Platicando con Martha Sáenz

Martha Sáenz

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¿Es la unión familiar un mito?

Muchas familias me han preguntado en mi consultorio por qué su familia no es unida
lunes, 9 de septiembre de 2013
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Muchas familias me han preguntado en mi consultorio por qué su familia no es unida, y por qué se presentan tantos problemas o les es difícil de convivir entre ellos.

Cuando los hermanos son niños y los padres jóvenes, la familia se mantiene unida ya que comparten intereses en común, desde los juguetes, ropa, horas de juego, ver televisión juntos e incluso, salir a los mismos paseos familiares acompañados del padre y la madre.

Generalmente los niños van a la misma escuela, comparten amigos y casi siempre están bajo la supervisión de la madre o de una persona cercana a la familia, si es que la madre trabaja.

Con los años, los amigos de cada uno de los integrantes de la familia llegan a conocer a todos, e incluso se llega a compartir lazos de amistad que pueden perdurar toda la vida.

Al crecer cada hijo se integran nuevas personas al núcleo familiar, como amigos y parejas sentimentales. Es aquí cuando cada integrante de la familia inicia una nueva etapa donde no necesariamente se comparten los intereses que anteriormente se compartían, y no siempre les permite estar unidos.

Las cosas tienden a cambiar cuando se formaliza alguna relación y se casa el primer miembro de la familia, seguido por los demás a través de los años.

Una costumbre arraigada en México es que cuando la hija se casa, la familia materna integra a la propia hija y su descendencia (se acostumbra decir que se ganó a un nuevo hijo), llegando incluso a hacerse cargo o cuidar a los hijos (nietos) de ella si es que trabaja.

Por el contrario, si el que se casa es un hijo, se espera que se integre más a la familia de la esposa y aquí se empieza a sentir lo que menciona un dicho popular “Si se casa mi hija, mi familia crece, si se casa mi hijo, pierdo un hijo”.

Lo que podría fluir con naturalidad aprendiendo a respetar el lugar que ahora tienen los suegros y futuros abuelos, muchas veces se vuelve un conflicto generando un estira y afloja entre las familias, y se inicia una rivalidad por lograr tener más atención con su propia familia (la del hombre o la de la mujer).

Muchas veces resulta conflictivo y doloroso cuando se inicia la competencia de que familia obtendrá más atención por el nuevo matrimonio recién formado.

La situación se agrava cuando uno de los dos integrantes de la recién pareja tiene lazos de unión o dependencia muy fuerte con su padre o con su madre.

Inclusive los padres a veces continúan manteniendo el control sobre alguno de ellos, o de los dos en su nuevo estilo de vida, como si no se hubieran salido del hogar para formar su propia familia.

De esta manera, los conflictos pueden continuar por años, hasta llegar a ser irreconciliables.

Valdría la pena recordar lo siguiente: El que se casa, casa quiere, y la palabra casados significa casa de dos. El amor que se le da a la pareja es para que continúe unida con él o ella.

El amor que se les da a los hijos es para que aprendan a volar.

¿Está tratando a sus suegros de la misma forma en que le gustaría que trataran a sus padres? Si se tiene claro que competir y generar conflictos con la familia de su pareja provocará dolor en ella, podrá usted aprender a respetarla manteniendo los límites adecuados para conservar la paz familiar.

 

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