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Los candidatos que Peña Nieto no quería

lunes, 12 de diciembre de 2011
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Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador eran los últimos rivales que Enrique Peña Nieto quería enfrentar en la carrera por Los Pinos.

Josefina y Andrés Manuel no se restan entre sí, pero pueden mermar la popularidad del aspirante del PRI. Entre ellos no van a quitarse un solo voto.

Ningún panista duro votará por el tabasqueño, ni tampoco habrá pejista alguno que vea al PAN como opción. Pero para la mayoría (alrededor del 40%) que hoy dice votaría por el PRI, Vázquez Mota y López Obrador sí son un plan B que podrían considerar.

Peña está muy arriba, cierto. La encuesta que menos ventaja le da, lo pone 20 puntos por encima de su más cercano rival, pero la simple aritmética y los antecedentes de 2000 y 2006 hacen que el optimismo en el círculo cercano al mexiquense no sea tanto.

Al contrario. La estrategia de crecimiento de López Obrador va encaminada a restarle al tricolor aquella base popular que hoy veía como opción a Peña Nieto pero que, en 2006, no sólo le dio la espalda al candidato del PRI, sino que ya votó por AMLO y en 2012 podría volver a hacerlo.

Como hace seis años, el tabasqueño le hablará a los más pobres, a los que sufren a diario por la desigualdad. En ellos su mensaje —y hasta sus ocurrencias (como crear cuatro millones de empleos en seis semanas)— puede encontrar tierra fértil.

Y no sólo eso. Está empeñado en reinventarse y no sumar más negativos en las encuestas. Ya no habla de “la mafia en el poder”.

Ahora les ofrece “borrón y cuenta nueva”, estrecha sus manos y aparece en sus pantallas. Andrés Manuel ya no es aquel bravucón que insultaba a diestra y siniestra.

Ahora es —o dice ser— un hombre de paz. Ya no dice que encarcelará a los “grandes empresarios que no pagan impuestos”, ahora nos habla de una “república amorosa” llena de “grandeza espiritual”.

El perseguidor de espurios ahora ofrece sacar adelante al país “sin odios ni rencores”. Podemos criticarle mucho a López Obrador, pero nunca su habilidad política.

Y lo más importante: Andrés Manuel no empezó ayer. Lleva seis años en campaña, construyendo un movimiento, recorriendo el país, trabajando su estructura.

Es el único político que ha caminado cada uno de los 2 mil 456 municipios de México. El cambio de discurso podrá resultar contradictorio —de hecho lo es—, pero no se trata, en lo más mínimo, de una ocurrencia.

Y eso pone nervioso a más de uno en el equipo de Peña Nieto. También incomoda a los priístas la presencia de Josefina Vázquez Mota.

Para Peña era más cómodo un rival ya desgastado como Santiago Creel o gris como Ernesto Cordero. Y aunque en el PAN aún no deciden quién será su candidat@, todas las encuestas reflejan una clara ventaja de Josefina, casi dos a uno sobre Creel y, en el mejor de los casos para Cordero, cinco a uno sobre él.

En la última encuesta de Consulta Mitofsky Josefina ganó tres puntos, con respecto a la última medición, y Peña Nieto los perdió.

La aspirante panista no va a restarle votos a López Obrador. No. Difícilmente desgastará su aspiración hablándole a un grupo que tiene endiosado al tabasqueño.

Vázquez Mota aprovechará la ventaja competitiva que le da ser la única mujer en la contienda. La estrategia de ella tiene como punto de partida estructurar una candidatura que ofrezca al electorado una opción distinta.

Si Andrés Manuel va por el voto de las clases menos favorecidas, Josefina va por el de las mujeres, muchas de las cuales simpatizan con Peña Nieto.

Quizá el que hoy Andrés Manuel y Josefina estén 20 puntos abajo del líder de la contienda sea demasiado. Quizá los negativos de López Obrador en todas las encuestas sean imposibles de remontar.

Quizá la condición de género de Vázquez Mota no le dé para ganar. Quizá Peña Nieto sea difícil de alcanzar.

Pero de que —en el escenario del mexiquense— el peor escenario era toparse con Josefina y Andrés Manuel en la boleta no hay duda. Son los únicos que pueden restarle a él y no quitarse votos entre sí.

 

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Opinion

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Manuel López San Martín