Agencia/Reforma
Es casi normal que los niños y las niñas lleguen a casa expresando amor por otro niño o niña en su entorno. Es normal, incluso, que digan que tienen un novio y una novia.
Mientras estos sentimientos se pueden mediar y pueden desatar conversaciones interesantes y necesarias entre padres e hijos, lo que no es tan positivo son regaños, confrontaciones desde el miedo o la vergüenza y prohibiciones.
La especialista en terapia familiar, Elizabeth Lazcano, psicóloga de la Universidad de Guadalajara, explica que estas expresiones son claves en las etapas de crecimiento de los más pequeños, sobre todo a partir de los ocho años e incluso antes.
"Es importante tener en cuenta de que los niños no observan las relaciones afectivas como los adultos, para los pequeños en edad escolar generalmente la relación que pueden experimentar sí tiene que ver con un aspecto de yo sentirme interesado por el otro, pero no es un aspecto de amor como los adultos lo entendemos", explica la psicóloga.
Para esto es importante que los padres mantengan la calma y comiencen a crear conversaciones al respecto.
"Si bien es cierto forma parte del desarrollo sexual, no necesariamente estaríamos hablando de sexualidades desde ya como lo hacemos en el caso de los adultos".
Para Lazcano la clave de todo esto es la comunicación asertiva y transparente.
"Sin comunicación no hay garantía de protección", es su máxima.
Propone que cuando estos casos de noviazgos o de declaraciones de intereses románticos ocurran, en casa los padres puedan sentarse a preguntarles a los niños cuáles son sus inquietudes, por qué sienten que esa relación es importante y entonces ya explicarles las diferencias entre una relación afectiva y otra, las formas en las que pueden expresar sus sentimientos de forma segura y sin violencias, así como el respeto.
"Hay que hablarlo desde una postura natural, desde una postura tranquila, los papás no estamos preparados por supuesto para este tipo de preguntas aunque suponemos que en algún momento van a pasar, nos tenemos que relajar, sentirnos cómodos con la conversación y hablar de una forma natural sobre cómo es una relación, qué me hace sentir cómodo con el otro o la otra y qué es lo que me puede interesar de compartir con el otro.
A lo mejor esa parte del enamoramiento sea pasajero", explica la especialista.
¿Y CUANDO LLEGA EL AMOR?
Muchos padres temen el momento en la adolescencia en que comienzan los noviazgos. La especialista asegura que prohibir los noviazgos de manera tajante no es de utilidad y que, por el contrario, este tipo de actitudes cierran las puertas para la conversación y la confianza que son necesarias durante esta etapa de sus vidas.
"Esto va a depender totalmente de los papás, de qué tan accesibles sean ellos a acompañar esta fase del desarrollo de sus hijos tan importante.
Debemos preguntar los intereses que tienen los jóvenes y las inquietudes que los llevan a estar en una relación y debemos hacerlo desde un marco de confianza, de respeto y de amor, solo así mi hijo y mi hija se va a sentir acompañado y podrá venir conmigo a resolver sus dudas", dice Lazcano.
Las consecuencias de no establecer una comunicación de confianza implica que los hijos se encuentren vulnerables, sin información y aislados investigando en lugares donde se les puede desinformar.
Los adolescentes, niños y niñas replican las actitudes y las relaciones de los adultos cercanos en su entorno, por lo que si ven una relación disfuncional en casa, adoptarán esas formas también en sus relaciones.
La especialista apela a promover valores claros y establecer límites respecto a las nuevas relaciones de horarios y espacios compartidos.
Una clave importante es enseñarles formas de lidiar con emociones límite como la tristeza, la decepción, la frustración, el enojo e incluso los celos.
"Muchos padres tienen miedo de que sus hijos vivan todas esas emociones y ese miedo puede venir de sus propias experiencias, de sus propias formas de enfrentar sus emociones y en ese caso quizá podrían considerar recibir ayuda profesional para vivirlo y para encontrar formas de comunicarse y confiar en sus hijos", dice .
También resulta de suma importancia identificar actitudes y señales que indiquen que hay una relación violenta, no solo muestras de daño físico sino secuelas de daño psicológico como miedo, vergüenza, prohibiciones de vestimenta, aislamiento de otros vínculos amistosos, insultos y baja autoestima.
En estos casos la comunicación asertiva y la búsqueda de soluciones pueden acompañarse de un especialista de la salud mental.