REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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María al pie de la cruz

…” Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí a tu madre “… (Jn 19, 26-27)
domingo, 5 de abril de 2020
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Cristo Nuestro Señor en la cruz sufrió como hombre, el dramático encuentro entre el pecado del mundo y la misericordia divina, confortado por la consoladora presencia al pie de la cruz de su Madre y del discípulo Amado.

Reza la oración del “Stabat Mater dolorosa” en la Santa Misa de los siete dolores de la Santísima Virgen, en memoria del amor que consagra en la agonía de su Santísimo Hijo al pie de la cruz del monte Calvario;” Estaba la Madre dolorosa junto a la Cruz llorando, mientras su Hijo pendía.

Su alma llorosa, triste y adolorida, traspasada por una espada” La revelación de la profecía de Simeón, es motivo en el cristiano católico una profunda meditación al lado de María Madre de Nuestro Señor Jesucristo, participar del sufrimiento padecido durante su pasión, crucifixión y muerte de la que es parte íntima en la obra de redención y salvación de la humanidad.

Podría entenderse que después de estar al lado de su Hijo en el suplicio del Calvario, Nuestra Madre María Santísima había cumplido su labor de madre del Redentor y su misión está terminada, pensamiento mal entendido.

Cristo Nuestro Señor que vino al mundo para redimirlo del pecado, es obra de su misericordia salvarnos eternamente de nuestras miserias, flaquezas y debilidades que según la conveniencia humana justifica diciendo, somos inconscientes de lo que hacemos, en realidad somos tolerantes y bien sabemos lo que hacemos, endurece al corazón apegado al materialismo y paganismo así cuando a ese pecador se le refiere el error de vivir como vive lo enciende la soberbia maligna detesta le corrijan siendo más su desprecio al mostrar que está por no corregirse a punto de perder la inmortalidad de su alma, irónico da valor a la perversión que se ha dejado seducir, a la frialdad de carecer el sentimiento del amor obligado a Dios y al prójimo, califica ser pensamientos soñadores; los pocos, conmovidos dejan de lado el afecto y apego mundano que ofrece el mundo, convencidos que la maternidad de María Santísima es el parabién de las almas que han pasado, pasan y pasaran por la tierra, entienden y comprenden está gracia inmerecida recibida de su Hijo Cristo Nuestro Señor, por lo que María continua su labor de Madre amorosa, tierna y apasionada en su Hijo Jesús.
María permanece dolorosa al pie de la cruz, así inicio, continua en este y todos los siglos hasta el final de los tiempos, porque nosotros, hijos de su Santísimo Hijo fuimos heredados por Él a Ella.

Al pie de la cruz María prolonga como Madre abnegada su incesante ruego y clemencia, cada lagrima que brota de sus amorosos ojos derrama torrentes de esperanza y cada gota lava la iniquidad del hijo heredado en punto de perdición; su desapego está al no aceptar la enseñanza de su amado Hijo; sus lágrimas continuas ante su divino Hijo al pie de la cruz es para que sus hijos ya no sean persistentes pecadores; siendo madre amorosa, no descansa cumplir la misión recibida de su Hijo cuando en la agonía de su muerte en cruz la hereda, por eso María va por tu alma, la mía y la de todos los seres humanos de cada siglo, verdad en la que persevera su empeño conocedora de la vida espiritual, moral y familiar de cada alma su Hijo ve el pecado cometido; ¿Qué ve? El desapego, la negación de su doctrina, de su mandamiento, desprecio a su palabra, la perversidad en una humanidad en evidente decadencia que irónica se mofa de los valores de salvación, estos y más señalamientos son la punta de un Iceberg donde la inmensa masa de hielo oculta a la vista, en su inmensa parte inferior se va deshielando conforme entra en aguas cálidas del mar se una apariencia imponente en realidad es una fortaleza perdida, así son las asperezas adheridas a los corazones resecos, marchitos y consumidos por los males en que el pecador esta sumergido, no obstante este cuadro es contrario a la palabra que dio su Santísimo Hijo a su pueblo y al mundo, María Corredentora da los bienes en el misterio de Cristo.
Nuestra Madre María Santísima vive en todo instante buscando el bien para salvación de las almas, nunca interrumpe su presencia al pie de la Cruz ante su divino Hijo.

¿Y nosotros por los que es su abnegación maternal, correspondemos? ¿Acaso nuestro corazón es ese tempano de hielo que no conmueve la razón que expresa el Stabat Mater dolorosa?; “Por los pecados de su pueblo, vio a Jesús en los tormentos, y sometido a los azotes” ¿Cuántas cosas vivió y conoció el Inmaculado corazón de María Madre de Jesús al pie de la Cruz? A nuestra pequeña sabiduría increada le parece increíble e inconcebible comprender que al estar nuestra Madre al pie de la Cruz era menester que también su corazón fuera rasgado por su atribulada mortificación y los dolores que padeció su Santísimo Hijo crucificado clarifica el Padre Federico Faber: “Vemos cada vez más claramente que son en verdad indescriptibles” o sea, para tocar nuestra conciencia es reconocer el camino del bien y del mal que nos dicen los injustos azotes en la flagelación, los golpes en su divino rostro, la corona de espinas puesta con indecible desprecio, los escarnios, mofas y burlas de una plebe que ocho días antes lo aclamo; “Bendito el que viene en nombre del Señor” le recibe con clavos en sus divinas manos y pies, la ignominia humana no puede llevar la cruz a cuestas como Cristo Nuestro Señor la llevo sobre sus hombros por ella, los pecados de los seres humanos fue en ella sufrir y padecer en su bendito cuerpo las siete espadas clavadas en su Inmaculado corazón desolado al escuchar los injustos insultos que recibe su Santísimo Hijo verlo crucificado injustamente; “María ha debido sentir el dolor en toda su perfección” Vive su Inmaculado Corazón el sufrimiento de la Madre amantísima al pie de la cruz, volvemos a la oración que reza; ”Estaba triste y dolorosa, como madre piadosa, al ver las penas de su divino Hijo” El mismo dolor que vivió ante su hijo Jesucristo en la cruz, es el mismo que hoy vive por las almas a ellas heredada, cuando al repasar sus corazones descubre amarguras, dolores y penas, sinsabores, engaños y adulterios, sacrilegios y perversidades sexuales, descubre todo, su corazón no descansa de pena y dolor buscando agradar a su amado Hijo no obre el brazo de justicia, su corazón de Madre le permite encontrar medios, formas y esperanzas de salvación.
En la obra del Padre Federico Faber, “María al pie de la Cruz” ilustra con acertada semblanza los dolores de María como indescriptibles y los compara al océano que a nuestra vista es bello, calmado, paisajes hermosos y esplendorosos, pero no se ve su vida interior, sus vertientes marinas, arrecifes, rocas, toda clase de peces y todo habitante que en él vive, las corrientes y todo lo que no vemos, pero sabemos que existen millones y múltiples clases de peces, plantas y tantas cosas más, por lo que expresa; ” Pues esto que sucede con el océano de dolores que mueve sus olas sobre las escondidas profundidades del corazón sin mancha de la Madre de Dios.

Lo que de ella se permite ver nos maravilla, sin embargo, es nada comparado con la grandeza de lo que nos esconde. ¿A qué podremos comparar esas angustias? Lo primero que llama nuestra atención en los dolores de María es su inmensidad.

Suele representarse el amor de María como fuego que ningunas aguas pudieran apagar, y con el mismo encarecimiento han hablado los dolores de la Virgen “Los Santos Evangelios no hablan de los dolores de María, pero como dicen los santos Padres de la Iglesia” No lo hizo porque le era imposible expresarlos; porque los dolores pequeños hablan, pero los grandes guardan silencio.

Solo dice el Evangelio que la Madre de Jesucristo estaba al pie de la cruz “ El Señor paciente desea perdonar al pecador así será hasta que arrepentido acuda contrito a solicitárselo; en el caso de nuestra Madre María Santísima es todo lo contrario, obra como la madre más amorosa de todas las madres, obra como la madre más comprensiva de todas las que existen, obra misericordiosamente más que todas las madres del mundo juntas, provee, alienta y anima, motiva, alivia y consuela, fortalece y vivifica, es de creer y aceptar que estos medios son pocos comparados con los que ella introduce en los corazones fríos y apagados, frívolos y pendencieros que cierran su ser a no escucharlos, a no aceptar la abnegación de María Nuestra Madre sin comprender que ella es nuestra libertadora y puerta de cielo, no se piensa en sus dolores y lágrimas con que la abrumamos al dejar de lado su caritativo amor, quien esto hace es un miserable, Ella no se desanima desborda a profundidad los corazones, su dolor es una espada dispuesta a cortar de tajo el escabroso del pecado, la cuestión es que el miserable pecador reaccione y viva en su corazón del amor de María la intensidad y furor que dio a su Santísimo Hijo en Belén, Nazaret y el Calvario al pie de la cruz; ¿Por qué se desecha? Es la miseria humana.
A partir de la Anunciación inician en María los sufrimientos y padecimientos.

No da a conocer a su esposo José la aparición del Ángel, ni la concepción por obra del Espíritu Santo, José no duda un instante de la santidad de María quien lo deja todo al cielo, pasando al momento en que arriban al pesebre de Belén los pastores a quienes él ángel anuncio; “Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor “ Palabras que María guarda en su corazón, entramos ahora al momento de la presentación del Niño Jesús al Templo donde acude la Sagrada Familia a cumplir la obligación de presentar al primogénito que será llamado Santo.

Estando en el Templo se hace presente Simeón y hace saber a sus padres; ” Bendijolos, entonces Simeón dijo a María, su madre: Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción, y a tu misma alma, una espada la traspasará, a fin de que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones “ Ha profetizado el rechazo del Mesías por Israel que conocerá María al pie de la cruz, y lo guardo en su corazón, hasta ahora todo ha sido glorioso, la profecía fue en María el primer dolor que retiene en su corazón su admirable silencio.

Viene el momento que el ángel en sueños anuncia a José la urgente partida a Egipto, Herodes busca al Niño para quitarle la vida, reza el Evangelio;” Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás hasta que yo te avise.

Y él se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche y salió a Egipto “Sin dar excusas o pedir explicación o aclaración José obro al instante, por ello es modelo de obediencia.

En María no hubo sino en obedecer al mandato de su esposo José responde al instante, no hubo como ahora se estila que la mujer quiere explicación, si me conviene voy, ese lugar no me gusta, está lejos, vaya diferencia.

María en su corazón repasa una inquietud ¿Porque quieren quitarle la vida a mi Hijo? Mas vino a su memoria la profecía de Simeón; …” Una espada” … Y este segundo dolor lo guardo en su corazón.


La angustia padecida por María y José cuando regresan de Jerusalén, donde cada año asistían a la fiesta de la Pascua, esperan la llegada de Jesús en el lugar acordado, pasa el tiempo y no se hace presente, observan la llegada de caravanas que vienen de la ciudad, preguntan a sus parientes si lo han visto y nadie da razón de Él, hasta que la intuición de madre le lleva a considerar que Jesús gusta de estar en el templo, convencidos de ello regresan a Jerusalén angustiados por lo que pudiera pasarle, no vislumbran que nada le pasará pues es el Hijo de Dios, eso no viene a su mente sino un solo deseo: verlo, enseñándonos a que cuando por nuestros pecados perdemos a Jesús, en el Templo lo encontraremos.

Llegan y buscan hasta encontrarlo en medio de los doctores y dijo María; …” Hijo, ¿Por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia “…Y vino la respuesta de Jesús; …” ¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre? No comprendieron las palabras con que les habló “…Lo importante para María y José fue encontrarlo, verlo gozo único, sus palabras María las guardo en su corazón, un momento difícil sentirse culpables de no encontrarlo, María reconoce en su corazón los dolores.


Pasan treinta años donde el Niño de joven llega a la madurez, María ilustrada por Él en la ciencia de Dios, le manifiesta las cosas en que fue dando a conocer la misión encomendada a Él por Dios su Padre, la Madre llegado el momento de salir al mundo estaba resignada, en el abrigo del hogar María lo observa de lejos, se acerca prudente y escucha de las personas lo que piensan de su Hijo.

Cuando las cosas toman camino de su pasión a la redención de las almas, Jesús encuentra a su madre en el momento que lleva la cruz sobre sus hombres, al verlo fue la única alma que comprendió que lleva cargando en la cruz los pecados de todos los seres humanos que han, están y vendrán al mundo, peso tremendo que le hizo caer en tres ocasiones en forma por demás indecible, al verlo María casi estuvo al punto de morir, pero Dios la fortalece y así vive el dolor de una espada más clavada en su corazón.

Llega Jesús al monte Calvario, María a distancia sufre cada gesto, dolor y expresión de su Hijo que le hiere cada vez más, sufre en demasía ver lo que hacen a quien es la verdad eterna, acepta duramente porque entiende va a la redención de las almas.

Y entra el momento que Nuestro Señor perdona a quienes lo injurian, perdona al ladrón, pero vino el momento solemne en que atraído por la presencia de María Santísima en todo el trayecto de la vía de dolor, María habla de su corazón al de su Santísimo Hijo, ambos unidos, ella lo consolaba y Él la conforta, de la gente del pueblo surgen insultos y críticas, entonces padeciendo sus últimos momentos de dolor dirige a su amorosa madre envuelta en el agobio del dolor de su corazón; …” Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre, y también la hermana de su madre, mujer de Cleofás, y María Magdalena.

Jesús viendo a su madre y, junto a ella al discípulo que amaba, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí a tu madre.

Y desde este momento el discípulo la recibió consigo “…Vive María el dolor de la partida de su amado, y su deseo de ser la madre de la humanidad, responsabilidad que desde ese instante ha llevado a pesar de la ignominia humana.

El dolor en ella no cesa, otra espada clavada en su corazón. Imaginemos a nuestra Madre al pie de la cruz, escuchar a su Hijo amado exclamar; …” En tus manos encomiendo mi espíritu “… Verlo inclinar su rostro, ha muerto el Hijo de Dios hecho hombre, ha muerto el hijo de sus entrañas, ha triunfado en su misión redentora, pero me quedo sola, ¡No! Ahora Madre tu amor se ha agigantado aún más, ahora todos los seres humanos son hijos tuyos heredados en el momento culminante de la redención, el Señor tenía para ti una misión única, porque en su corazón está la realidad de su madre, la única que por su amoroso corazón modelará las almas a su salvación, ello implica que María permanece dolorosa al pie de la cruz, ¿acaso la humanidad lo considera. hefelira@yahoo.com

 

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