REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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EL DULCE Y SANTO NOMBRE DE JESÚS

“Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que fuese concebido en el seno” (Lc. 2, 21)
domingo, 3 de enero de 2021
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Los Hechos de los Apóstoles se da a conocer la fuente inspiradora de salvación al dirigirse Pedro y Juan a los del Sinedrio dándoles a saber que crucificaron a Jesucristo; “Y no hay salvación en ningún otro.

Pues debajo del cielo no hay otro nombre dado a los hombres, por medio del cual podemos salvarnos” El dulce y Santo nombre es: ¡Jesús! Unido al de Cristo es el Santificado nombre de Jesucristo Nuestro Señor.

Refiriéndose San Agustín a la disposición en la que todo ser humano creado por Dios está en creer y aceptar de palabra, obra y pensamiento la divinidad de Cristo Nuestro Señor, Hijo de Dios.

Su ilustración dirigida a los de su siglo se extiende a todos los tiempos, para conducirse la humanidad como barco a puerto que es la fe y confianza en su Salvador y que se reclama en este siglo XXI, es la incredulidad que se pasea enseñoreada dominadora de las almas, su actitud irónica burlona dirá: ¡Eso es ficticio! Al decirlo se reafirma la expresión real de la verdad en el incrédulo que a pesar del esfuerzo por desecharla más se reafirmas en Él y como es en si mismo lo es también la incredulidad en el mundo y en los del mundo se ha convertido en una inmensa mayoría habito de vida, señala al incrédulo que dice creer; “Hay gran diferencia entre creer en la existencia de Cristo y creer en Cristo.

Pues que existe Cristo lo creyeron también los demonios, quienes, en cambio, no creyeron en Cristo” Así está la humanidad en este tiempo, para justificarse muchos pregonan creer, pero creen en un cristo falso, efímero y sin valor espiritual, creen en un cristo que tiene que ser a la medida del gusto y en acuerdo a su comodidad, ¿Entonces que sucede? El incrédulo se engaña, porque atrapado en ella no es apto para deducir que la sinceridad de nuestra fe es lo que Dios Nuestro Señor pone a prueba, lo enseña San Pedro; “A fin de que vuestra fe, saliendo de la prueba mucho más preciosa que el oro perecedero”.

Dejemos esas fantasías inicuas y engañadoras que sostiene la incredulidad y vayamos a la realidad que el cristiano católico cree, ama y acepta de corazón en su propósito de conformar su fe en Cristo Nuestro Señor.

El Obispo de Hipona enseña; “Sin duda alguna, la gracia de Dios es un don divino; a su vez, el Espíritu Santo mismo es el máximo don de Dios y por eso se le llama gracia” Buena será la pregunta; ¿Porque se le llama gracia? La gracia es sencillamente gratuita, pero entendamos y razonemos no es un premio o recompensa o mérito creer, es percibir para deducir que la gracia es un don que viene después del perdón de los pecados.

A ello entre otras muchas cosas vino al mundo el Salvador de la humanidad, hubo de iniciar su calvario como todos los seres humanos que venimos a este mundo de prueba desde al nacer; Cristo Jesús no vino a salvarse de sus pecados, porque siendo Dios nada en Él es pecado, es misericordia, su corazón es limpio sin mancha de pecado; Cristo es la divinidad que Dios Nuestro Señor envía al mundo a salvarlo del pecado y en esta misión a Él conferida estamos todos los pecadores incluidos.

Ahora bien, reflexionando en la obra de Dios, en esta misión de salvación envío a liberarnos de nuestras maldades perversas a su divino Hijo, que en el pesebre de Belén recibe María su Madre en sus benditos brazos del Espíritu Santo al Mesías Salvador, al Redentor del mundo, al verdadero Dios, al Hijo de Dios, al Primogénito de la creación, al Rey de reyes y Señor de señores, al pan de vida eterna, al Buen Pastor, al Cordero de Dios y todo aquel nombre que Dios en las Sagradas Escrituras dio para Él.

Mas Dios Nuestro Señor su Amado Padre de su divina voluntad fue el nombre de su predilección: ¡Jesús! En el afirma el Señor su misión de Salvador del mundo.

El cristiano católico de los siglos reconoce y agradece a Dios su Creador la obra de salvación que San Juan expone; “porque así amó Dios al mundo; hasta dar su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

En el dulce y Santo nombre de Jesús está el principio del fundamento de la fe, ello es fortaleza, entereza y confianza, como la esperanza y el crecimiento por la caridad.

No es de dudar que cuando el Ángel comunica con anticipación y por separado a María su Madre y a José su padre nutricio el nombre dispuesto por Dios, el corazón de cada uno fue invadido de gozo y alegría espiritual sin medida recibir de la autoridad de Dios Padre el mandato divino, y la palabra de Dios se cumplirá en sus padres.

El nombre de Jesús se escucha en la Anunciación cuando el Ángel Gabriel anuncia a María la encarnación del Verbo, conforta a María que en su interior el mensaje del enviado de Dios la sorprendió con palabras que en ella no eran su costumbre, el Ángel tranquiliza su corazón; “Mas el Ángel dijo: No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios.

He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” La comprensión de María queda clara y en su alma el deseo del Señor.

María guardo el contenido del mensaje y aceptando lo dispuesto por Dios Nuestro Señor responde; “He aquí la esclava del Señor, Hágase en mí según su palabra” A no dudar que en el cielo fue manifestación súbita de impetuoso júbilo que continua hasta ahora.

Quede comprendido, el Ángel no hablo por si mismo, lo que da saber a María le ha sido dado palabra por palabra que Dios Nuestro Señor le dicto, el punto importante de la misión del Ángel es el nombre de Jesús, nombre que viene del deseo de Dios Padre, ¿Que no daríamos por escucharlo de viva voz al Mensajero? Nuestro corazón seria como mantequilla que conforme se va calentando se derrite, al leer el pasaje evangélico ahondando en el nombre de Jesús descubrimos la dulzura de su significado.

Nada hay en el mundo que de verdad sea perfecto en las obras humanas, solo Dios es perfecto en todas y cada una de sus obras, ejemplo de ello es nuestro cuerpo y nuestra alma, por ello conociendo la debilidad y flaqueza de la naturaleza humana motiva a que el ser humano luche y se esfuerce en ser perfectible en sus actos para con Dios, su alma, su corazón y por ende lo será en las cosas de su vida en el mundo porque estará en la persona aplicar su capacidad de perfeccionamiento bien inseparable que Nuestro Creador deposita en cada persona, siendo su fe y confianza en el Señor la defensa y amparo ante las adversidades que surgen en el vida de cada persona, a la vista humana, a como es la costumbre despierta un serie de interrogantes que más que encontrar la razón crea desconcierto en lo que se soluciona por la gracia, de la que apreciamos viene del perdón de los pecados, así que todos la pudieran tener si estuvieran alejados del pecado, pero como somos pecadores será difícil adentrarse en los misterios de Dios, por lo que viene la pregunta; ¿Cuántas cosas vemos en este apartado evangélico? ¡Bastantes! La carecía de la fe hace entender el sentido contrario y se juzga a la ligera.

Detengamos esa crítica sin sentido y forzando el alma y corazón abramos este para que la obra perfecta de Dios avive nuestra fe ante su omnipotencia.

Vamos a un recordatorio, cuando el Ángel Gabriel se hizo presente en María enuncia el Evangelio; “Fue enviado a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida en matrimonio a un varón, de nombre José, de la casa de David” Ello expone que María a ese momento era esposa de José y escucha turbada el anuncio del mensajero que conforme fue dando a conocer su misión la paz y tranquilidad vino a Ella y discernió cada palabra del Ángel.

María conocía los oráculos de la venida por ese tiempo del Mesías Salvador, en su interior jamás paso la ligera idea de ser ella el medio para su venida, eso era entre las mujeres de la gente de la sinagoga, de los sacerdotes y demás, por ello al principio se desconcertó, pero entendido el mensaje de Dios que recibía del Mensajero y acepta por lo que es de fe creer y aceptar que a su palabra el Espíritu Santo deposita en el seno de María al Verbo de Dios Encarnado.

El Ángel manifestando la omnipotencia de Dios dijo a María; “Porque nada hay imposible para Dios” Esto fue porque su prima Isabel a pesar de su edad a concebido un hijo; “y esta en el sexto mes la que era llamada estéril” Ya en estado Nuestra Madre, hablaría de visitar a su prima Isabel con José y él acepto, permanece con su prima tres meses, cuando vuelve su esposo José en el instante nota los cambios en su esposa María, quien turbado, confundido y porque no agobiado, vino en él una serie de pensamientos que le inducían apartarse de su esposa María, damos paso a la palabra de Dios ya que en ella está la respuesta, respuesta de fe y confianza, porque Dios siempre es puntual en el cumplimiento a su promesa.

Sirva como antecedente lo expuesto en los Santos Evangelios sobre el Protector diligente de Cristo Señor San José. Reza el Evangelista San Mateo;” José, su esposo, (De María) como era justo y no quería delatarla, se proponía despedirla en secreto.

Mas mientras andaba con este pensamiento, he aquí que un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque su concepción es del Espíritu Santo.

Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, (Salvador) porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” Hasta aquí la disposición de Dios Nuestro Señor por intermedio del mensajero, deducimos que los padres de Nuestro Señor Jesucristo antes de su nacimiento han sido por decir notificados por Dios sobre el dulce y santo nombre de Jesús con el que será bautizado.

“Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel antes de que fuese concebido en el seno” Como todo plazo en la vida le llega su turno, el Niño Jesús es presentado en el Templo sin tener necesidad de pasar por este sufrimiento pues siendo Dios quiso padecer sangre, dolor y lágrimas desde su infancia para enseñarnos a cumplir las reglas, aunque nos parezcan simples cumplirlas.

El Niño Jesús padeció intenso dolor al ejercer en Él la operación al ser circuncidado, fue su deseo el primer derramamiento de su preciosísima sangre y con ello sufrir el dolor que sacudió las entrañas del Niño Jesús a esa edad, expresa no solo el dolor físico sino entender que Dios desde ese instante de su vida en el mundo derrama sus lagrimas por todos los pecadores que han pasado, pasan y pasaran por el mundo e inició el pagó por los pecados de la humanidad al verter su preciosísima sangre en aras de su salvación.

Al concluir vino el instante en que le fue impuesto el dulce y santo nombre de Jesús, el Hijo de Dios será llamado y reconocido por toda la eternidad: ¡Jesús, el nombre anunciado por el Ángel predicado por los Santos Apóstoles y aspirado por Santos y Santas, mártires, almas justas.

De ello San Agustín invita a reflexionar; “Estos hechos son asombrosos, porque son divinos; son inefables, porque son también inescrutables; la boca del hombre no es suficiente para explicarlos, porque tampoco lo es el corazón para investigarlos.

Creyó María, y se hizo realidad en ella lo que creyó. Creamos también nosotros para que pueda sernos también provechoso lo hecho realidad” Por ello en reconocimiento a la designación del Señor a su divino Hijo vino la costumbre desde antaño, que hoy ha predominado la intención perversa de la incredulidad en dejar de lado la sana intención del cristiano católico de expresar el nombre de Jesús al iniciar el día y toda obra, desear al prójimo que la bendición vendrá de Dios Nuestro Señor al principio de todas las cosas que en su nombre realizará destacando el Santo nombre de Jesús exhortando al pronunciarlo el buen deseo que se pide a Jesús Hijo de Dios, así ocupa el lugar que le corresponde en la vida humana, un deseo tan fácil decir acostumbrarse en muchos es pena, otros temores pocos dan mucho valor al dulce y Santo nombre de Jesús.

¿Por qué al ser humano le gusta vivir en conflictos sean de intriga, mentira, soborno, corrupción, drogadicción, prepotencia, maldiciones a toda persona, a las cosas que se hacen de trabajo y actividad? En una inmensa mayoría esta conducta se ha convertido en una forma de vida, lo malo es que eso origina intranquilidad porque en ello no encuentra satisfacción espiritual, moral y personal, lo que hay es desquitarse, vengarse, humillar sin sentido, burla soez, pero como nada hay que detenga estas actitudes hay desenfreno en todo acto de la vida, bien se pueden tener relaciones extramaritales, perversidades, drogadicción y vicios que cada vez se arraigan hasta cobrar la factura con la muerte, y después de ello el destino eterno donde no hay justificación a los actos contrarios al mandamiento que Dios Nuestro dispuso cumplir en nuestro paso por la vida, esa actitud fue libre no hubo reclamo, se hizo lo que se quiso, se renegó y desprecio los llamados de Dios a detener la vida insoluta y pecadora, en una palabra la misericordia de Dios quedo en nada.

¿Por qué? Es la perdida de la fe y confianza en Cristo Nuestro Señor, creyendo que los males que viven no tienen salida, en efecto no los tienen porque el pecador así lo quiere, aunque tenga poder económico, y de toda índole, cae en un circulo cerrado que cada vez le oprime.

La salida de ello está en la firme decisión del afectado, está en voltear la vista al crucificado, y ahondar que así vino a quedar por la salvación del pecador, está así porque vino al mundo en el pesebre del Belén a salvar a todas las almas del pecado, padeció antes de su primer respiro la humillación y desprecio de la humanidad, la persecución injusta como fue su muerte, saber de ello es motivo a critica o de voltear la vista a otra parte, al disimulo o al no me importa, ¡Pero a Cristo Jesús si le importa! Bueno es recordar que dando un paso adelante en su agonía abogo por todos nosotros miserables pecadores; “Señor perdónales porque no saben lo que hacen” Justifico nuestros pecados y se hizo cargo de nuestra salvación a sabiendas de bien sabemos las maldades que se cometen.

Lo recomendable es frenar los impulsos de la vida en que se está involucrado atrayendo la memoria, entendimiento y voluntad al pesebre de Belén y ver al Rey de reyes, al Señor de señores, al Hijo de Dios en un pesebre donde comen los animales, rodeado de un buey un asno que rinden adoración a su Dios y con el calor de su cuerpo dan calor al Niño Jesús que vino por ti y para ti hombre como dijo el mismo en peregrinación por el mundo, “De poca fe”, no quedo todo ahí, desde su tierna edad la primeras gotas de su preciosísima sangre fue el principio del pago por nuestros pecados, así inicio el camino que termina en la lanzada del soldado cuando aún sin vida derramo las últimas gotas de ella.

Para animar, motivar y reflexionar Dios Padre pide sea impuesto el dulce y Santo nombre de Jesús, Salvador nuestro. Atraer el recuerdo del refrán que dice; “Nunca se sabe lo que se tiene, sino hasta que lo ve (tiene) perdido.

hefelira@yahoo.com

 

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