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Abrazado por el Golfo de California y el Océano Pacífico, el estado de Baja California pone sobre la mesa todo un festín de alternativas para que diversos tipos de viajeros elijan lo que más les apetezca.
Y es que más allá de los típicos destinos de sol y playa, la entidad cuenta con opciones para entregarse al ecoturismo, practicar turismo cultural y médico o para hacer tanto turismo gastronómico como enológico.
A la belleza de sus paisajes naturales se suman la presencia de grupos étnicos, el legado de misioneros españoles y la hospitalidad de su gente.
Su capital, Mexicali, combina desérticas postales con envidiables actividades de aventura. Además de destacar, cada día más, dentro del turismo médico dental; los adictos a la adrenalina, hasta ahí llegan para vivir la emoción del sandboard.
Por si no bastara, la ciudad se enorgullece de su herencia china, misma que se ve reflejada en festivales, arquitectura, gastronomía y en el Barrio Mágico de La Chinesca, donde es posible hallar una historia milenaria, gastronomía, tradiciones y tentadores comercios.
El Pueblo Mágico de Tecate, por cierto, es otro de los destinos a incluir en una travesía bajacaliforniana, ya que, además de formar parte de la Ruta del Vino, es hogar de la famosa cerveza Tecate y del mejor pan -dulce y salado- de la región.
Sus tentadores ranchos, balnearios y spas aportan interesantes alternativas a los asiduos al turismo de bienestar y La Rumorosa, joya de la naturaleza donde se pueden observar peculiares piedras que han resistido el paso del tiempo, se ha convertido en un edén para quienes gustan de atrapar paisajes únicos desde sus miradores.
Resulta imposible no hablar de Tijuana, ciudad cosmopolita que destaca dentro del turismo médico y ofrece a locales y visitantes una enriquecedora agenda en sitios como el Centro Cultural Tijuana (CECUT), interesantes propuestas gastronómicas y una vibrante vida nocturna.
Al caminar por la Avenida Revolución se hallan desde tradicionales guisos mexicanos hasta elaborados sabores de la cocina internacional. No faltan diversos tap rooms que sirven cervezas artesanales.
Otra parada obligada se realiza en Playas de Tijuana.
Por otro lado, Ensenada es un importante destino de cruceros, sitio imprescindible para saborear los exquisitos tacos de pescado y punto de partida para recorrer los valles cercanos, en los que abundan reconocidas casas vinícolas que muestran los procesos de elaboración del vino y organizan interesantes catas.
Sin duda, uno de los rincones más atractivos para constatar la belleza natural del estado es San Quintín, un municipio rodeado de mar, valles, desiertos, bahías y montañas.
Sin embargo, los llamados humedales de la Bahía de San Quintín destacan por su abundante vegetación en la que se "dibujan" lagunas de agua dulce en forma de serpientes o laberintos curvos.
Con su llamativa escena off-road, San Felipe es idóneo para quienes gusten de armar itinerarios a bordo de vehículos todoterreno y relajarse en sus playas.
Por último, Rosarito mima a los amantes de las actividades acuáticas en sus idílicas playas y a los fans de la langosta. Sobran motivos para planear una ruta de, al menos, dos semanas, y quedar enamorado de esta zona del País.
Edén del enoturismo
La Ruta del Vino es imprescindible al viajar a este destino. Gracias a su clima mediterráneo, el estado produce una gran variedad de tintos, blancos y rosados.
Baja California cuenta con siete valles vinícolas: Tanamá, La Grulla, San Vicente, Ojos Negros, Santo Tomás, Valle San Jacinto, Valle de Guadalupe.
Durante tu visita, podrás elegir entre más de 150 vinícolas que ofrecen catas, degustaciones gastronómicas y recorridos por cavas o viñedos.
También hay experiencias holísticas en varios hoteles boutique. Más inspiración en (bajacalifornia.travel).