Ma. Teresa Medina Marroquín
Orbe
Como lo dije en esta columna, no sé si antes que muchas y muchos, la Legislatura 66 de Tamaulipas habrá de recurrir (¡obviamente!) al uso de “aplanadoras” y de toda “maquinaria pesada” para lograr sus proyectos.
Pero no sólo es evidente que harán uso de ese poder sino que salta a la vista que Morena, PVEM y PT llevan prisa.
Por la prisa, se insiste, de reconstruir una nueva entidad cuyas instituciones, acusan estos antiguos opositores, quedaron devastadas por la corrupción que se señala está siendo investigada (mucha gente no lo cree) por las denuncias presentadas ante la Fiscalía General de Justicia (FGJE) como por los propios juzgadores del Supremo Tribunal de Justicia de Tamaulipas.
Ambas instancias son encabezadas por Irving Barrios Mojica y David Cerda Zúñiga quienes, también son acusados, ahí les va, por no sumarse al festejo de la Cuarta Transformación.
“Festejo” significa (no nos hagamos tontas y tontos) investigar y juzgar a todos aquellos corruptos ex funcionarios que con lo que se robaron les alcanzó y les sobró hasta para comprarse una isla paradisíaca en el Caribe, viajar por todo el mundo, comprarse una mansión en Dubái y gozar de tanto dinero en efectivo hasta caer en la ignominia.
Demostrando a propios y extraños una situación que no debería estar ocurriendo, y que sin embargo parece no pasar inadvertida, como significa que quienes procuran y administran la justicia están con el pasado.
LAS CAUSAS: GUERRA ABIERTA, AUSENCIA DE JUSTICIA Y DE RACIONALIDAD POLÍTICA
Propiciando lo anterior una no velada sino abierta guerra contra los nuevos representantes del poder, o, como se decía hace siglos, es muy probable (para que no se oiga tan rudamente) no entiendan aquella máxima de que “muerto el rey, viva el rey”.
¿Esa ausencia de justicia y de racionalidad política son entonces las justificaciones para que los 26 diputados de Morena, PVEM y PT hagan uso de las “aplanadoras y de toda “maquinaria pesada” en la 66 Legislatura?
Comenzando porque el poder no se comparte, y considerando que la corrupción y los saqueos a las arcas públicas deben ser castigados ejemplarmente, ya que eso es lo que la ciudadanía ha ordenado, sobran pues las razones convincentes para proceder usando ese enorme poder.
El recurrir a semejante uso de poder y a todo un conjunto de estrategias no implica lo que antiguamente se acusaba como una inmoralidad política ---me refiero cuando el entonces poderosísimo PRI hacía y deshacía en las cámaras de Diputados y Senadores (o Congreso de la Unión), así como en las 32 legislaturas locales---, partiendo de que el contexto social y el ambiente político se encuentran sumamente enrarecidos.
Pagando el costo más alto de ese fenómeno público casi 90 millones de mexicanos que han visto ir y venir la llamada pluralidad política, sin resultados que definitivamente no se ven en sus hogares y en sus mesas y en una calidad de vida que cada vez se aleja más de la pauperizada realidad.
LOS DIOSES DETESTABLES Y UN PUEBLO CONVERTIDO EN LABORATORIO DE EXPERIMENTOS
Por el contrario, la mayor parte de la realidad política y social que se contempla sólo se observa como una cruenta guerra intestina entre todos los partidos y grupos de poder.
Sólo entonces, desde hace 50 años, y en modo creciente, el país entero ha sido convertido en un gigantesco matraz de experimentos donde, para colmo de males, las y los mexicanos han sido utilizados como conejillos de indias en propósitos tan abominables como enriquecer a unas cuantas familias que ahora se sienten dioses.
Mientras que el pueblo se convulsiona literalmente en medio de una pobreza y de tantas necesidades y de tantas injusticias que sólo de pensarlas son capaces de enfermar al más sano.
Si es así, bienvenidas las “aplanadoras” y el resto de las “maquinarias pesadas”.
¡Excelente inicio de semana!
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