- Tránsito, PC y Radiobrigadistas cuidaron de familias
LA PRENSA/REPORTE
Este 2 de noviembre, Día de Muertos, los panteones de la ciudad se vieron completamente aglomerados por las familias de ambos lados de la frontera que fueron a visitar las tumbas de sus seres queridos.
Entre melodías como Te vas ángel mío, Amor eterno, Dos coronas a mi madre de los conjuntos de fara fara, los olores de las tortas y tacos de trompo y bistec, la venta de ramos de cempasúchil, coronas naturales y artificiales, venta de globos para las tumbas de los niños, entre otros, las familias pasaron un día en el cual sus fallecidos vuelven a vivir en los recuerdos de quienes los visitaron.
En el panteón Sagrado Corazón, por ejemplo, se pudo apreciar lo bien resguardado que estaba el bulevar Hidalgo por los efectivos de Tránsito, PV y voluntarios radiobrigadistas, el acceso a este camposanto fue un escenario bien arreglado con la tradicional flor de cempasúchil y sus oficinas que parecía un altar de muertos y que sirvieron para que personas y familias se tomaran fotografías o selfies y las compartieran en sus redes sociales.
Si bien el 2 de noviembre es un día para visitar las tumbas de quienes se adelantaron en el camino y evoca la tristeza de la ausencia de los seres amados, es también un día para celebrar aquellos tiempos de vida en los que, pese a las dificultades que pudiera presentar la vida, fueron tiempos gratos y felices.
Este Día de Muertos, en nuestra cultura e idiosincrasia, pareció una verbena familiar y popular con los antojitos, el acordeón y bajo sexto, la caña y dulce de mezcal y las visitas familiares que al llegar a las sepulturas las limpiaron con escoba y agua, les colocaron sus flores y muchos allí comieron con sus difuntos.