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Un tesoro por descubrir

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Apulia -en italiano, Puglia-, región sureña ubicada justo en el tacón de la bota de ese idílico país.
viernes, 1 de septiembre de 2023
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Agencia/Reforma

Italia es uno de los destinos favoritos del mundo debido a sus sitios arqueológicos, encantadoras playas y ciudades, deliciosa gastronomía y buenos vinos, pero sobre todo por la alegría de su gente, que es contagiosa.

La famosa dolce vita se traduce en la relajada forma de ser de sus habitantes y, aunque parece que siempre están gritando y gesticulando, son amabilísimos e invariablemente están dispuestos a charlar con el viajero.

Más allá de las ciudades clásicas que los trotamundos suelen recorrer -Roma, Florencia o Venecia, por mencionar algunas-, hay una región que se presta para conocer la Italia profunda y que rivaliza tanto en belleza como en cultura con los destinos más populares y visitados.

Se trata de Apulia -en italiano, Puglia-, región sureña ubicada justo en el tacón de la bota de ese idílico país.

Hasta ahí llegan quienes desean descubrir su historia, la belleza de sus ciudades que cuelgan sobre el mar y sus cactus y flores, así como para conocer un lugar considerado Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.

Se trata de Alberobello, un pueblo que destaca por sus casas blancas con techos cónicos, los cuales se denominan "trulli" y se conservan como en el pasado.

Se dice que en la antigüedad eran construidos de esa manera para que pudieran ser desmontados y sus propietarios no tuvieran que pagar impuestos.

Algunos son tiendas para comprar coloridos recuerdos y otros albergan bonitas posadas. El Trullo Sovrano, por ejemplo, es un museo de artes en donde hay representaciones de música y danza.

Bari, ciudad portuaria y capital de esta región del sur de Italia, es otro gran sitio para programar una escapada. Obligatorio es pasear por las calles empedradas de su centro histórico y ver las casas con balcones en donde los vecinos tienden su ropa o montan altares, a las mujeres vestidas de negro que tejen en la calle o a los puestos con joyería local.

En este destino hay que visitar la Basílica de San Nicolás, el Fuerte de San Antonio Abad y realizar una caminata por el paseo marítimo para disfrutar de sus hermosas vistas.

Por otro lado, enclavado en las montañas, Ostuni es un poblado que te dejará sin aliento ya que es todo blanco y en sus paredes se reflejan de manera mágica los rayos del sol.

Ahí, entre olivares puedes apreciar vistas del Mar Adriático. La Plaza de la Libertad y la Catedral de Santa María Assunta son imperdibles.

Hay que seguir descubriendo esta zona visitando Lecce, una antigua ciudad que destaca por su propio estilo barroco. Sus edificios de piedra caliza tienen un color muy especial.

Gozar de un helado es tarea primordial.

Por último, Polignano a Mare era una antigua aldea de pescadores durante el Imperio Romano y hoy imanta a los viajeros con sus casas blancas y color miel colgadas sobre rocas que besan al azul del mar.

En su centro histórico hay iglesias y palacios, y se pueden leer los textos que el poeta Guido Lupori ha escrito en muros, puertas y escaleras.

Se dice que hace mucho tiempo los nopales llegaron a esta región desde México y, debido al clima árido que prevalece la mayor parte del año, se adecuaron a la perfección.

Se llaman "opuntia" y aunque no se comen, forman parte del paisaje de esta región y están dibujados tanto en platos y vasos como en otros elementos de decoración.

En nuestra experiencia volamos de la CDMX a París con Air France, luego viajamos a Roma y desde la capital italiana abordamos un tren para llegar a la región de Apulia.

Más inspiración en (www.italia.it/es).

Delicias gastronómicas

En esta zona hay que deleitarse con pimientos y la pesca del día. También destacan las orecchiette (pasta sin huevo en forma de orejitas) y es famoso su aceite de oliva, mismo que rocían sin pudor en cualquier platillo, sobre todo en la focaccia barese, especie de pizza de masa gruesa con tomates y aceitunas, típica de Bari.

El pulpo, las berenjenas rellenas, el arroz con almejas y las albóndigas no tienen desperdicio.

En cuanto a vinos, hay que probar el Bombino blanco y negro, o el Montepulciano, que complementarán tu cena en alguna terracita a la luz de la luna.

 

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