Jaime Elio Quintero García
Déjeme y le Platico de un Libro
Al parejo de las ya mencionadas publicaciones, aparece una más (The Strange Career of William Ellis) de Karl Jacoby, que contribuye significativamente e explicar el papel que México, y en particular su frontera norte, representó, en el contexto de la abolición de la esclavitud y la igualdad legal de los ex esclavos negros en Estados Unidos, durante el siglo XIX, (debate entre nación y ciudadanía).
Este último texto narra la historia de William Henry Ellis, nacido como esclavo negro en las plantaciones algodoneras del sur de Texas, y fallecido en la ciudad de Nueva York, bajo el nombre de Guillermo Enrique Eliseo, acaudalado empresario de supuesto origen mexicano con negocios en varias partes del mundo, Texas, Hawái, Etiopía, Tamaulipas y la Ciudad de México.
Fueron varios los factores que influyeron en la reinvención de la identidad de Ellis, pero sin duda, refiere Karl Jacoby autor de este último texto, fue la suerte de haber nacido en territorios de la frontera con México, lugar en el que se contravenían, por razones prácticas de flujo migratorio y comercial, las teorías sajonas relativas a que las fronteras entre naciones debían reflejar las correspondientes a las razas.
Ellis, cuenta la historia, pronto advirtió que una frontera podía quebrantar a otra, en lugar de amurallarlas y separarlas.
Por tanto, al cruzar de un lado a otro, también podía cruzar la frontera racial y de color, convirtiéndose así, en uno más de los muchos mestizos mexicanos, lo que de hecho, lo legalizaba y equiparaba al hombre blanco en Estados Unidos.
Fue así como poco a poco se convirtió, este personaje, en Guillermo Enrique Eliseo, para efectos comerciales y de negocios financieros, y para los correspondientes a la política, la prensa lo llamó William H. Ellis, de México.
En estos acreditados relatos, amigo lector, los autores resaltan la importancia y ventajas que tiene nacer o vivir en una franja de tierra consustancial a dos naciones, y lo banal e inútil que resulta querer separar lo que por obligada realidad está junto, sobre todo, cuando la fuerza de los hechos obligan a la vecindad y la complementariedad cultural, económica y racial.
GRACIAS POR SU TIEMPO.