REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Jesús Resucito con su mismo cuerpo y propia virtud

“Mas él les dijo: No tengáis miedo, A Jesús buscáis, el Nazareno crucificado; resucitó, no está aquí. Ved el lugar donde lo habían puesto”. (Mc 16, 6)
viernes, 2 de abril de 2021
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Nuestra Santa Madre Iglesia confiesa; “¡Si! Es justo alabar a Dios en todo tiempo, mucho mas lo es en este día, en que Cristo Nuestro Señor, nuestra pascua, inmolado para expiar los pecados del mundo, nos ha dado la vida con su muerte y resurrección.

Pascua es el pecado destruido, la muerte vencida y la vida divina recobrada”. Se nos ha pedido: “Es justo alabar a Dios” Y es nuestro deber retribuir al amor misericordioso de Cristo Nuestro Señor glorificar a Dios; es bendecir la obra redentora dispuesta por nuestro Padre Celestial, cuyo punto culminante es la resurrección de su divino Hijo; es reconocer y honrar a Jesucristo Nuestro Señor quien resucita con su mismo cuerpo y propia virtud como lo dio a conocer a sus discípulos; “Que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sacerdotes y de los escribas, y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.

Los Santos Evangelios señalan dos ocasiones mas que en su contenido es el mismo mensaje, cada anuncio lo cierra el Señor con su palabra promesa de su realeza donde San Marcos es más específico; “Más tres días después resucitará”: Es posible que los discípulos dieron mas importancia a la persecución y castigo injusto que recibiría su Maestro, y poca la atención a la resurrección, no es de dudar que esa ligereza se debía a que su fe todavía era incipiente, por ello no apreciaron de momento que el triunfo de Cristo Nuestro Señor es la verdad fundamental del cristianismo católico que ellos después de la ascensión a los cielos será punto trascendente para la evangelización del mundo.

Ilustra el Pbro. Spadafora: “ El alma siempre unida a la divinidad, y en la mañana del domingo volvió a unirse con el cuerpo para darle vida nuevamente ”La predicción de Cristo Nuestro Señor quedo cumplida y con ello la redención de la humanidad realizada, desde luego, para que cada componente de ella redima por sí mismo su alma del pecado, Nuestro Señor Jesucristo será para todo arrepentido sinceramente; “El camino, y la verdad y la vida; nadie va al Padre , sino por Mí”, Abre la puerta de salvación a todas las almas que han venido al mundo y deseen ganar la gloria eterna, porque siendo el día de su Resurrección el que ha hecho el Señor, el demonio quedo vencido y cerrado el camino para ya no someter almas al pecado ni serán llevarlas a su perdición, por ello tener presente todo acto Litúrgico que Nuestra Santa Madre Iglesia ofrece para reedificar el alma del pecado: la Santa Misa, frecuencia de sacramentos, la oración, devociones, obras de piedad y nuestra fe en Cristo Nuestro Señor se afirmará por estos bienes como lo fue en sus discípulos al verle resucitado; “Redimió el Cordero a las ovejas; Cristo, inocente, reconcilió con su Padre a los pecadores”.

Vaya controversia humana cuando por la soberbia maligna se carece de fe por no creer lo que la razón cree, la incredulidad jamás avivará la fe que desecha; la otra es cuando la fe es obtenida por creer lo que la razón quiere creer se creyó y se aceptó la verdad expuesta por palabra del Señor.

Jesucristo Nuestro Señor revela su resurrección a los fariseos dando conocimiento a la señal que mostrará la incredulidad de su error y la ceguera de no entender que Nuestro Señor ha dicho la verdad del milagro prodigioso por el que demuestra su autoridad divina; “Destruid este Templo, y Yo lo reedificaré en tres días”.

Vino la avalancha de crítica y reproche, reprobación y censura a consecuencia de creer lo que los ojos de los sacerdotes y jefes del sanedrín ven las cosas materiales con que ha sido construido el Templo de Jerusalén, los hombres que trabajaron, el diseño y detalles de los arquitectos eso los hace orgullosos de la obra material y no la espiritual, sin entender que fue la voluntad de Dios la que permitió su construcción, pero carentes de credibilidad enjuician su palabra; “Se ha empleado cuarenta y seis años en edificar este Templo, ¿y Tú en tres días lo volverás a levantar?”.

Continua el Evangelista, dando a conocer la realidad que se comprende cuando es firme en el alma la fe y confianza en el Señor se puede apreciar y gozar lo sobrenatural; “Pero Él hablaba del Templo de su cuerpo”.

Bien, los discípulos entendieron con exactitud lo que significaba la frase después de la resurrección, pero la gente de la sinagoga no entendió nada, se escandalizaron porque en la pequeñez de su mente les era imposible aceptar que puede reconstruirlo en tres días lo que años tardo en construirse, en efecto la palabra que dio a conocer Jesucristo Nuestro Señor; ”Yo lo reedificare en tres días” Y en vez de profundizar en su palabra meditándola hasta encontrar la causa del porque el Señor les dio saber algo que de momento no comprendían, hicieron lo contrario, más que creer en ella la condenaron pues los fariseos y la gente del sanedrín se valieron de la palabra del Señor para acusarlo en el sanedrín; “Y algunos se levantaron y adujeron contra Él este falso testimonio; Nosotros lo hemos oído decir: Derribaré este Templo hecho de la mano del hombre, y en el espacio de tres días reedificaré otro no hecho de mano de hombre”, en primer lugar como se dice en las cosas del mundo, los acusadores del sanedrín maquillaron la palabra del Señor, porque la idea que afirman al acusarlo no lo dijo en el sentido que ellos toman para acusarlo, la otra, es que en la acusación ellos mismos reconocen y dan la lanzada sin razonar en lo que están diciendo, pues dicen “reedificare otro, no hecho de mano de hombre” En ello están afirmando de la palabra del Señor su resurrección, en efecto sin la mano del hombre Jesucristo Nuestro Señor resucito al tercer día como lo profetizo con su mismo cuerpo y propia virtud.

Pero la palabra del Hijo de Dios la ajustan con su dicho; “Tú que derribas el Templo, y en tres días lo redificas, ¡Sálvate a Ti mismo! Sí eres Hijo de Dios, bájate de esa Cruz”.

Los escribas, sacerdotes y ancianos del sanedrín incitan al pueblo a escarnecer precisamente al Hijo de Dios, ¿Qué diremos? La realidad, ellos se pusieron a sí mismos y por propia voluntad la soga al cuello, es una increpación grave burlar, mofarse y con ironía humillar ridiculizando la palabra de Dios, como hoy infinidad de hijos suyos trastocados por la incredulidad hace lo mismo, no solo nos sentimos sin fuerzas porque no estamos ahí para decirles la gravedad de sus insultos y la condena en que han caído, veamos lo que el Apóstol Santiago enseña a meditar en ello; “Sí uno oye la palabra (Dios) y no la práctica, ese tal es semejante a un hombre que mira en un espejo los rasgos de su rostro; se mira, y se aleja (del espejo), y al instante se olvida de cómo era”.

Estimado lector (a) al repasar, escuchar o ver una película sobre el momento de la agonía de Cristo de Nuestro Señor, somos conmovidos y enternecidos, turbados y perturbados por lo que nos preguntamos; ¿Porque Señor quisiste padecer injustamente? Y Él contestará, “Fue mi deseo de que las cosas sucedieran así para redimir tu alma y salvada por ti sea mi gozo” Pero poniéndonos en el lugar de ese hombre parado frente al espejo, repasamos la pasión, crucifixión y muerte del Señor, los dolores e insultos injustos, la flagelación injusta, los dolores de su Madre María verle llevar y caer con la cruz por tres ocasiones sabiendo ella que cae por los pecados de la humanidad, viene a la mente el arrepentimiento que nos hace decir: ¿Y yo que me duelo de mis cosas? ¡Debo cambiar por amor a Él y lo que hizo por la salvación de mi alma debo cambiar de vida! Hasta aquí todo bien, pasada la semana santa sucederá lo mismo que a ese hombre, al dar unos pasos en las cosas del mundo se olvidó como era su rostro y nosotros dejando de lado lo dicho, pensado y prometido, se cae en la rutina de la vida diaria ya no viene a la mente ni la pasión de Cristo Nuestro Señor, ni los propósitos de enmienda, se sigue la vida de placer, de satisfacciones, de compromisos, diversiones de toda clase, y lo prometido al Señor ¿Qué? Quedo en “cero”, ¿Qué paso? No hay tiempo para Cristo Nuestro Señor.

Un arranque de caballo de carreras y parar de mulas dice el refrán popular. En la misma forma, pero en sentido perverso El sanedrín creyó que con la muerte de Cristo Nuestro Señor terminaba todo, no imaginaron que su muerte es el triunfo de la redención con que abraza las almas que pasando cada día por el mundo recupera el Buen Pastor llevándolas sobre sus hombros al redil de su campo.

Y para escarnecerlo la plebe y los escribas estaban al lado de Cristo Crucificado increpándole; “Tú que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, ¡Sálvate a Ti mismo! Sí eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz!” Sacrilegio que repitiendo muchos como ellos en cada generación lo censuran e insultan, ofenden e increpan porque carecen de fe y confianza en el justo de los justos, sin atreverse a razonar que por la resurrección de su cuerpo santísimo Cristo Nuestro Señor obro la redención de esas almas incrédulas.

¿Por qué no entiende el mundo que Jesucristo Nuestro Señor al hablar del Templo material, habla Él mismo de ser el Templo que a los tres días reedifico? ¡Con su muerte reedifico las almas de todos los siglos! ¡reedifico la humanidad! ¡reedifico la vida de santidad! ¡reedifico cada alma para que por su propio esfuerzo y merito aproveche los medios para obtener la gloria eterna! Eso y más reedifico Cristo Nuestro Señor, por ello su triunfo es victoria eterna que corona su esfuerzo al venir al mundo a cumplir el deseo de su amado Padre; La obra de redención.

Nada de ello conocía la plebe de Jerusalén instigada por el sanedrín, nada conocía de lo que les obliga al sanedrín ir contra su Mesías, ni por asomo comprendió la obra de redención, al contrario, exacerbada la pasión del odio y despreció lanzan improperios estudiados no por la gente del pueblo, sino por la gente del sanedrín para escarnecerlo; “Tú que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, ¡Sálvate a Ti mismo! Sí eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz!”, la plebe no tiene cabeza para esto, pero si el sanedrín de donde escuchan los siglos como un eco que trasciende los siglos de lo que muchos como ellos ayer como en cada siglo se sigue injuriando y escarneciendo, se agravia y se difama por la incredulidad que se va heredando de generación en generación, se obra así porque se carece de fe y confianza en el justo de los justos, esos “muchos “sin atreverse a razonar que por la resurrección de su cuerpo santísimo Cristo Nuestro Señor obro la redención de todas las almas entre ellas las que como ellos son incrédulas, ¿Por qué no entender que Jesucristo Nuestro Señor al hablar del Templo material, se refiere ser Él mismo el Templo que a los tres días reedifico? La incredulidad es vació interior, es negación a lo celestial y desprecio a Nuestra Santa Madre Iglesia.

Los escribas, fariseos y sacerdotes del Templo no piden, exigen una señal del Señor que les mostrará su divinidad para creer en Él, buscaban ansiosos una tangente para salir de la presión de estar acorralados por sus preguntas a las que el Señor contesta con pregunta que no pueden contestar, por lo que les dio su realidad;” Una raza mala y adúltera requiere una señal: no le será dada otra señal que la del profeta Jonás.

Pues, así como Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches”.

Jesucristo Nuestro Señor les dio en una revelación velada el milagro portentoso que no entendieron de su resurrección.

El Evangelista da a conocer el esplendor, nobleza y majestad del pasaje que se refiere a las santas mujeres que van al sepulcro. Todo sucede en las primeras horas de la mañana del primer día de la semana, esto es el domingo; “Pasado el sábado, María la Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas, para ir a ungirlo”.

En ello las santas mujeres observan con piadosa curiosidad el lugar del entierro de su Señor, durante el sábado preparan lo necesario para embalsamar su cuerpo, esto lo harían pasado el día sabático por lo que fueron a buscar en los comercios lo que ocupan para ello.

“Y muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, al salir el sol”. Cuando en el amor a Dios hay plena disposición en la persona amante, todo obstáculo es superado y dominado, entre más se ama al Señor mayores son lo logros motivados por ese amor, esto sucedió en las Santas mujeres, porque en la actualidad parece que vivimos en la ley de la selva donde el amor a Dios se ha perdido y más al prójimo que Él nos pide.

Salieron las santas mujeres de su casa antes del amanecer lo que no fue obstáculo sino motivación, recordemos que la fe en Dios mueve montañas; “Y se decían unas a otras: ¿Quién nos moverá la piedra de la entrada del sepulcro?” Pedro Crisólogo, Doctor de la Iglesia conocido como “Palabra de oro” ilustra sobre la resurrección del Señor; “No dice volvió, sino revolvió la piedra.

Porque la vuelta de la piedra era únicamente señal de muerte; pero el revolver la piedra daba a conocer la resurrección. Aquí se transforma el orden de las cosas.

El sepulcro destruye la muerte y no descompone al muerto, la casa de la muerte se transforma en habitación de la vida, aparece la clausura de un modo nuevo, recibe un muerto y lo devuelve vivo”.

“Y al mirar, vieron que la piedra había ya sido removida, y era en efecto sumamente grande. Y entrando en el sepulcro vieron sentado a la derecha, a un joven vestido con larga túnica blanca, y quedaron llenas de estupor”.

Continuando con San Pedro Crisólogo; "Y se sentó sobre ella (El ángel). No se sentó por cansancio sino como doctor de la fe y heraldo de la resurrección.

Y se sentó sobre la piedra para que la consistencia del asiento fuese motivo de firmeza para los creyentes. El ángel colocaba sobre la piedra los cimientos de la fe sobre la que Jesucristo había de fundar su Iglesia.

También puede decirse que la piedra del sepulcro es figura de la muerte con que todos estaban oprimidos y en cuanto a que el ángel se sentó sobre la piedra, se da a entender, que Jesucristo venció la muerte con su poder”.

Él ángel viste de blanco, de su vestidura deducimos que en el cielo hay gran fiesta por la resurrección del Hijo de Dios que se halla a la derecha del Padre.

¿Cómo sería la voz del ángel? Reconfortante y comprensiva, amorosa, alegre y vivificante, dio vida y elevo el espíritu de las santas mujeres, cada palabra que dio a conocer no era de suyo propia, repite cada palabra dictada por Dios Nuestro Señor, conoce la tensión que guardan en su interior encontrarse con el Divino Cuerpo Jesucristo Nuestro Señor, cuando lo vieron y escuchan su mensaje, como que no dieron crédito a su explicación su tensión era muy fuerte, no se detuvieron a considerar lo dispuesto por Dios; “Más él les dijo: No tengáis miedo, A Jesús buscáis, el Nazareno crucificado; resucitó, no está aquí.

Ved el lugar donde lo habían puesto. Pero id a decir a los discípulos de Él y a Pedro: va delante de vosotros a la Galilea; ahí lo veréis, como os dijo”.

Pedro Crisólogo Doctor de la Iglesia orienta a una profunda meditación sobre la palabra del ángel; “Como diciendo: Mujer ya santificada, vuelve al hombre; persuádelo a que crea, ya que antes le enseñaste a pecar; cuéntale cómo es verdad que Jesús ha resucitado, una vez que antes fuiste la causa de su ruina. Y he aquí va delante de vosotros”.

“Ellas salieron huyendo del sepulcro porque estaban dominadas por el temor y el asombro, y no dijeron nada a nadie, a causa del miedo”. En cada una sucede algo trascendente, conforme van en busca de Pedro se va clarificando en su corazón: ¡Jesús resucito con su mismo cuerpo y propia virtud!

hefelira@yahoo.com

 

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