Pero hay una razón por la cual se utilizan las argollas de matrimonio que se remonta miles de miles años atrás.
En la II Dinastía del Antiguo Imperio Egipcio, en el 2800 a.C. Los egipcios ya intercambiaban argollas entre ellos en los ritos matrimoniales que se efectuaban.
Esto era porque consideraban que el círculo, es decir, las argollas matrimoniales, era una forma que significaba algo que no tenía principio ni fin y esto era para ellos la eternidad.
Luego este intercambio fue adoptado por los romanos como símbolo de fidelidad.
En la Biblia católica, en el Antiguo Testamento, el novio pedía la mano de la novia con un anillo, y a raíz de que la costumbre perduró a través de los años, en el siglo IX, el Papa Nicolás I decretó que darle un anillo a la novia (anillo de compromiso) era señal de que el hombre daba una declaración de querer casarse con la mujer.
Las argollas, en un principio eran hechas de cuero, luego, al ver que se dañaban con facilidad comenzaron a elaborarlas de hierro y de ahí los materiales fueron cambiando hasta hacer otras argollas en plata y oro.
Por tradición, las argollas se colocan en el dedo anular de la mano izquierda porque se creía que la vena de ese dedo llegaba directamente al corazón.