrompe las almas y con ello el orden espiritual solo para satisfacer conveniencias e intereses malos, por eso no se tiene a Dios en el lugar central de la vida, Él jamás llevaría a sus almas al pecado, por el contrario es incansable en atraer al pecador a su salvación.


Nada hay que modifique los principios de nacer y morir, pero si podemos valorar la gracia de Dios que entrega en cada persona a perseverar en la verdad, de ello tenemos la señal diaria del Señor, el amanecer de cada día que infinidad de personas no lo aprecia y hasta se considera a que obligado venga el nuevo día porque están ansiosos de continuar sus cosas del mundo, la realidad es cada día de vida concedido por Dios una esperanza, entendiendo de ella la virtud teologal por la que se espera con firmeza los bienes, gracias y dones que Dios Nuestro Señor ha prometido, para que por sí mismo cada persona haga suya la salvación de su alma al penetrar al caudal de los bienes recibidos se encontrará el camino de la salvación eterna, porque expulsado en definitiva el mal del pecador arrepentido se convierte en fortaleza de los ataques internos y externos del diablo.
Al desvirtuarse el pecador la virtud de la esperanza la convierte en vana.

Todo empeño de ir al Señor no lo hace, solo lo piensa porque le parece exagerada su realidad, pero sucederá lo profetizado por el Señor “¡Quien tiene oídos, oiga! Lo que le demuestra el error como sordo no escucha y ciego no ve adonde es inducido sin razonar los males en que es llevado, por eso cada momento de vida lo acerca sin prisa y para que la presa no reaccione el propósito del demonio no soltar hasta al final de la existencia del pecador, así vemos como mueren personas de todas las edades que en diferente forma llegan al término de su vida sin el arrepentimiento de sus pecados a pesar de recibir el ofrecimiento gratuito de la misericordia de Dios, no olvidar, Dios quiere la salvación de todos los pecadores, perderse es dolor y pesar en Él porque en cada alma esta la obra de Dios, el pesar del Señor no podemos imaginar el dolor que se le causa haber entregado los bienes, gracias y dones verle a través de su existencia fue comer y beber, perderse, no trabajar, ganar dinero y divertirse, robar, asesinar y una conducta perversa, muchas más son las disyuntivas que pasaron por los años vida en esa alma perdida a pesar de que Dios Nuestro Señor concedió múltiples oportunidades, por lo que es meditar de nuestra parte en este tiempo de cuaresma, sin justificar los actos sean buenos o malos.
¿Porque persisto en buscar logros materiales o económicos y no los espirituales? ¿Por qué los logros me satisfacen cuando someto a la persona a la que se lo hago? ¿Por qué los éxitos me deleitan la trampa que he tendido, el engaño y la mentira de que me he valido? ¿Porque sabiendo que actuó mal lo hago? Lo que empezó sin importancia envolvió hasta convertir en habito el fraude o estafa jugando con la humildad, sencillez y necesidad de las personas, mientras se luche por vencer esas maldades por si solo se fracasara se logrará el triunfo acudiendo a la ayuda de Dios de otra forma será vivir a la vida que se ha atado, se dice así porque el pensamiento intranquilo continuamente maquina como hacer el mal al prójimo no descansa agravando él alma, así surge una maldad tras otra por halla encuentra la maldad y otras más de cada una disfruta lo hecho, la continuidad de esa actitud no cesa, pareciera castigo que no se detiene lo tiene el maligno sometido a no dejar de incitar ni de perturbar seduciendo, no lo deja que se detenga trabaja como esclavo del mal, por eso no tiene tiempo de verdadera paz; lástima que esa habilidad para la maldad no se aplique esa tenacidad y obstinación como el Señor lo refiere en la parábola del administrador infiel, cuando el Amo viendo actuar infiel administrador se admira de la habilidad para sortear la suerte que le espera, así Nuestro Señor muestra para nuestra enseñanza al decir de ese administrador; “Y alabó el Señor al inicuo mayordomo porque había obrado astutamente” No se entienda en el sentido que se lee, el Señor pide la habilidad del mal administrador a que esa habilidad sea buscar el negocio de la salvación con la misma intensidad.
La vida del ser humano es ser activo combatiente en todos los frentes en que es asediada la existencia del alma, alguien dirá: ¡Porque he de ir o estar en un combate que no me interesa! Bueno es reconocer que todos tenemos o debiéramos tener ese interés como primordial, ya que venimos al mundo a luchar por la salvación del alma aceptando que somos en él aves de paso; por lo tanto, cada alma es presa codiciada por el demonio a la que tienta y acecha en todo momento y lugar, forma y manera; reconocer que el demonio jefe de la perversidad controla las fuerzas malignas por lo que todas las almas sin excepción somos sus enemigos, la razón de ese odio es haber sido creados por Dios y entregar el alma a salvar, el demonio en su rebeldía urde lo inimaginable por apoderase de ella así gritar a Dios; “¡Esa alma que tu creaste para glorificarte es mía!” De donde el cristiano católico y la humanidad comprende que por eso hostiga toda la vida terrena, volteando en este siglo a todas partes nos encontramos tentaciones de todo tipo, el diablo persistente se vale de todo para alejar cualquier destello que venga al corazón arrepentido intente corregir los males que se ha dejado inculcar.
Cristo Nuestro Señor imparte la Catedra que muestra a los siglos la forma en que obra el demonio para que él y los suyos vuelvan a someter a la vida maledicente aquella alma que convencida superficialmente lo expulso.

Muchas personas persuadidas en los actos más perversos llegan al punto de que la naturaleza humana creada por Dios es para ser buena y vivir en orden al deseo de su Señor quieren terminar con ello, convencidos de los males del alma se disponen buscar el perdón a sus maldades, en ese acto de desesperación acuden a Dios buscando los medios que de acuerdo a su promesa de salvación cuando a pregunta de Pedro; “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo; No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete “Por eso, cuando el pecador en cuestión llega al punto requerido por Dios que es el perdón de sus pecados causando al interior de su alma gozo al desahogar sus penas la tranquilidad del alma anima decir: ¡He expulsado al demonio de mi alma! ¡Lo he vencido! Así como este ejemplo, no es de dudar existen en el mundo almas arrepentidas que saliendo del cautiverio está en paz, lo malo es que todo queda ahí, creen que ya no volver a caer, piensan que con lo logrado quedaron bien ante Dios, ¡Equivocados! el problema continuara latente al no perseverar asemejándose a quien camina por un campo sembrado de minas, donde al dar el mal paso hará estallar la bomba y morirá.
Expone Jesucristo la Catedra.

Reunida un muchedumbre que en silencio escucha guarda la enseñanza en su pensamiento y memoria lo que se refiere a la forma que el diablo como hace con las almas; ” Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, recorre lugares áridos, buscando donde posarse, y, no hallándolo, dice; Me volveré a la casa mía, de donde salí “ El demonio no tiene ni reposo ni descanso, en el afán de corromper las almas en su favor no descansa por eso su persistencia está obstinada en perder el bien por excelencia de todo ser humano, cuando el alma a la que poseyó de pecados lo expulsa, tiene semejanza al inquilino desalojado de su hogar por artilugios legales o ilegales, así como esa persona vaga por la ciudad donde encontrar un nuevo hogar camina desesperado sin poder hallar habitación, esta semejanza la encontramos en las palabras de San Agustín se refiere al estado del alma y de la gracia; “ Cuando en los sacramentos tiene lugar la remisión de los pecados, se limpia la casa; pero es necesario que more en ella el Espíritu Santo, Espíritu que no habita sino en los humildes de corazón” Aquí la respuesta para el cristiano católico es la necesidad imperiosa para que en su interior permanezca el Espíritu Santo es limpiarla y conservarla contra toda borrasca, inundación o tormentas que quieran destruir el orden de la morada del Señor.

El demonio no se quita del pensamiento la idea de volver al corazón que lo expulso y persiste en su intención, para ello hace acopio de fuerza.

¿Cuál es el estado del alma? Reza el Evangelio; “A su llegada la encuentra barrida y adornada “O sea la encuentra como la dejo la vez que fue expulsado, volviendo al Obispo de Hipona ilustra; “Cuando el Espíritu habita en un hombre, lo llena, lo gobierna, lo impulsa, lo disuade del mal, lo estimula al bien, le hace suave la justicia, para que obre el bien por amor a la rectitud, no por temor al castigo “…

Parecería que el pecador arrepentido tendrá una vida cómoda y apacible No sabiendo que el demonio es un enemigo que no descansa, es obstinado y rencoroso, por la expulsión conspira sobre la forma de volver y quedarse, ya conoce como es su antigua posesión, sus errores, inclinaciones, gustos, vicios y perversidades que repasándolas encuentra la coyuntura para entrar en esa alma, pero antes se cerciora de que lo obtenido por su acercamiento a Dios este empolvado, por ello el Señor dice; “Entonces se va a tomar consigo otros siete espíritus aun más malos que él mismo; entrados, se arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor que el primero “ Volviendo al Doctor de la Gracia desmenuza con claridad y precisión, lucidez y sinceridad la acción demoniaca del enemigo de Dios y de nuestras almas, al que desenmascara y para prevenidos de su maldad expulsarlo de la memoria, entendimiento y voluntad; “Se te perdonaron los pecados, careces del mal; pero solo el Espíritu Santo te llenará de bienes.

El Espíritu Santo se nos recomienda por su operación septenaria, a fin de que sea en nosotros espíritu de sabiduría y entendimiento, de consejo y de fortaleza, ciencia y de piedad, y de temor de Dios.

A este bien septenario oponle, por contraste, un mal septenario: espíritu de estulticia y de error, espíritu de temeridad y de cobardía, espíritu de ignorancia y de impiedad, y espíritu de soberbia contra el temor de Dios.

Estos son los siete espíritus malvados; ¿cuáles los siete aún peores? Los otros siete peores se hallan en la hipocresía; espíritu malo es el espíritu de estulticia: el otro peor es la simulación de la verdad; espíritu malo es el espíritu de temeridad, el otro peor es la simulación de consejo; espíritu malo es el espíritu de cobardía, el otro peor es la simulación de fortaleza; espíritu malo es el espíritu de ignorancia, el otro peor es la simulación de ciencia; espíritu malo es el espíritu de impiedad, el otro peor es la simulación de piedad; espíritu malo es el espíritu de engreimiento, el otro peor es la simulación del temor.

Si no se toleraban siete, ¿quién soportará los catorce? “Sirva esta exposición de San Agustín en este tiempo de Pasión estar con Jesús que adoctrina las almas a perseverar en la verdad, esto es En Cristo Nuestro Señor.
hefelira@yahoo.com

 

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