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Cd. de México
(31 marzo 2024)
¿Cómo sobreponerse a un fuerte accidente o a una cirugía para regresar con más fuerza a las pistas de la Fórmula Uno?
Carlos Sainz Jr. es el ejemplo más reciente: apenas se perdió un Gran Premio, el de Arabia Saudita, por una apendicitis y de inmediato se sometió a una operación.
Con sólo 15 días de reposo, el español retomó sus actividades con Ferrari en Australia, sorprendiendo con su velocidad desde las prácticas y mucho más al subir a lo más alto del podio.
La única prueba que se le escapó fue la Calificación, ya que no pudo ganarle a Max Verstappen de Red Bull.
Así como el madrileño, hubo otros conductores que mostraron su lado más guerrero, como el austriaco Niki Lauda, el alemán Michael Schumacher y el finlandés Mika Häkkinen, quienes libraron fuertes colisiones y no perdieron la magia con el volante.
El 1 de agosto de 1976 el piloto austriaco sufrió un gravísimo choque en el Gran Premio de Alemania que casi lo mata.
Lauda aceleraba con el Ferrari 312T2, pero la suspensión se rompió al salir de la curva de Bergwerk de Nurburgring y chocó contra los muros, incendiándose el auto.
Por las llamas, Niki perdió la oreja derecha y sufrió varias quemaduras.
Se auguraba una dura recuperación, pero sólo se perdió Austria y Países Bajos, pues regresó, luego de 6 semanas, al GP de Italia, donde acabó cuarto.
De hecho, casi se lleva el campeonato, pero James Hunt (McLaren) se coronó con apenas un punto de ventaja.
Luego sumó los títulos de 1977 y 1984, además del que obtuvo en 1975.
Durante el Gran Premio de Gran Bretaña 1999, el alemán tuvo un problema con los frenos del Ferrari, no pudo girar en la curva de Stowe y salió disparado contra las barreras a una velocidad de 180 kilómetros por hora.
El daño principal, más allá de los puntos que perdió en la lucha por el título, fue la fractura de la pierna derecha de Schumacher.
Michael no corrió en Austria, Alemania, Hungría, Bélgica, Italia y el GP de Europa, pero volvió a Malasia para meterse hasta el segundo puesto del podio.
Acabó quinto ese año, pero pudo ser su octavo título de F1.
El fuerte choque en la sesión de Calificación del Gran Premio de Australia de 1995 marcó el final de temporada para el finlandés.
La pinchadura del neumático trasero izquierdo lo hizo perder el control del McLaren MP4/10 y lo hizo golpear con la pared de neumáticos a unos 200 kilómetros por hora.
La cabeza de Mika azotó varias veces dentro del habitáculo hasta fracturarse el cráneo.
Para la siguiente campaña realizó diferentes pruebas para certificar que podía correr.
Al volver a Adelaida, cruzó la meta en la quinta posición. Luego hiló los campeonatos de 1998 y 1999.
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