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Amalia Guerra, la escritora rebelde

La escritora Amalia Guerra, de carácter fuerte, bohemia y gran conversadora, se codeó con la élite intelectual de Jalisco en los años 30. Su literatura ha quedado relegada. Foto: Cortesía
Amalia Guerra se codeó con la élite intelectual de Jalisco y dejó una amplia obra literaria, pero su huella literaria ha quedado desdibujada.
domingo, 26 de marzo de 2023
Por: Alejandra Carrillo
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Agencia / Reforma

Guadalajara, México(26 marzo 2023).- Amalia Guerra se codeó con la élite intelectual de Jalisco y dejó una amplia obra literaria, pero su huella literaria ha quedado desdibujada.

Nacida en Michoacán un 25 de septiembre de 1916, pero ciudadana de Guadalajara durante casi 50 años, solo estudió hasta el segundo año de primaria, pero se hizo escritora a sí misma de forma autodidacta.

A los 14 años, cuando ya tenía que trabajar para ayudar a su familia, leyó a Dostoievski.

Publicó los libros El Vuelo (1974), La Fiesta (1985), Las Ataduras (1993), Retorno al Eco (1998), y A Pesar de la Niebla (1999). Asistió a talleres rodeada de escritores como Arturo Rivas Sáinz, Juan Rulfo y Juan José Arreola.

Fue parte de la vida social de la crema y nata intelectual de Guadalajara donde vivió buena parte de su vida adulta, participó de varios proyectos basados en la literatura, como la revista Summa.

Aún así, hoy es apenas mencionada en la historia de la literatura mexicana.

Para Patricia Medina, poeta y académica, este fenómeno de desmemoria sobre las escritoras de Jalisco es común.

"Cuando se habla de literatura jalisciense se habla de Rulfo, de Yáñez. Solo a veces se recuerda a otras escritoras pero muchas de la generación de Amalia no se conocen, fue poco editada, sus libros no tuvieron mucha difusión, entonces es conocida por la gente estudiosa, pero no por el público en general", recuerda.

"Era muy difícil romper paradigmas acerca de que la literatura era solo para hombres y las mujeres eran las musas, le tocó una época difícil en donde hubo pocas mujeres que pudieron destacar por estos paradigmas machistas que había y que todavía prevalecen aún en el siglo 21", dice la escritora.

Es otra escritora jalisciense empujada al olvido a la que se suman nombres como el de Rebeca Uribe, Refugio Barragán de Toscano, Olivia Zúñiga, Guadalupe Marín y Antonia Vallejo.

"Es una escritora casi clásica para la literatura de Jalisco", dice Medina sobre Amalia Guerra.

"Su escritura y su visión del mundo están muy imbuidos por todas sus lecturas de los clásicos. Publicó poco, pero todo su trabajo es de una excelencia importante".

Sus cuentos hablan de muchos temas de los que no se escribía en su época. La prostitución, las familias rotas por las mentiras del padre y la identidad son algunos de los temas que abordan sus cuentos y usa la fantasía para explicarse el amor, la maternidad, el deseo.

"Amalia pone en escena en sus textos lo mismo a un pescador de Tampico -hombres rudos, bravos, tremendos, fuertes- que a un ranchero, un intelectual, una niña mimada o las nueve musas", escribía Dulce María Zúñiga en el prólogo de la primera publicación de Retorno al Eco, en 1997.

La pintora Toni Guerra recuerda nítidamente los procesos creativos de la escritora. Era su madre. Escribía casi toda la mañana gracias a las mujeres que trabajaron para ella en las labores domésticas.

A una de ellas, María, le dedicó uno de sus libros, no recuerda cuál y casi ninguno está disponible para su compra en librerías del País.

Se casó en 1939 con Gonzalo Guerra, un trabajador de Casa Madero con el que se fue a vivir a Tampico, Tamaulipas y Ciudad de México, en diferentes temporadas, pero con el que finalmente se asentó en Guadalajara a finales de 1969.

Para ese entonces Amalia escribía sin parar. Sobre todas las cosas, Toni recuerda a su madre con un carácter fuerte. Este es el denominador común con el que la identifican los que la conocieron.

No era una mujer de risa fácil y detestaba las superficialidades. Era una mujer refinada, culta y amante de la literatura, aunque nunca la estudió de forma académica.

Esto le ocasionaba grandes inseguridades aunque siempre fue una gran conversadora.

Brava para discutir.

"Era una persona llena de facetas, profunda, no era superficial ni falsa, era directa en sus juicios, en su forma de ver la vida y en su forma de hablar de todos.

En los talleres discutía muy arduamente, siempre se daba el lujo de discutir sus puntos de vista con una sensibilidad maravillosa", recuerda el poeta Jorge Souza, quien compartió con ella varios talleres literarios dirigidos por Elías Nandino y con Arturo Rivas Sáinz.

"Arturo lo decía muy bien: Amalia debe estar en las páginas de la historia de Jalisco".

El escritor Ernesto Flores, premio Jalisco de Literatura 1961, dijo alguna vez, según recuerdan sus estudiantes, que Amalia era la mejor cuentista de su generación.

Escribió casi toda su vida. Su hija la recuerda yendo y viniendo de su escritorio, siempre con un libro en la mano.

Mujer de carácter difícil

Además de ser una escritora destacada y una anfitriona excepcional de bohemias -aunque no le gustaba que contaran a más de ocho invitados, para conversar bien con todos- lo cierto es que no era una mujer sencilla.

Su carácter, sobre todo en casa, era difícil. Toni Guerra confiesa que en momentos su infancia fue difícil.

"Yo me quedé como encapsulada con mi madre, fuimos tres hermanos, una hermana mayor (Catalina), que me lleva 10 años, un hermano (Gonzalo), que me lleva ocho y yo de pilón.

Cuando nos fuimos a vivir a México ya tenía 15 años, mi hermana ya estaba casada y mi hermano estaba estudiando en Estados Unidos; ahí fue cuando mi mamá más escribió, tengo un recuerdo entrañable en todos aspectos, es decir, en el sentido positivo sobre todo y traumatizante en otro, porque como buena escritora, era una mujer muy atormentada.

"Mi madre tenía unas curvas increíbles en su humor. Tenía episodios y crisis que la hacían encerrarse en su cuarto lejos de todos, sin comer y sin hablar, no nos abría la puerta para nada", recuerda.

Nunca fue atendida para saber si vivía con un trastorno psicológico. Toni dice que entonces socialmente no se hablaba de eso.

Además era sumamente creativa, además de escribir le gustaban otras áreas de la expresión como el diseño de joyería, la decoración de interiores, el dibujo, la pintura y el canto.

En Guadalajara, sobre todo, se involucró profundamente en la vida cultural.

En 1980 formó parte del Ateneo Summa, un grupo cerrado de amantes de las bellas artes y promotores culturales y luego fue parte del consejo editorial de la segunda etapa del grupo, de donde surgió la revista homónima Summa, al lado de Socorro Arce, María Luisa Burillo, Miguel González Arce y Matilde Pons, en Summa fue que se publicaron sus primeros textos editados en el taller de Rivas Sáinz.

Iba también al taller literario de Juan José Arreola, entre 1963 y 1969 en la Ciudad de México, quien la animó a tomarse en serio su escritura a pesar de sus propias reservas.

Nunca le parecía que lo que escribía estaba listo.

"Era sumamente perfeccionista, muy preocupada por el estilo y por el oficio de la buena literatura", dice Patricia Medina.

Publicó su primer libro, El Vuelo, a los 59 años. El título fue reconocido por la crítica, pero Amalia vivía en una dualidad contradictoria.

"Estaba contenta de que se publicara, pero también le daba mucha inseguridad, cancelaba entrevistas y presentaciones a última hora. Ya cuando estaba allá entraba como en personaje, tenía un porte y se la pasaba fume y fume", explica Toni Guerra.

Su último libro fue publicado en 1999 y en el 2000, a los 84 años, dejó de escribir, tras una crisis de salud. Ganó el Premio Jalisco de Literatura 2001 después de que varios escritores, entre ellos Jorge Souza, recabaran firmas para que se le otorgara.

Lo recibió en silla de ruedas.

La deuda pendiente con su legado

"Creo que tenía muchas cosas en el tintero. Decía que ya no quería escribir porque no quería lastimar a nadie", dice Toni sobre la decisión de su madre de no escribir más.

Quizás tenía cosas que decir de quienes amaba, o de los miembros de una sociedad que no la comprendería. Algo recurrente en su proceso creativo.

Toni dice que de haber superado esos miedos, esas oscuridades, incluso los mismos baches de su personalidad, si hubiera tenido acceso a un diagnóstico y luego a un medicamento, habría escrito más, habría publicado más joven una basta obra de libros que los lectores de Jalisco y el mundo ya no verán.

Amalia murió un 7 de julio de 2014 a los 98 años, tras una difícil convalecencia.

"Lamentablemente, el nuevo milenio le vio laureada para después resguardarla tan celosamente que sólo le deja asomarse en algunas pobres notas periodísticas y breves reseñas que no logran ser paliativos a la falta de memoria local, no obstante, las publicaciones que hoy en día son de difícil acceso, de vez en cuando se desempolvan para reafirmar que la letra impresa, cuando la calidad la ampara, es imperecedera.

Amalia Guerra sigue latente", escribió sobre ella la escritora Helga Vera en un ensayo sobre Amalia en la revista Estudios Jaliscienses, en 2019.

"Amalia fue una especie de sueño femenino, a pesar de su edad siempre fue una joven rebelde, impetuosa, entregada a su sueño y a su oficio", dice Jorge Souza.

Para él, su cuento "El Vuelo" es una metáfora de su vida: una mujer que ve crecerse las alas hasta que en un salto arrebatado, ya convertida en pájaro, emprende el vuelo.

Toni Guerra dice que todavía la extraña. Sus amigos le aconsejan que ya la suelte, que la deje ir, pero relaciones como las que ellas cultivaron, con sus propias dominaciones, con sus propios lenguajes, no es sencillo.

Toma su propio tiempo.

Dejó varios manuscritos, que tras su larga convalecencia causada por los achaques de la edad, nadie ha revisado. Toni sabe que le tocará a ella, aún no sabe cuándo ni cómo.

Lo cierto es que tras la aparición del libro de bolsillo Retorno al Eco, publicado por la Dirección de Publicaciones de la Secretaría de Cultura Jalisco, se siente contenta.

Dice que siente que era una deuda. Y tiene razón. Tras su muerte, entre los papeles de su madre encontró un papelito que decía: "De mis hijos, Toni es la que se va a encargar de mis cosas".

A Jorge Souza le parece que hace falta un homenaje público.

Por lo pronto este librito de 2 mil ejemplares se repartirá de manera gratuita a los lectores de varias partes del Estado.

"Eso la habría hecho sumamente feliz", dice su hija.

Conócela

- Amalia Guerra nació en Tlalpujahua de Rayón, Michoacán, el 25 de septiembre de 1916 y falleció el 7 de julio de 2014, en Guadalajara; fue una escritora mexicana destacada principalmente en la producción de cuentos.

- Vivió dos años en la ciudad de Tampico y cinco en la Ciudad de México, y durante los años 30 radicó en Guadalajara.

- Escribió varios libros de cuentos y publicó periodismo cultural en revistas como Rehilete, así como en otros diarios locales de Tampico.

- Fue colaboradora y fundadora de la revista literaria Summa.

- Ganó el Premio Jalisco de Letras en 2001.

 

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