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Hay frases que resultan duras de escuchar cuando quienes las expresan son niños: "Fallé" o "Yo tuve la culpa".
De acuerdo con psicoterapeutas estas expresiones las suelen manifestar los hijos que quedan en medio de una separación conflictiva entre sus padres.
Cuando a la situación se suma la imposibilidad de ver a uno de los papás, sale a flote otra expresión, ahora contenida de miedo: "Tal vez no lo vuelva a ver nunca".
Si las separaciones de los padres son un proceso difícil para una familia, cuando éstas se dan en medio de desacuerdos, demandas jurídicas extenuantes y alienación parental, los hijos menores de edad viven un impacto aún mayor en sus emociones.
"Hay niños que sienten que de ellos depende que los papás se unan y se sienten hasta culpables porque los papás se pelean y porque no los pueden mantener unidos", comenta el psicoterapeuta Jorge Domínguez García, autor del libro Terapia breve infantil y del adolescente.
"Hay niños que dicen: 'Fallé, yo quería que estuvieran juntos y fallé'".
Pero ellos, se sabe, jamás tienen la culpa de una separación. Y tampoco deben sufrir de más por una.
Lograr la convivencia, un calvario
De acuerdo con INEGI, durante 2022 se registraron 166 mil 766 divorcios en el País, 11 por ciento más que en 2021.
De ellos, casi un 10 por ciento se resolvió vía administrativa y 90 por vía judicial. Las entidades con las tasas más altas en aquel año fueron Campeche, Sinaloa y Nuevo León.
A la par, el número de niños que sólo pueden ver a uno de sus padres en un centro de convivencia familiar supervisada, debido a que así lo consideran el juez o el DIF, también ha aumentado.
Antes de la pandemia, en 2019, se registraron 10 mil 301 solicitudes de convivencia. En 2023, fueron 14 mil 040. De ellas, alrededor del 85 por ciento son de papás varones.
La convivencia familiar supervisada aplica con base en lo que la Constitución llama el interés superior de la niñez, que establece que todas las decisiones y actuaciones del Estado velarán por sus derechos, entre ellos, el de convivir con ambos progenitores, aun y cuando no vivan bajo el mismo techo.
Sin embargo, en ocasiones la convivencia tampoco se puede dar ahí, denuncian constantemente padres de familia.
Alejandro, un profesionista de Monterrey, debe viajar cada dos sábados al centro de convivencia familiar del Estado de México para ver a su hijo de 2 años de edad.
La mamá del niño se mudó a aquella entidad tras la separación.
El juez determinó esa frecuencia y que el encuentro debe durar sólo dos horas, por lo que a lo largo de un año, el niño ha podido convivir con él únicamente el equivalente a menos de un día.
"Un fin de semana volé, ahí estuvo a las 8:30, puntual, sale una persona y me dice que la mamá no se había presentado con mi hijo", relató.
La madre no responde mensajes y, por más solicitudes que él hace al juez, éste no emite medidas para evitar que reincida en no presentarse ni para que la convivencia con su hijo pueda durar más cada sábado o pueda ver a los abuelos.
Estos casos se repiten en todo el País con el consecuente impacto en las emociones de toda una generación.
"Los niños que no pueden convivir normalmente con alguno de sus padres experimentan sentimientos de abandono, inseguridad y tristeza que pueden reflejarse en sus relaciones sociales y en el rendimiento académico, así como en cambios de humor como irritabilidad, intolerancia y apatía", señala la Marina Pérez Martínez, psicoterapeuta.
"En ocasiones se presentan problemas para dormir o comer".
Para los niños se trata de una pérdida, señala Pérez Martínez, con experiencia en programas escolares de autoestima y autocuidado.
"Para ellos se destruyó su familia y su más grande temor es no volver a ver a su papá", explica. "En la mayoría de los casos los niños se culpan a sí mismos de la decisión de sus padres.
Tienen la fantasía de que ellos hicieron algo que provocó la separación".
En la ruptura, acuerdos
Para que el niño pueda convivir con ambos padres tras una separación, Kathia Villarreal Rodríguez, profesora de Derecho Familiar en la UDEM, se pronuncia por la custodia compartida.
"La custodia compartida es una forma de garantizar que el hijo o los hijos puedan tener convivencia continua tanto con papá como con mamá", señala la autora del libro Interés superior de la niñez en casos de separación de la pareja, que se presentará en la próxima Feria Internacional del Libro de Monterrey.
Pero lograrla no es sencillo, ni aplica para todos los casos, señala.
"La custodia compartida requiere de una comunicación constante entre los progenitores. Sería muy difícil hablar de custodia compartida cuando papá y mamá no se hablan".
En contraste, advierte que, cuando los juicios por la custodia de los hijos se alargan, se vulneran los derechos de los niños.
"A veces el juicio puede tardar dos años, pero dos años en la vida de un niño de 3 años es demasiado tiempo", explica. "En dos años yo puedo desvincularme de mi papá si no lo veo, o de mi mamá.
Esa temporalidad afecta".
Por otro lado, para evitar que los conflictos entre los progenitores se alarguen existe la mediación, una técnica para llegar a acuerdos. Su fórmula se basa en preguntas que el mediador hace a las partes involucradas.
A través de sus respuestas, ellos mismos construyen la solución.
"No es lo mismo que la solución la dé un juez que te diga: 'Tú tienes que hacer esto y esto', a que las partes decidan cómo se van a organizar", explica Francisco Gorjón Gómez, profesor de Derecho en la UANL y especialista en métodos alternos de solución de conflictos.
"La mediación es una negociación asistida, un método que ayuda a que las personas se comuniquen entre ellas. No resolvemos el conflicto: gestionamos y transformamos el conflicto, ayudamos a que las partes se pongan de acuerdo y se separen de mejor manera".
La técnica aplica para temas como la pensión alimenticia y la convivencia con los hijos.
"Muchas veces nadie les pregunta a los hijos, en el momento en que se divorcian los padres, qué es lo que quieren o con quién quieren vivir o qué es lo que necesitan.
No se les pregunta", afirma Gorjón Gómez.
"Pero actualmente ya se están empezando a generar esas condiciones y los procesos de mediación están incluyendo a los hijos".
La mediación en una familia busca un estado de bienestar para todos a pesar de la separación, señala el catedrático, y con ello, un estado posible de felicidad.
LO QUE HAY QUE EXPRESARLES
Para facilitar el duelo y minimizar el impacto de una separación, los padres deben hablar con sus hijos para preparar los cambios que se avecinan. Decirles:
- Que se trata de una decisión entre adultos.
- Que ellos no tuvieron la culpa de la separación (a veces los niños escuchan que se pelearon por cosas de la escuela) y que no tiene relación con algo que ellos hicieron.
- Que no tienen la responsabilidad de juntarlos.
- Que el amor hacia ellos se mantiene (decírselos una y otra vez hasta que los vean seguros).
- Que la convivencia con ambos progenitores no se afectará.
Fuentes:
Psicólogos Jorge Domínguez García y Marina Pérez Martínez.
PARA LLEGAR A ACUERDOS
Una mediación se puede hacer en la sede del Poder Judicial o con un mediador privado.