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Niños: paren de sufrir

Ya sea que recién empiecen su vida escolar, o que hayan avanzado a un nuevo grado, cada niña y niño vivirá la experiencia educativa de forma distinta.
martes, 3 de septiembre de 2024
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Agencia/Reforma

Ya sea que recién empiecen su vida escolar, o que hayan avanzado a un nuevo grado, cada niña y niño vivirá la experiencia educativa de forma distinta.

Y para varios de ellos no será precisamente grata.

No porque sean holgazanes, indisciplinados o "burros", como quizás se les llegue a tachar cuando no logren cumplir con las instrucciones en clase, sino por ciertas barreras de aprendizaje que podrían tomar tiempo en ser detectadas.

"Actualmente se habla de trastorno específico del aprendizaje, que puede ser de tres tipos: de la lectura, de la escritura y de las matemáticas; o sea, dislexia, disgrafía y discalculia.

Problemas para leer, para escribir y para las matemáticas, respectivamente", detalla en entrevista telefónica el neurólogo pediatra Antonio Rizzoli.

"La gente puede pensar que a lo mejor los niños no son buenos en la escuela, que son flojos, que son tontos. Y la realidad es que existen condiciones, dificultades, barreras para que estos niños puedan aprender de manera adecuada, y que como a lo mejor no las conocemos nos generamos estas ideas erróneas de ellos", refrenda, por su parte, el médico Héctor Daniel Cueto, gerente de asuntos médicos de Sanofi.

A decir suyo, las estadísticas globales apuntan a que del 10 al 15 por ciento de las personas en el mundo van a tener alguna dificultad de aprendizaje, incluidas las antes mencionadas.

"En México, específicamente, traspolando datos globales con datos del INEGI sobre cuántos niños hay en el País al día de hoy, podemos estimar que alrededor de un 7 por ciento de niños y niñas en edad escolar van a padecer alguna de estas condiciones o más de una", expone Cueto, e insta a padres y docentes a estar atentos a tal probabilidad.

"Nos toca a todos, pero principalmente a los papás y a los maestros, el poder identificar de manera temprana estas condiciones. Porque tanto el papá como el maestro son las personas que más en contacto van a estar con los niños, y que más fácilmente pueden identificar cuando hay uno de estos problemas".

Una escritura difícil de interpretar o prácticamente ilegible; problemas para leer y para deletrear las palabras, con una negativa a participar en la lectura en voz alta, y dificultades para contar y realizar cálculos sencillos, son algunas señales que podrían indicar la presencia de disgrafía, dislexia o discalculia.

En particular, se suele sospechar a partir de que el menor no esté consiguiendo los hitos de desarrollo esperados para su edad. Sin embargo, aquí Rizzoli pide a los papás analizar tales expectativas; "de repente nosotros estamos esperando que nuestros hijos o hijas hagan cosas que no necesariamente corresponden para su edad de desarrollo", resalta.

"Ahora de repente las escuelas dicen: 'Es que el niño ya tiene que estar contando hasta tal, y tiene que estar haciendo tal'. Y tal vez no es así, tal vez eso es lo que quiere la escuela", prosigue el especialista en desarrollo y conducta de niños y niñas.

"Algunas escuelas ofrecen que los niños aprendan a leer a los 3 años, y eso no es lo más adecuado desde el punto de vista del desarrollo.

Entonces, tendríamos que preguntarnos: ¿Qué tanto estoy haciendo para que mi hijo vaya aprendiendo cosas que le sirvan, o qué tanto estoy queriendo que vaya avanzando a costo del estrés?".

Es decir, empezar a superar el viejo paradigma donde las habilidades de lectoescritura y matemáticas son el parámetro unitario para medir la inteligencia y progreso de todos por igual.

"Ya las habilidades han cambiado, y puede ser que haya niños que tengan problemas de lectoescritura, pero tienen grandes habilidades sociales. Y hay que preponderar siempre las habilidades para tener éxito profesional: trabajo en equipo, liderazgo, comunicación efectiva y resolución de problemas", enlista Rizzoli.

"Uno de los retos que tenemos es que los niños y las niñas aprenden a desarrollar todas estas habilidades en contacto con otros niños y a partir de estar con ellos", añade.

"Los aprendizajes el día de hoy deberían estar enfocados en cómo favorecer que los niños tengan independencia, tengan autonomía, tengan un pensamiento crítico, puedan llegar a trabajar en equipo, puedan resolver problemas".

De acuerdo con Rizzoli, el diagnóstico de cualquier trastorno especifico del aprendizaje debe estar precedido de una valoración médica que descarte problemas visuales o auditivos, así como otras condiciones como el trastorno por déficit de atención.

Y, subraya, de nada sirve hacer algún estudio de imagen como un electroencefalograma o una resonancia magnética, aunque sea la propia institución educativa la que lo esté solicitando; "no tiene la obligación el papá, la mamá o el cuidador de hacer lo que pida la escuela".

"Lo que es importante, y que se debe dejar claro, es que trastorno especifico del aprendizaje no es igual a discapacidad intelectual, no es igual a 'no puede hacer las cosas', no es igual a 'no puede aprender , no es igual a 'no se va a poder valer por sí mismo', no es igual a 'va a requerir de una educación especial'.

Lo único que quiere decir es: Requiere de darle herramientas para favorecer que vaya aprendiendo.

"No tendría por qué limitar la vida, sino que lo que tendríamos que hacer es algún tipo de adecuaciones. Se puede ir a cualquier escuela, pero es necesario hacer un plan donde el niño pueda estar cerca del profesor, donde se puedan dar instrucciones claras, donde se dé el tiempo para ver si realmente comprendió las instrucciones", destaca Rizzoli.

Y tratándose sobre todo de menores que quizás reciban burlas por no seguir el ritmo de los demás dadas las barreras de aprendizaje, resulta también muy importante el acompañamiento emocional y crear un ambiente próspero.

"Hay que favorecer que los niños y las niñas se sientan contentos, se sientan seguros, se sientan motivados, se sientan felices. Evitar el estrés", apunta Rizzoli.

"Se debe fomentar la autoestima y la confianza de los niños; crear un ambiente de aprendizaje inclusivo, comprensivo. Y siempre dar retroalimentación a los niños, pero de manera positiva, y no sólo celebrar los logros, sino también los esfuerzos", concluye Cueto.

Educación a su medida

Existen diferentes estrategias para apoyar tanto en casa como en la escuela a menores con trastornos específicos del aprendizaje.

Dislexia (dificultad para leer):

- Ofrecer instrucciones simplificadas.

- Utilizar audiolibros.

- Dar tiempo adicional para leer y escribir.

- Leer en voz alta en casa.

- Recitar canciones.

Disgrafia (dificultad para escribir):

- Permitir responder de forma oral.

- Dividir las tareas de escritura en pequeñas entregas.

- Usar organizadores gráficos como cuadros y diagramas.

- Practicar el uso del teclado.

Discalculia (dificultad para aprender matemáticas):

- Brindar tiempo adicional en los exámenes de matemáticas.

- Moderar la cantidad de problemas matemáticos en las tareas.

- Jugar juegos de mesa.

Fuente: www.healthychildren.org

 

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