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Campañas 2.0

lunes, 19 de diciembre de 2011
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Para este proceso electoral a los ciudadanos nos aguardan 40 millones de spots de radio y televisión con unas 30 mil versiones diferentes. Sobre esta pulsión electrónica de los partidos políticos se erigen diversas posturas, aquellas que consideran que es una forma accesible de hacer llegar a los electores un mensaje en pocos segundos y quienes los miramos como una forma de eludir la propuesta y la deliberación democrática en favor del eslogan publicitario.

Desde la década de los 60, el teórico canadiense Marshall McLuhan sentenciaba que ante el poder de la imagen las ideas sucumben con facilidad.

Sin embargo, en la actualidad contamos, pese a la brecha digital que en México se palpa en tres cuartas partes de la población desconectada, con un medio formidable para el ensanchamiento de la democracia: internet.

Se trata de un medio que favorece la creación de comunidades, establece lazos horizontales y posibilita la participación ciudadana; de esta forma lo entendieron Barack Obama y Dilma Rousseff, quienes se arriesgaron a incorporarse a un medio horizontal, sin jerarquías y, en ocasiones, implacable y emocional.

No son pocos los que minimizan el poder de internet en un país televidente; sin embargo, es preciso destacar algunas cifras que obligan a considerar a la red como un actor digno de ser tomado en cuenta.

34 millones de jóvenes entre de 18 y 34 años votarían en las próximas elecciones en nuestro país, cifra que coincide con el rango de edad de 40% de los internautas mexicanos, de los cuales una importante proporción usa redes sociales.

Tan sólo la red de Facebook tiene en México más de 20 millones de usuarios. En 2009 escribí un libro con mi colega Jacob Bañuelos Capistrán en el que concluimos, luego de un análisis cualitativo y de casos, que los partidos y candidatos en los procesos electorales de 2006 y 2009 postergaron las potencialidades cívicas de internet.

En 2006 observamos cómo blogs y correos electrónicos fueron herramientas para la campaña sucia; en 2009 las cosas no cambiaron, YouTube fue vertedero de lo que, ante la reforma electoral, ya no podía ser transmitido en la televisión.

La red social Facebook no fue usada como un foro deliberativo sino como una prolongación virtual de las casas de campaña. La gran incógnita es si para el proceso electoral que ahora inicia, partidos y candidatos se están tomando en serio a internet como herramienta para la construcción de campañas participativas que fortalezcan la democracia.

Encuestas y órganos electorales coinciden en el desapego de los jóvenes mexicanos hacia la política. Internet representa una importante oportunidad para involucrar a la juventud en las prácticas democráticas y en la articulación de una ciudadanía cada vez más sólida.

Veremos a partir de hoy si los partidos y candidatos se atreven a proponer y a responder en un medio que no tiene restricciones de tiempo; a dialogar en un medio interactivo y a ser interpelados sin un cuestionario previo y sin conductores dóciles y acartonados.

Veremos también si quienes nos hablan son los candidatos, sus asesores o, en el peor de los casos, robots programados con frases inspiracionales. Por lo pronto, hemos comenzado a ver que algunas deleznables prácticas, como los acarreos, se trasladan al ámbito digital mediante la compra de seguidores y el abultamiento de cuentas fantasmas.

También observamos la aparición de paleros disfrazados de internautas cuya única función es provocar. Por supuesto que utilizar las posibilidades de internet como un medio cívico es también un asunto que compete a los internautas.

Veremos si podremos estar a la altura, evadiendo el escarnio, la polarización y la descalificación a quienes piensan distinto. Lo único cierto en este panorama es que tenemos una poderosa herramienta pero también un enorme compromiso de usarla de manera significativa.

 

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Opinion

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María Elena Meneses