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Cáncer de ovario: difícil diagnosticar

La mayoría de mujeres con este tipo de cáncer, suelen ser diagnosticadas tardíamente, y luego de consultar a varios médicos.
lunes, 5 de junio de 2023
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Agencia/Reforma

Estrés, gastritis, cólicos y hasta Covid. Mientras los diferentes médicos que atendían a Militza García no le atinaban a qué estaba deteriorando su salud, el responsable real avanzaba sigilosamente.

En cuestión de meses, la entonces profesora de inglés había pasado de automedicarse por una dolorosa punzada por encima del ombligo y migraña a ir de consultorio en consultorio con una creciente protuberancia en el área abdominal y una incapacidad para comer, pues todo le causaba asco.

Preocupada por su estado, que se iba agravando cada semana, y desesperada ante la indecisión de los doctores --algunos de los cuales la responsabilizaron de sus males "por gorda y por floja"--, un día le reclamó a uno:

"Bueno, ¿ya vas a dejar de adivinar lo que tengo y me vas a mandar a hacer estudios?", recuerda Militza, de 45 años, en entrevista telefónica.

Eventualmente, y gracias a un médico distinto que sí ordenó los estudios, la verdadera causa salió a la luz: cáncer de ovario en etapa III, supo Militza en mayo de 2022; "estoy cumpliendo un año de la bonita noticia", dice la hoy intérprete médico bilingüe, con un buen humor que fue clave para sobrellevar el impacto.

Tal como le sucedió a ella, la mayoría de mujeres con este tipo de cáncer --el tercero más frecuente luego del de mama y el cervicouterino, aunque más letal que ambos-- suelen ser diagnosticadas tardíamente y luego de consultar a varios médicos.

Para entonces, la neoplasia está en una etapa avanzada, lo cual complica sus pronósticos.

"Como el ovario es un órgano pélvico, los síntomas son gastrointestinales. Entonces, se suele confundir con que es colitis", ilustra la doctora Yasmin Carolina Blanco Vázquez, especialista en Oncología Médica del Centro Médico ABC.

"Puedes ir con varios doctores que a lo mejor te hacen una endoscopía, una colonoscopía, y sales bien. Pero mientras no te manden a hacer una tomografía con contraste en la que se demuestra que hay una tumoración, o sea, si no tenemos esa sospecha, por eso (tales pacientes) se diagnostican en etapas tan avanzadas", agrega.

A esto no ayuda el hecho de que, a diferencia de los cánceres de mama y cervicouterino, para el de ovario --tercera causa de muerte por cáncer en mujeres de 30 a 39 años, según datos del Inegi-- no existe una prueba de tamizaje recomendada a partir de cierta edad que permita un diagnóstico prematuro.

"En ovario, no hay que tú empieces a hacerte ultrasonidos ni cosas por el estilo. (...) Si yo no te hago un estudio de imagen en el cual yo descarto que es precisamente una tumoración pélvica, se me va el diagnóstico", remarca la doctora Blanco Vázquez.

"¿En quiénes lo tienes que sospechar? Por ejemplo, los factores de riesgo es que sea una mujer, que tenga endometriosis (trastorno en el que el tejido que normalmente recubre el útero crece fuera de él) y, evidentemente, que tengan cuadros de dolor abdominal".

La especialista explica que en el cáncer de ovario la carcinomatosis, que es la forma en que las células cancerosas se diseminan, es hacia el intestino.

De ahí esta intolerancia hacia los alimentos que padeció Militza, quien luego de ser diagnosticada recibió quimioterapia y cirugía.

Esto es lo que se conoce como terapia neoadyuvante, que parte de un tratamiento sistémico --en este caso la quimioterapia-- para disminuir la carga o el volumen tumoral, y facilitar así el procedimiento quirúrgico posterior, de acuerdo con la doctora Blanco Vázquez.

Militza fue operada el 12 de mayo del año pasado, dos días después de su cita con el cirujano. Pese a la urgencia de la situación, ella misma pidió esperar un poco, pues no quería perderse el Festival del Día de las Madres de sus hijos.

"Es que yo pensaba que iba a ser el último", cuenta ahora, con notable alegría ante el hecho de seguir aquí gracias al éxito de la cirugía y las seis sesiones de quimioterapia, aunque no por ello completamente libre de cáncer, y consciente de la posible recurrencia del mismo dada la avanzada etapa en que le fue encontrado.

Sin embargo, y gracias a que en su caso la predisposición al cáncer se debe a la mutación en los genes BRCA --vinculados también al desarrollo de cáncer de mama--, fue candidata a recibir terapia blanco o dirigida, la cual se vale de medicamentos novedosos que cambian la manera en que una célula cancerosa crece, se divide, se repara por sí misma o interactúa con otras células.

"Es un tratamiento de mantenimiento que si te lo dan disminuye el riesgo de recurrencia y tener que utilizar quimio", apunta la doctora Blanco Vázquez.

"Si tienes la mutación de BRCA siempre tienes mejor pronóstico, por eso es importante determinar si se tiene".

Para la especialista, es menester hacer una mayor difusión de qué síntomas gastrointestinales pueden ser un cáncer ginecológico.

Militza, en tanto, desde su canal de Tik Tok (@milimili2653) comparte su experiencia con otros y resuelve dudas en torno a la enfermedad y el tratamiento.

Al evocar lo vivido, ofrece un consejo muy puntual: "Nadie como tú conoce tu cuerpo".

"Un periodo 'monstrual', como le decimos nosotras, no es normal; un dolor de cabeza que te tienes que tomar más de un gramo de lo que sea, tienes que ir a ver al neurólogo.

Pero no hay una cultura de prevención aquí", lamenta.

Empatía, la gran diferencia

Cuando Militza García y su esposo preguntaron por el pronóstico al ginecólogo que finalmente les informó de un cáncer tan avanzado que ni siquiera se veían los ovarios en el estudio de imagen, con cierta condescendencia el médico respondió: "Pues malo".

"Me morí, ese día me morí", recuerda Militza, quien en ese abrumador instante no pudo sino preguntar si iba a perder el cabello.

"Hay cosas más importantes en las que se debe preocupar", respondió, desdeñoso, aquel especialista que no les sugería mucho más que cuidados paliativos, atención psicológica y "poner sus asuntos en orden".

"Me acabas de decir que me voy a morir, ¿qué quieres que te pregunte?", dice ahora, con indignación ante tal indiferencia, la paciente con cáncer de ovario.

Un episodio completamente distinto fue su encuentro con la doctora Yazmín Carolina Blanco Vázquez, que si bien reconocía el avance y gravedad de la enfermedad, lejos de tornarse fatalista, ofreció esperanza genuina a partir de las posibilidades que tenían.

"Tú estás joven; tienes bien tu hígado, tienes bien tu riñón, tu estómago; el peso y talla ideal. No te preocupes, esto va a estar papita para ti", le comentó, tal cual rememora Militza.

"Y yo: '¿Cómo? O sea, ¿no me voy a morir?'", preguntó la paciente, con sorpresa. "¡Claro que no! Por supuesto que no, tú vas a salir de esto.

(...) Tú nos vas a durar muchísimos años".

Ese tipo de comentarios, pero sobre todo la actitud de la doctora Blanco Vázquez, fueron de gran importancia para que Militza no se diera por vencida; "si de mí depende, yo voy a salir.

Porque no hay nadie más que pueda hacer el trabajo por ti", se volvió su convicción.

"Ese día volví otra vez a nacer", estima.

"(Me tocó) la falta de empatía tanto de médicos como de los jefes de trabajo con las mujeres, que cuando alguna se queja de dolor dicen: 'Ay, exagera; está histérica; es que se estresa de todo'".

Ahora, desde su labor como intérprete médico bilingüe, Militza busca compartir sus experiencias y aprendizajes en el día a día, habiendo experimentado en carne propia la diferencia que hace un poco de empatía y humanidad.

 

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