Ma. Teresa Medina Marroquín
Orbe
Frente a los acontecimientos que se ciernen sobre la nación, de momento sobre el norte de México y en especial aquí en Tamaulipas, hablando principalmente de las fronteras de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, la salud pública se vuelve una prioridad; qué importa si nos acusan de expresar verdades de Perogrullo.
A lo hecho pecho, dice el refrán. ¿Culpa de quién? No es el momento de buscar a quien cargarle las consecuencias de las órdenes ejecutivas que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, recién ha dictado, hace unas horas, entre otras muy serias, respecto a las deportaciones masivas.
La urgencia es afrontar todas y todos juntos el impacto inminente de las deportaciones; ya de las otras medidas radicales discutiremos y nos pelearemos otro día, siempre sin perder de vista que los trasfondos de esos gigantescos golpazos del imperio son solamente una parte de esa inmensidad de intereses económicos con los que los vecinos y su magnate convertido (muchos dicen que inexplicablemente) en Presidente manejan los movimientos tan estratégicos de la ecuación geopolítica que por ahora tanto nos agobia.
Geopolítica que por lo pronto intenta que ---una vez que por allá se queden sin quienes les hagan la talacha diaria que los gringos no quieren hacer y que siempre es tan indispensable para esa megaeconomía--- el Golfo de México cambie de nombre por el de Golfo de América.
Un rebautizo que, ¿sabe qué y acá entre nos?, nunca sucederá, con todo y que pudieran hacerlo oficial y hasta invitarnos a su reinauguración, como les encanta llamarles a los eventos cíclicos.
Porque resulta y resultará que el Golfo de México seguirá siendo llamado así, por los siglos de los siglos, y hasta que Dios quiera, por todo el planeta, excepto que más allá de esa apariencia de “cambio de nombre” se oculta la voracidad de un imperio que vuelve a las andadas, mientras que nosotros, acá en México, fascinados por las emociones fuertes, nos ponemos “de a pechito”.
Es decir, nos exponemos a lo peor, y como “Juan sin miedo”, nos atravesamos frente al hambre de una bestia que nada le interesa quien viva o quien muera, mientras sus apetitos sean saciados, y ahora que los chinos y los rusos les disputan todas las regiones del planeta.
MECANISMOS QUE PROTEGERÁN A 3 MILLONES 500 MIL TAMAULIPECOS
Pero volvamos al fundamental tema de la salud, donde el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya, a través del siempre eficaz y competente secretario de Salud, Dr. Vicente Joel Hernández Navarro, ha dispuesto una serie de mecanismos de protección sanitaria ante la oleada de deportados, mexicanos y de otras nacionalidades.
Los medios de comunicación y las redes sociales desde este lunes, y ante el intenso frío congelante (al que no estamos acostumbrados en Tamaulipas), difundieron que Vicente Joel Hernández Navarro, de quien ya todas y todos sabemos de su alta conciencia de responsabilidad y humanismo, puso en marcha un chequeo masivo a los migrantes deportados por nuestro estado.
Muy oportuno el titular de Salud en la entidad está enfrentando (siempre atento a las indicaciones del gobernador Américo Villarreal) que este fenómeno geopolítico y de poderíos alucinantes no afecten a los 3 millones 500 mil tamaulipecos, evitando contagios de enfermedades y reduciendo a nada los riesgos que, sin esas previsiones tan convenientes, fácilmente podrían desatar otros problemas, acentuando y agravando los que de por sí se vienen encima.
Informó también el Dr. Hernández Navarro que los deportados que padezcan diabetes e hipertensión serán evaluados a fin de que, sufriendo de esas enfermedades, sean trasladados a un hospital donde se les atenderá en los tratamientos que requieran.
Trascendió que el Sector Salud de Tamaulipas ha girado puntuales instrucciones a los 134 hospitales de la frontera, clínicas y unidades médicas para estar alertas a las deportaciones de paisanos.
La prioridad es la salud pública, y que las enfermedades contagiosas no compliquen más las decisiones implantadas por el gobierno americano.
¡Deseándoles un día maravilloso!
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