En los sucesos paranormales no todo es miedo ni terror, también se han dado casos de sucesos inexplicables y, sobre todo, agradables y para la mayoría de bendición en sus vidas, afianzando su fe y el amor al prójimo.
Estos hechos sucedieron en un templo cristiano de la Zona Centro y fue durante la alabanza es decir, en el lapso en que el grupo musical cristiano cantaba en la iglesia y muchos de los presentes alcanzaron a ver a unos niños divirtiéndose entre el conjunto musical y los presentes que estaban en las bancas, sin embargo esa noche realmente no había muchos menores de edad, al menos no en la cantidad de los que se manifestaron corriendo y jugando con ropas en color claro.
Para todos los que alcanzaron a ver a los menores, lejos de asustarse esa noche del año 1987 porque eran menores jugando, continuaron en el culto como si nada pasara pero en realidad, y los presentes lo desconocían, no había tantos niños, el templo ni era tan grande como hoy día, tampoco contaba con aire acondicionado, se refrescaban con abanicos, el techo era de lámina y tenía largas bancas de madera en color café para comodidad de la feligresía.
Recuerdan algunos de sus miembros que todavía siguen acudiendo, que esa noche siguieron la liturgia de la iglesia, era un nutrido grupo de mucha oración y algunos tenían el don de hablar en lenguas, era finales de Semana Santa de ese año.
Cuando terminó de tocar el grupo de alabanza y también el culto, los presentes se quedaron todavía algunos minutos para platicar y despedirse, y, palabras más o palabras menos, dialogaron lo siguiente:
- ¿De quién eran los niños que estaban corriendo en la iglesia?
- ¡Eran muchos niños y aquí presentes no son tantos! ¡Y ninguno tiene ropas claras! Contestó un tercero.
- No recuerdo a tantos niños. Agregó una madre de familia.
- Yo ví muchos y aquí solo hay presentes dos o tres. Añadió otra de las mujeres
- ¡Pero si eran muchos entre el grupo de alabanza y las bancas! Contestó un adulto mayor.
- ¡Dios Santo! ¡Y aquí tampoco están sus padres! ¡Somos los mismos de cada culto! Recordó otra más de las hermanas.
- ¿Olieron ese olor a vainilla en el aire? Ese olor fue solo en ese momento, ahorita no se huele nada. Acotó el músico del órgano de la iglesia.
Pasaron pocos años cuando otro de los testigos de esa noche de 1987 recordó cuando su papá, de nombre Francisco, enfermó del hígado, un doctor le pronosticó que le quedaba poco tiempo de vida.
“Le pedí a Dios que me lo dejará un año y Dios me lo dejó por año y medio. A mí papá lo operaron y él en la intervención quirúrgica alcanzó a unos niños, cuando salió y lo llevaron al cuarto de recuperación me relató muy emocionado que en el quirófano había pequeños viendo cuando los doctores lo operaban” y concluyó que esos niños eran la presencia de Dios.