REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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No Juzgueis

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; absolved y se os absolverá” (Lc 6, 37)
domingo, 14 de junio de 2020
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Reza el Evangelio: “No juzguéis según las apariencias, sino que vuestro juicio sea justo”. Así lo pide Dios Nuestro Señor desde la creación, pero la realidad al paso de los siglos en una inmensa mayoría es otra la actitud.

La realidad de la historia humana muestra los dos caminos que ha seguido en su paso por el mundo de prueba cada alma; fidelidad o de infidelidad, cada una tiene una tiene su propia opción: de la primera su principal y único propósito es tener que volver por donde se vino, esto es, venir de Dios y volver a Él; la segunda es venir de Él y no volver a Él, a esto llama la perversa, malvada y detestable costumbre en millones de seres humanos que diariamente murmuran y calumnian al prójimo que los pierde creando el hábito de juzgar injustificadamente al prójimo, violentando la voluntad de Dios al que se ofende al infringir el mandamiento de la Ley de Dios que instruye en tres legislaciones a cumplir por el cristiano católico: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu.

Este es el mayor y primer mandamiento. El segundo le es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y el octavo reza: “No levantar falso testimonio ni mentir” De lo que se afirma la misericordia del Padre.

Por lo tanto, a nadie le está justificado falsear sobre el prójimo y menos mentir, así lo manda Dios Nuestro Padre, pero cuantos hay que justificando una justificación injustificable eluden su mandato, disimulan engañándose así mismos creyendo que el mandato divino es irreal porque no lo ven y tanto su carecía de fe en Él y la vida mundana es el impedimento por el que continúan tranquilamente falseando y mintiendo del prójimo perdiendo el sentido trascendental que para la salvación del alma es el mandato de Dios Nuestro Señor la realidad de cumplir su mandamiento, se carga contra el prójimo la falsedad que fluye del corazón a la boca en adulaciones, mentiras, exageraciones inventadas, infundios y calumnias al prójimo con juramentos falsos disfrazados de verdad, formando un cumulo de irrealidades que pesan por su falsedad en el prójimo, así, del comentario maldoso y engañoso se pasa al chisme, de ahí al falso testimonio que se convierte en escándalo como si el que juzga fuera perfecto.

Por esas actitudes obstinadas puede entenderse que ese juzgador envidioso de los logros, bienes y realizaciones del prójimo lo lleven conscientemente a mentir por celo, resentimiento e ira, es increíble que el ser humano creado a semejanza de Dios guarde en su interior las bondades misericordiosas depositadas por Dios no razone ni comprenda en que los ultrajes vertidos contra el prójimo agravan el estado de su alma, cuanto que el mandato del Creador ha pedido sea para con el hermano amoroso, como Él lo es con el pecador, evitar la mala pasión que incita al rencor, que aviva la rabia y los arrebatos de cólera al punto de la venganza que termina en crimen, siendo precisamente lo que Dios Nuestro Señor no desea, y afirma en el quinto mandamiento: “No matarás” El pecador juzgador fuera de sí manifiesta en hechos inconcebibles lo malvado de sus críticas y que a su momento rendirá cuentas si antes no se arrepiente.


A consecuencia del mandamiento de la Ley de Dios, la providencia misericordiosa del Señor ha depositado la nobleza de corazón en todo ser humano que tendrá en el alma y sus sentidos hacer el bien, y evitar el mal, deducciones imborrables en la conciencia porque se entiende que por ella es hacer a la persona obre el bien que consiste en tratar a los demás como se desea ser tratado, por lo que se pide respeto mutuo y cuidado de no ofender al prójimo, dado que con la misma forma que se mide al prójimo será correspondido; lo contrario es cumplir, pues el mal crea la dificultad cuando el pecador valora la realidad de haber juzgado y el mal causado al prójimo está convencido de que esos males hechos por él a nadie volverá hacerlo, lo que sigue es cumplir lo que se promete.

Enseñanza que clarifica el entendimiento para comprender el valor de salvación viene desde al nacer, conforme el ser humano va recibiendo los sacramentos y avanza en edad se activan en el interior los valores de salvación arraigándose a la conducta humana se convierte por el pecador arrepentido en norma de vida que velarán en los quehaceres cotidianos de cada persona, ello se establece por el orden espiritual que es el orden justo de vida moral, familiar, social y de respeto entre los seres humanos.

Pide Jesucristo Nuestro Señor la recta intención en el obrar, este deseo es fruto de importancia que el cristiano católico de todos los tiempos puede y debe hacer suyo; “Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre celestial” Su palabra está frente a nuestra alma y en la conciencia como el modelo a seguir e imitar de Él la perfección de nuestro Padre celestial ha estado y estará en su palabra que es y será bueno con los que obran como es su deseo, pero aquellos que de palabra, obra y pensamiento obran como sus enemigos, ¿Qué podremos decir? En los seres humanos interviene la disposición del alma según la fe en Cristo Nuestro Señor para reaccionar que de falta la gracia, la frecuencia de sacramentos, la asistencia indiferente a la Santa Misa, la carencia de oración punto clave para entender la misericordia de Dios, es comprender que esa perfección a la que se refiere Jesucristo Nuestro Señor es luchar hoy, siempre hasta el último latido del corazón sin dar tregua a la tentación vencer esa inclinación que impide imitar del divino Padre su misericordia.
Fácil es imitar los ídolos de barro que pululan en el mundo, fácil exaltarlos, aunque su figura sea mal ejemplo por sus costumbres perversas y maledicentes, convertidos en fetiches son causa y motivo de culto supersticioso a los que una crítica de su pervertido comportamiento es ser acusado de estar fuera de la realidad, juzgar su viciosa conducta es caer en el desprecio del ¿Cómo es posible decir que es malo quien nos hace sentir bien? En efecto, son personajes a los que sería obligado analizar a fondo como son en todos los órdenes de su vida y se descubrirá su pobre y mísera personalidad de su triste realidad; drogadictos, esquizofrénicos, mal alimentados, con problemas personales, perturbados e irreflexivos y más es su realidad, es posible que los admiradores reaccionarían no con desilusión, los defenderían sin importar la realidad amoral de su maldad escondida, son seres humanos como la paja que hoy se corta y mañana se mete al fogón y ni cenizas queda; esos fetiches fueron hoy, mañana nada; hoy preferidos, mañana repudiados; hoy todos quieren estar al lado de ellos, y mañana ni quien los tenga en mente; hoy exaltados y al futuro sepultados en el olvido, son como los celulares de hace cinco años donde todos se peleaban por uno, hoy ni quien se acuerde de ellos, así son las cosas novedosas del mundo sean humanas o materiales de las que no es posible juzgar su maldad “por es buena” esas novedades de hoy que malamente se juzgan “como” buenas, al tiempo quedan por si solo demostrado que nada fueron de valor, menos de provecho sólo resaltados recuerdos de su vida mundana, en realidad tienen un común denominador, en su momento cada personaje de esa conducta hizo perder a las almas su valioso tiempo de vida en el paso por el mundo; ”El tiempo perdido los santos lo lloran” por eso las personas que pierden el tiempo en las banalidades del mundo su pensamiento es vacío y su voluntad apática e indiferente abandonados a las cosas que en un descuido hacen perder la razón del porqué estoy en el mundo.

Se puede razonar de esas presunciones ser una moda de tentación que pasa y es echada al cesto de la basura, lo que en sus oídos despertó la presunción de gozar esas novedades se juzga y quien dio las razones de juzgar su maldad condena, pero rechazado al tiempo los perjudicados recapacitan ¿Si hubiera escuchado aquel que juzgó con verdad y nosotros lo juzgamos muy mal? Esa actitud muestra que es así a la vida que llevó, cuando se ha entendido que el mejor camino en esta vida de paso es imitar la misericordia del Padre viene el arrepentimiento y se descubre con amargura que el tiempo dedicando a seguir e imitar esos fetiches de paja fue un nulo esfuerzo perdido, recapacitar en el error de haber juzgado acremente al prójimo censurarlo y hablar mal de él, en vez de cumplir la obligación de cristiano católico servirle caritativa, amorosa y desinteresada por amor a Dios como nos ha enseñado, valorando el verdadero sentido a la vida concedida por Dios, la realidad de estar en este mundo no es para juzgar lo bueno o lo malo sino para hacer el bien y evitar el mal que la gente debiera ayudarse a sí misma la salvación de su alma.
Porque uno es el bien que deposita el Señor y otro el mal que como la cizaña surge al lado de la buena semilla para truncar el fruto que se espera de ella.

Para dominar la hierba mala es ahondar en la práctica de las obras espirituales en favor del alma del prójimo, es instruir en la obra de Cristo Nuestro Señor, proporcionar buenos consejos, corregir al que se equivoca, consolar al afligido, perdonar las injurias y sufrir con paciencia los defectos del hermano en desgracia, lo importante es rogar a Dios por los vivos y los muertos, esta es la obra de misericordia que el cristiano católico debe poner en práctica, porque es vivir a Jesucristo Nuestro Señor, es imitarle, es seguir sus pasos y no caer en la provocación de juzgar los defectos personales y jamás juzgar entre otros la problemática que se conozca de las personas a las que se auxilia en su pesar, la misericordia que Jesucristo Nuestro Señor dispone para toda alma que Él es el ejemplo a imitar.

Refiriéndose a ella San Agustín ilustra; “Se habla de misericordia cuando la miseria ajena toca y sacude tu corazón. Todas las obras buenas que realizamos en esta vida caen dentro de la misericordia” De donde el Hijo de Dios Jesucristo recomendó no sólo a sus Apóstoles y sucesores, sino a todas las almas que han pasado, pasan y vendrán al mundo ser como Él en su obra de misericordia he aquí su amorosa palabra que abarca el amor del Padre a todo hijo por Él creado; “Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre” San Agustín empeñado en manifestar a los siglos que su vida estuvo acentuada en ser misericordioso dice: “Dios es el primero que ejercita la misericordia.

Una misericordia que se manifiesta, en primer lugar, en el acto de la encarnación del Hijo, en el que Cristo, el Buen Samaritano, baja de los cielos para rescatar al hombre que había perdido todos sus dones al haber sido despojado por Satanás.

Cristo es, pues, el primer ejemplo de misericordia, y quien revela cómo es la misericordia del Padre” Y una de las obras de más trascendencia del cristiano católico, es de Jesucristo Nuestro Señor no juzgando al prójimo, sino amarle y servirle, ello significará llevar a los hechos la enseñanza, deseo y mandato de quien vino al mundo a derramar su preciosísima sangre, que todo lo que sufrió y padeció en su pasión, crucifixión y muerte por la salvación de todas las almas entendemos en ello la obra máxima de su misericordia, nuestra salvación.

¿Entonces porqué juzgar mal a quien tanto bien hizo por todos los seres humanos? ¿Es Dios Creador de todo lo que existe, de todo lo que está a nuestra vista, cielos, tierra, universo, porque se le juzga como lo hicieron los fariseos de estar en contubernio con los demonios, que como caja de resonancia miles de incrédulos e impíos repiten la acusación juzgando mal a Dios? ¿Por qué? A ellos y los pecadores es asimilar la misericordiosa palabra de Jesucristo Nuestro Señor que viene de los divinos labios de Dios Nuestro Señor; “Dad y se os dará; una medida buena y apretada y remecida y rebosante se os volcará en el seno; porque con la medida con que medís se os medirá” Legislación misericordiosa a recapacitar jamás juzgar a Dios, sino alabarle y darle gracias.

El hábito de fingir interés, cualidades o sentimientos haciendo creer al prójimo que vive y siente el dolor y la pena, eso en las funerarias por los vendedores, en su comercio de muertos, contrario a la verdadera realidad finge, ese es un inicuo engañador y estafador.
Comprender, contra la hipocresía la misericordia del Padre.

El que finge desconcierta al prójimo en el momento de angustia que vive, y escuchar al que por sus palabras muestra tener la preocupación del que sufre, porque cree, comparte su dolor que de momento en el afectado no hay tiempo para recapacitar, solamente el suspicaz lo capta, pero el que no, lo envuelve la actitud del hipócrita, de donde Jesucristo Nuestro Señor nos alerta en la parábola contra la hipocresía; “Les dijo también una parábola: ¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo?” La carencia del sentido de la vista entre dos ciegos es entendida, pero el Señor se refiere al ciego de corazón, de inclinaciones, tentaciones, del extorsionador engañador, a esos y más que van por esa dirección, jamás podrán guiar a otro igual, son como hienas hambrientas que unidas atacan su presa, pero al tenerla, son celosas al devorar porque quiere todo para ella, y nada para las otras que ayudaron, ejemplo que muestra la realidad humana, sólo escuchando la palabra de Dios se esquivará la maldad del hipócrita.
Por otra parte, enseña la humildad el camino de la perfección del alma, nos hace reconocer nuestros defectos, pacientes soportar las adversidades, bondad y recogimiento reconociendo que la práctica de la humildad hará cada vez mejor la relación con Dios Nuestro Señor lo ha enseñado; “No es el discípulo mayor que el maestro, sino que todo discípulo cuando llegue a ser perfecto será como su maestro” Cristo Nuestro Señor vino al mundo para que por su palabra, enseñar la forma de vida adecuada para la salvación del alma, uno de los tropiezos graves es pretender o de hecho juzgar a nuestro prójimo, tenga o no tenga razón de lo que se dice, quien lo hace debe entender y estar consiente que su espíritu de juzgar es faltar a la virtud de la caridad, afectada por esta situación se pierden las demás, (fe y esperanza) aparte de ello la ceguera es irse contra el prójimo sin importar el agredirlo sea de palabra o de hecho, olvidando que esa ceguera acusa al prójimo tenga en su vista una viga que no le permite ver sus yerros, cuando que al juzgar no aprecia el juzgador que él tiene una mayor en sus ojos y no puede quitarla de sus ojos por ello el Señor enseña: “¿Cómo es que ves la pajuela que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu propio ojo? ¿Como puedes decir a tu hermano: déjame que te saque la pajuela de tu ojo” si tu no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano”.

El Señor señala la gravedad y consecuencia de la hipocresía, en efecto un ciego no lo ve porque obsesionado en hacer caer a su víctima finge, San Pablo ilustra: “¿Quién eres tú para juzgar al siervo ajeno?” Al tener un conflicto con el prójimo la ceguera induce a no ver, sino actuar a la inclinación de formar un falso juicio sobre él, y por el condenarlo, satisfaciendo el amor propio de “lo hice” y justificarse lo que en su conciencia le dice e insiste es injusto.

¿Cuál es el mejor camino? No juzgar acudiendo a la misericordia de Jesucristo Nuestro Señor.
hefelira@yahoo.com

 

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