Platicando con Martha Sáenz
Martha Sáenz
Después de pasar estos días tan acelerados, cuando los padres tratan de organizar las fiestas a los niños y regalar lo mejor que pueden a sus hijos, el mejor y único regalo indispensable que le pueden dar a un niño y sin el cual no puede vivir es el “AMOR INCONDICIONAL”.
Cuando se escuchan estas palabras parecería que todos damos por hecho que los niños lo tienen, y muchas veces ni siquiera se cuestiona que lo puedan necesitar.
Sólo al observar el desarrollo de un niño, la manera en que enfrenta la realidad fuera de casa y su desempeño escolar podremos detectar si realmente el niño se siente amado incondicionalmente y si esto está siendo el alimento diario de parte de las figuras más importantes que espera recibirlo.
Los Padres.
Educar, guiar, poner límites y acompañar no necesariamente quiere decir amar. Amar es aceptar a los niños con su propia personalidad, con sus propias características y su propia naturaleza.
Uno de los errores más grandes que cometen los padres, es tratar de convertir a sus propios hijos en lo que a ellos les gustaría que fueran, no en lo que realmente son.
Se piensa que estar presente en la vida de los hijos acompañarlos y proveerlos de lo mínimo necesario, hará que los niños se sientan amados y seguros, pero esto desgraciadamente no es así.
Para que un niño se sienta amado es necesario que se le respete y escuche cuando plantea sus necesidades emocionales, se le reconozca y se le refrende día a día el amor que se siente por ser quien es, y se le asegure que siempre contará con el amor de su padre y/o de su madre