REFLEXIÓN DOMINICAL
Antonio Fernández
La Epístola de Santiago, breve en sus palabras guarda la espiritualidad, moral y sentencia fortalece al cristiano católico de todos los tiempos porque en ella indica el peligro de todos los tiempos: perder la fe, por lo que motiva a profundizar y razonar, reflexionar y meditar; su propósito es contagiar en el cristiano católico la pasión a lo sobrenatural que da la gracia, cautivando y estimulando la fe; Santiago viendo los siglos mueve al cristiano católico a ver que la realidad de su presencia en el mundo es luchar contra la tentación manteniéndose alejado del peligro del pecado que vive expuesto cada momento de su vida terrena, exhortando el Apóstol a no apartarse porque eso sería perder la fe en Cristo Nuestro Señor.
Lanza la alerta ya que su deseo es que sea entendida y valorada, tomando en cuenta que en ella previene las consecuencias del disimulo y la frialdad, la indolencia como la apatía e indiferencia de nuestra realidad e ilustra;” Mayor gracia nos otorga.
Por eso dice: A los soberbios resiste, más a los humildes da gracia” confirma en el alma y corazón la palabra del Señor que exhorta a valorar que sólo la gracia se otorga a quien con disposición la hace suya; “Acercaos vosotros a Dios y Él se acercará a vosotros” Ello nos lleva a San Agustín; “A Cristo se le toca por la fe” Fácil entender, pero pasar al hecho es lo difícil, la humanidad cerrada a lo espiritual y abierta a lo material de la complacencia corporal no ve, ni quiere ver que resbala cada día a un precipicio, avanzando la velocidad aumenta sin ver que el final de su caída.
Lo propio de la naturaleza de Dios, dar con liberalidad bienes de salvación, a cada persona dio la vida, a cada uno entrego alma y cuerpo, concede con largueza bienes, gracias y dones para que cada quien salve su alma, depositó las potencias del alma, (memoria, entendimiento y voluntad) instituyó los Santos Sacramentos, la Santa Misa y los bienes espirituales; ¿Entendemos como pecadores la naturaleza de Dios de quien recibimos medios espirituales y temporales en exceso? Al venir al mundo y empezar el camino de la vida terrena la inclinación del alma es avanzar en la naturaleza divina que ha recibido por los atributos que Dios Nuestro Señor entrego en la porción necesaria, mismos que permanecerán hasta el último momento de la vida humana, siendo suficientes para que combinados por cada persona al pasar por el mundo, los utilice con disposición a su salvación, así pasar la prueba de fidelidad y lealtad que espera del hijo su Creador al sortear las adversidades por las que a de pasar.
Dios ha creado a los seres humanos y continuará haciéndolo, por lo tanto somos hijos amados de Él, como tal quiere que cada quien por sí mismo desarrolle esos bienes perfeccionando su alma a ganar el premio prometido, para dicho premio se requiere vencer, combatir y superar como dominar, someter y avasallar toda perversidad que se ofrece deleitosa al cuerpo las malas inclinaciones, las intenciones que penetran y taladran, la soberbia maligna que envuelve la mente en fantasías, son tantos e infinidad de males que nadie puede decirse ser desconocedor de ellos a los que bien conoce, a eso se enfrenta todo hijo creado por Dios a imagen y semejanza suya, la caída está en todo lugar, de ninguna manera es una exageración porque cada quien lo sabe, el problema es no eludirlo, no perder la confianza en Él dejándose posesionar de la duda, detener el temor que hace vacilar y robustecer espiritualmente la fragilidad que resquebraja la solidez de la fe; fortalecer el punto débil de la debilidad para tocar a Cristo Nuestro Señor, esto y más es la prueba que Dios permite en cada persona para demostrar con obras ser digno de su promesa de salvación eterna, quien la gane será suya, el que la rechace suya será la caída.
Dios quiere que todos se salven, sabiendo que una inmensa mayoría no lo quiere. Habla Jesucristo Nuestro Señor con verdad en su palabra que se pone en tela de juicio al hablar de la inclinación y la disolución de los valores espirituales, morales y familiares, el irónico con la sonrisa en los labios mueve su cabeza alejándose de Él, vaya incongruencia la del mundo abandonándose de su Creador, es como decirle al automovilista; “Señor no vaya por esta carretera hay un foso grande a unos kilómetros que abarca lo ancho de los carriles, no se ve porque sube y está enseguida al bajar, si va a velocidad no podrá verlo, molesto porque lo detuvieron da las gracias y acelera hasta al llegar al lugar que se le previno, no pudiendo detener su auto cae mortalmente en el foso profundo” Así, la humanidad encerrada en sus placeres y gustos, es cerrada al llamado de Dios.
La palabra de Dios es profunda en todo tiempo, pero en todo tiempo no es escuchada y sí perseguida, lo apreciamos en Jeremías el Profeta que predico la Ley de Dios al pueblo judío, fue causa para darle muerte, ¿Y que daba a conocer? “Porque Yo conozco los designios que tengo respecto de vosotros, dice el Señor; pensamientos de paz, y no de mal, para daros un porvenir y una esperanza.
Me invocaréis, y volveréis; me suplicaréis, y os escucharé. Me buscaréis y me hallaréis, si me buscareis de todo vuestro corazón” Exacerbo su ira la profecía; “si me buscareis” Su carencia de fe no justifico su muerte, argumentando que Jeremías habla de sí mismo, aunque digan que no sí comprendieron que Dios habla en él; ¿Qué hacer para vencer esta actitud que se revive en el mundo de hoy? Despertar del letargo en que está sumido, dejar de lado el mal que se vive, no molestarse porque Cristo Nuestro Señor dijo; “El que cree en Mí, cree en Aquel que me envío”.
Ello es poner atención en la enseñanza y revelación del Hijo Amado de Dios, sus palabras profetizan la incapacidad para razonar del que se niega creer en la divinidad del Hijo de Dios hecho hombre a pesar de la claridad de su doctrina y mandamiento.
El Obispo de Hipona indica el medio; “A Cristo se le toca por la fe” Nadie este impedido, para quienes estén dispuestos hay un solo acto: el arrepentimiento sincero.
Volviendo al Doctor de la Gracia expresa la amorosa paternidad divina; “Es todo para nosotros. Si tenéis hambre, será vuestro pan; si tenéis sed, será vuestra bebida: si estáis en las tinieblas, será vuestra luz; si estáis desnudos, os revestirá de inmortalidad” Así pues, estemos entendidos, la paz de Dios excede todo lo que somos, es el fiel guardián de nuestro corazón y de la mente, cuando la disposición del pecador deja atrás males y deposita el propósito de su arrepentimiento en Cristo Nuestro Señor es porque lo ha tocado por la fe, al temer la sentencia del Señor; ” Amaron más la gloria de los hombres que la gloria de Dios”.
Ir a la cúspide de la montaña es el esfuerzo continuo que se realiza al ascender a ella, después de caídas, resbalones, sudor, sed y tanta molestia que surge, la satisfacción es grande al estar de pie en él pico más alto, nada hay que tenga más valor sino el haber vencido el escabroso camino.
Consideremos, la Cúspide es Cristo Nuestro Señor, la ascensión es nuestro diario vivir en el mundo que nos lleva cuesta arriba, y todo el agobio que padecemos al ascender a Él es necesario, pues no hay otra forma sino ascender con las dificultades propias del camino de la vida, ahora bien, ¿por qué queremos ascender?, por una sola razón, encontrar la puerta de salvación del alma que está en el autor de la vida, al lograrlo se vivirá la satisfacción de haber cumplido al Señor lo que espero de mí.
El Señor imparte Catedra de misericordia al sanar la mujer hemorroisa y al resucitar la hija de Jairo. Lo que se ha mostrado sirva de introducción a los hechos que Cristo Nuestro Señor dejó a los siglos de como se le toca por la fe.
Desmenuzando cada predicación, milagro prodigioso, aliviar enfermos, en todo su deseo es encontrar almas de fe porque; “Todo el que cree en Mí, no quede en tinieblas” Quien cree ve con claridad porque la claridad es la fe en Él.
Regresa Nuestro Señor de la región de Gerasa, llega al extremo occidental del lago y arriba a Cafarnaúm, vuelve encontrarse con la muchedumbre que había dejado un día antes no quiere apartarse de su Señor, atraídos por la noticia de los milagros de la tempestad calmada y la expulsión del poseso de Gerasa es recibido con entusiasmo y curiosidad al borde del lago.
El prestigio de Nuestro Señor se manifiesta cuando se hace presente un príncipe de la sinagoga. El conocimiento de la obra de Jesucristo Nuestro Señor es grande se acercan pobres, enfermos agobiados por sus pecados, como de niveles de poder, riqueza, explotadores del prójimo, cuando su conducta consecuencia de sus acciones viven una desgracia, por ello Nuestro Señor en toda ocasión da a conocer la obra que hace surgir la chispa de la fe a consolidar en el corazón de quien la vive.
En este panorama llama la atención de la muchedumbre un hombre conocido acercándose a Nuestro Señor Jesucristo, reza el Evangelista; “Mientras les decía estas cosas, un magistrado se le acercó, se prosternó y le dijo: Mi hija acaba de morir, pero ven a poner sobre ella tu mano y revivirá”.
He aquí el acto de fe, públicamente reconoce en Cristo Nuestro Señor a Dios mismo, pues sólo Él puede dar o quitar la vida.
¿Cuál sería la sorpresa del pueblo? Un hombre del templo se acerca a Nuestro Señor y le adora, todos saben que Nuestro Señor Jesucristo no era bien visto por ellos, pero la realidad es que está ante Él.
Expone San Marcos; “El magistrado era uno de los jefes de la sinagoga (sanedrín) llamado Jairo. No se dice sí éste, como autoridad religiosa admitía las enseñanzas de Jesús.
Lo que sí vemos, es que recurre a Él cuando necesita de milagros” A no dudar que este Magistrado Jairo en el fondo de su corazón cree en Jesucristo Nuestro Señor, por ello lo busca y el Señor lo recibe.
He aquí la luz de la fe, aunque tenue existe. Dios la conoce en la humanidad de hoy haber perdido la fe viviendo en la oscuridad. Nuestro Señor ha visto a lo profundo del alma el dolor que vive Jairo, y descubre la fe, misma que necesita para cumplir la súplica acrecentarla ve disposición en Jairo que será posible, la omnipotencia del Señor obra, previsto por Él con absoluta disposición reza el Evangelista; “Jesús se levantó y lo siguió; y también sus discípulos”.
Obvio la fe de este príncipe es muy distante a la del Centurión, pero Jairo cree, Jesucristo Nuestro Señor misericordioso estimula y recompensa, la muchedumbre sigue al Señor que va con Jairo caminando de prisa a su casa.
Nuestro Señor entra en la población y la muchedumbre va por las callejuelas angostas del pueblo, ¿Qué viviría el corazón de Jairo ir al lado de Nuestro Señor? Gozo, cree en Él, reconoce en sus milagros y obras que solo Dios puede hacerlo, esto es conocido del Señor, pero falta más testimonio de su fe, el Señor da tiempo avanzando por la estreches del pueblo.
Dando una pausa, la muchedumbre llevada por Nuestro Señor acompañado de Jairo, conocerán el prodigioso milagro; “Y he aquí que una mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce años, se aproximó a Él por detrás y tocó la franja de su vestido” Es de imaginar que la hemorroisa cuando iba a tocarle la gente se apretujaba y la sacaba, el Señor avanzaba y el apuro de la mujer crecía en tocarle eso hace en ella aumente la fe, se conforma con sólo tocar ligeramente la borla del vestido del Señor, sabe lo que la mujer intenta, prefiere continúe en su acción pues entre más intente mayor su fe y esa fe la percibirá Jairo lo que en él aumentará, siendo para todos los siglos la palabra de Nuestro Señor; “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis; golpead y se os abrirá” ¿Y que hizo esta mujer? Lo que el Señor ha enseñado, y ¿Qué hacemos en este mundo? Lo contrario de esta mujer de fe.
Aprendiendo de ella escuchemos al Evangelista; “Porque ella decía: Con que toque solamente su vestido, quedaré sana” Y así fue, tocó el vestido del Señor y la fuerza de su fe hizo en ella, entonces el Señor dijo; “¿Quién ha tocado mi vestidura?” todos lo niegan, de los discípulos que iban con Él, Pedro dijo; “Maestro ves la multitud que te aprieta y sofoca y dices: ¿Quién me ha tocado?” Dijo así con el propósito que Jairo viera el milagro realizado, podía haber tomado un camino amplio al ir a su casa, lo hizo por las callejuelas para atraer la atención sobre el milagro.
Dijo el Señor; “Alguien me ha tocado, porque he conocido que ha salido virtud de Mí” Valoremos, el Señor dijo así no porque desconociera quien lo hizo, sino para despertar en Jairo la fe en Él y de paso enseño a sus discípulos y a la muchedumbre como a la posteridad de los tiempos, a Cristo se le toca por la fe.
Al detenerse voltea el Señor, vio la mujer asustada temblando, creyendo haber cometió un acto malo, se postró ante Él y declaro ante el pueblo escucha Jairo la causa por la que le había tocado y obra misericordiosa; “Mas Jesús volviéndose, la miró y dijo: Confianza, hija, tu fe te ha sanado.
Y quedó sana desde aquella hora” La fe humilde dio eficacia a la oración de la enferma ¿Y la nuestra?
Jairo al lado del Señor es testigo de lo sucedido, acrecentada su fe en Cristo Nuestro Señor, cree íntegramente en su divinidad, gozoso depositó su fe y confianza en Él, expone el Evangelista el arribo a la casa de Jairo; “Cuando Jesús llegó a la casa del magistrado, vio a los flautistas, y al gentío que hacía alboroto” El cuadro encontrado por nuestro Salvador fue las plañideras que por paga lloraban el muerto, los tañedores de flauta entonaban música fúnebre, luctuosa y sombría, parientes y amigos reunidos compartían la tristeza y el dolor, la hija ya era fallecida.
Para la gente reunida en casa de Jairo y la muchedumbre que acompaña a Jesucristo Nuestro Señor la niña ya ha muerto, Jairo a ese momento cree, como se ha dicho fue valor altísimo para que el Señor conocedor en su corazón la fe y confianza, vino la voz que impuso silencio; “Y dijo: ¡Retiraos! La niña no ha muerto, sino que duerme.
Y se reían de Él” Así para todos los ahí reunidos murió, para Nuestro Señor está dormida, su alma está a la orden de Dios.
La incredulidad de los reunidos en casa de Jairo era muestra de una absoluta escases de fe, no merecen estar en la presencia del Señor, misma incredulidad continua a través de los tiempos, pero, así como esa gente fue echada, así tristemente serán tratados los incrédulos; “Pero Él echándolos fuera.
Toma consigo al padre y la madre de la niña, y a los que con Él estaban, Pedro, Santiago y Juan, entran donde la niña yacía, y le dijo: TALITHA CUMI, que quiere decir: niña, a ti te digo: levántate” De donde San Beda desgrana para sacar el grano de la fe; “Todos los pecadores pueden resucitar a la gracia”.
Como ha sido en los pueblos sin fe, todos quedaron impresionados y escandalizados; “Y la noticia del hecho se difundió por toda aquella región” Sin entender que a Cristo Nuestro Señor de le toca por la fe.
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