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Lleva lucha contra cáncer a vacuna del Covid-19

Ugur Sahin y Özlem Türeci, los fundadores de BioNTech. Foto: BIONTECH
La historia de la primera vacuna de Covid-19 que será autorizada en Occidente inició hace 30 años en una zona rural de Alemania cuando dos jóvenes médicos
jueves, 3 de diciembre de 2020
Por: Bojan Pancevski
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Agencia / Reforma

Mannheim, Alemania (03 diciembre 2020).- La historia de la primera vacuna de Covid-19 que será autorizada en Occidente inició hace 30 años en una zona rural de Alemania cuando dos jóvenes médicos, hijos de migrantes turcos y recién enamorados, prometieron inventar un tratamiento nuevo para el cáncer.

BioNTech SE, de Alemania, y su socio estadounidense Pfizer Inc. han tardado 10 meses en desarrollar la vacuna que recibió autorización para su uso de emergencia en Reino Unido el miércoles, superando por más de tres años el récord anterior para una vacuna en Occidente.

No obstante, para Ugur Sahin y Özlem Türeci, los fundadores de BioNTech y el equipo de esposos detrás de la exitosa iniciativa, fue el resultado de tres décadas de trabajo, empezando mucho antes de que el coronavirus apareciera por primera vez en humanos el invierno pasado.

Cuando surgió la pandemia, Sahin había pasado años estudiando el ARNm, las instrucciones genéticas que pueden ser introducidas al cuerpo para ayudarlo a defenderse de virus y otras amenazas.

En enero, días antes de que la enfermedad fuera diagnosticada en Europa, usó este conocimiento para diseñar una versión de la vacuna en su computadora en casa.

Sahin nació en Iskenderun, en la costa mediterránea de Turquía, en 1965. Se mudó a Alemania cuatro años después cuando su padre fue reclutado para trabajar en una fábrica de Ford cerca de Colonia como parte de una política para reconstruir la Alemania de la posguerra con mano de obra extranjera.

El padre de Türeci, un cirujano, llegó a Alemania más o menos al mismo tiempo para trabajar en un hospital católico en el pequeño poblado de Lastrup, donde Türeci creció sintiéndose inspirada por las monjas que cuidaban a los pacientes de su padre.

Tras contemplar convertirse en monja, siguió los pasos de su padre.

Sahin y Türeci dijeron que su frustración como jóvenes médicos sobre la escasez de opciones que enfrentaban los pacientes de cáncer para los cuales la quimioterapia ya no funcionaba había sido la fuerza que impulsó su trabajo con el ARNm.

Cuando se conocieron en el hospital de la Universidad de Homburg en los 90, "Nos dimos cuenta de que con la terapia estándar llegaríamos rápidamente a un punto en el que no teníamos nada qué ofrecer a los pacientes", relató Türeci.

"Fue una experiencia formativa".

Los dos escribieron sus disertaciones doctorales sobre terapias experimentales. Christoph Huber, el entonces director del departamento de hematología y oncología de la Universidad Johannes-Gutenberg, en Mainz, y quien ahora es un director no ejecutivo en BioNTech, los persuadió para que se unieran a su cuerpo docente.

Ahí, empezaron a investigar nuevos tratamientos basados en programar el sistema inmunológico del organismo para vencer al cáncer como si fuera una enfermedad infecciosa.

En el 2001, la pareja fundó su primera compañía, Ganymed Pharmaceuticals GmbH, para desarrollar un tratamiento con anticuerpos. Türeci era directora ejecutiva y Sahin estaba a cargo de la investigación.

Un día, en el 2002, Sahin y Türeci salieron de su laboratorio más o menos a la hora de comida y se encaminaron al registro civil, donde se casaron antes de volver a ponerse sus batas de laboratorio y regresar al trabajo.

Los primeros y más importantes patrocinadores de la pareja fueron Andreas y Thomas Strüngmann, hermanos gemelos e inversionistas multimillonarios que han invertido más de 200 millones de euros, el equivalente a 241 millones de dólares, en las iniciativas de la pareja desde el 2001.

"Ugur es el visionario que nos muestra el futuro y Özlem nos dice entonces cómo llegar ahí", dijo Helmut Jeggle, presidente del consejo supervisor de BioNTech y administrador de la oficina familiar de los Strüngmann.

Los hermanos, indicó, estaban felices de darles amplia libertad estratégica a los dos científicos.

En el 2008, Sahin y Türeci fundaron BioNTech para expandir su investigación de tratamientos con anticuerpos hacia el ARNm. Desde que Ganymed fue vendida en 1.4 mil millones de dólares en el 2016 y la pareja reinvirtió las ganancias en su nueva iniciativa, se han enfocado sólo en BioNTech.

Todos los directores ejecutivos en BioNTech son científicos, incluyendo al director financiero y el de ventas. El CEO conserva su puesto como profesor en la universidad local, donde capacita a candidatos de doctorado, en ocasiones con miras a su reclutamiento.

El equipo de BioNTech, la mitad conformada por mujeres, incluye a científicos con 60 nacionalidades, entre ellos autoridades en el ámbito del ARNm como Katalin Kariko, una profesora de bioquímica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania.

El 25 de enero, un sábado, tras leer un estudio que dijo que lo convenció de que la enfermedad desconocida en China pronto envolvería al planeta, Sahin se puso a trabajar en su computadora, diseñando la plantilla para 10 posibles vacunas contra el coronavirus, una de las cuales se convertiría en BNT162b2, la vacuna autorizada en Reino Unido el miércoles.

Más tarde ese día, le informó a Jeggle que BioNTech reenfocaría su labor al combate de un virus que todavía no tenía nombre ni había sido diagnosticado aún en Europa.

"Me sorprendió, por decir lo menos", dijo Jeggle, quien ha trabajado con Sahin desde el 2001. "No teníamos mucho capital libre y estábamos ocupados con nuestra investigación sobre cáncer".

Sahin citó la influenza en Hong Kong de 1968-1969 que cobró hasta 4 millones de vidas. Después de dos horas, Jeggle cedió.

El lunes siguiente, Sahin reorganizó a su personal en turnos de siete días, les pidió a trabajadores clave que cancelaran sus vacaciones y dejaran de usar el transporte público.

Lightspeed Project, como apodó al esfuerzo, desarrollaría una vacuna en meses en lugar de años, como había sido el caso hasta ese momento.

En febrero, Sahin observaba el efecto de la vacuna en un microscopio. Se tomó un selfie con dos empleados presentes. "Creo que este es el nacimiento de nuestra vacuna candidata", declaró.

BioNTech había estado trabajando con Pfizer para desarrollar una vacuna contra la influenza basada en tecnología de ARNm. Así que cuando Sahin necesitó un socio para organizar ensayos clínicos a través de continentes, producir la vacuna globalmente y ayudar a distribuirla en Estados Unidos y Europa, supo a quién recurrir.

En marzo, las dos compañías firmaron un trato de cooperación y en abril iniciaron las primeras pruebas con humanos.

Más tarde, BioNTech adquirió una compañía en Estados Unidos y una enorme fábrica farmacéutica en Alemania para aumentar la escala de la producción, a la espera de una autorización, un enfoque sumamente arriesgado en caso de que el intento fracasara.

Morgan Stanley calculó que la vacuna generaría más de 13 mil millones de dólares en ingresos para Pfizer y BioNTech. Cualquier ganancia será reinvertida, apuntó Sahin.

Su enfoque principal no ha cambiado: llevar innovadores tratamientos para cáncer basados en ARNm y de otro tipo, 11 de ellos actualmente en ensayos clínicos, al mercado.

 

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