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Ganando con las pérdidas

Si quien ha perdido a un ser querido es una tercera persona, también tenemos formas de ayudar para que afronte su pérdida de una forma más positiva. EPA/KIMIMASA MAYAMA
Perder a un ser querido en algún momento es tan doloroso como inevitable. Un psicoterapeuta explica cómo afrontar nuestras pérdidas y aprovecharlas para crecer psicológicamente...
lunes, 4 de mayo de 2015
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¿Puede sacarse algo positivo o beneficioso en términos psicológicos o emocionales de un hecho que nos sume en un sentimiento de tristeza tan profunda como es la pérdida de una persona querida?.

Para Cipriano Toledo, psicoterapeuta y asesor experto en duelo, el proceso de aflicción, dolor y sentimientos de pesar que se experimentan de forma natural cuando se ha perdido a un ser querido, "es algo que hay que pasar y que depende de la edad de la persona, sus creencias, experiencia y carácter, por lo que cada uno lo vivirá de un modo diferente".

"Aunque cada persona es única, vive la muerte de una manera diferente, pasa por etapas distintas y lo hace en tiempos únicos", según Toledo, quien también indica que todos podemos sentirnos mejor sin dejar de estar tristes, "lo cual marca una gran diferencia, tanto para quien vive el duelo como para quienes que le rodean y, además, es quizá el único homenaje que podemos hacer a nuestro ser querido”.

"Una vez superado el duelo, la muerte de un ser querido puede ayudarnos a darnos cuenta del valor de la vida y a ser conscientes de que nuestro paso por el mundo tiene una fecha de caducidad”, señala este especialista que dirige el Centro de Psicoterapias Avanzadas y el portal de internet Miduelo.com.

"Puede que este pensamiento haga que nos replanteemos nuestra forma de vida, nuestras metas, el tiempo que nos dedicamos o el tiempo que dedicamos a nuestros hijos, amigos, familia...", señala Toledo, en una entrevista con Efe.

Este psicoterapeuta cree que "la muerte de alguien cercano, puede ser el detonante de una nueva vida, al igual que en muchos casos personas que han vivido experiencias donde han estado a punto de morir empiezan a valorar la existencia de forma distinta".

"Sin embargo cada persona es diferente y tiene valores, metas y anhelos distintos, y por ese motivo es difícil generalizar y decir cuáles son los beneficios y enseñanzas de la muerte del alguien querido", matiza.

Para Toledo, "la muerte de una persona amada solo puede afrontarse con tristeza, si bien hay algunas formas de sobrellevar mejor esta situación y sentirse mejor".

LOS BENEFICIOS DEL LUTO

Según este experto, "hasta hace poco tiempo el luto hacía que la persona afectada por la muerte de un ser querido solo encontrara amor y comprensión y que no tuviera que contar una y otra vez lo que le pasaba".

"Así, nadie preguntaba directamente, sino que cuando veían a alguien con este atavío procuraban informarse, a través de amigos comunes, de qué había ocurrido, y una vez informado, acompañaban en el sentimiento a la persona enlutada", señala.

Según el experto, "al menos en los primero momentos el luto era útil, aunque pasado un tiempo, la persona podía hacerse 'adicta' al cariño a través del dolor y resultar contraproducente".

Acerca de la actitud o pensamientos que debemos afrontar ante un fallecimiento cercano para poder crecer y mejorar como personas, Toledo indica que “hay personas para las que volver a la rutina es el mejor antídoto; otras crean nuevas rutinas para evadirse del dolor, ya que estamos educados para huir del dolor y cualquier recurso que nos aleje de éste sentimiento, y que no sea perjudicial, es válido”.

Con lo de “perjudicial” Toledo se refiere a "evadirse del dolor con alcohol, medicamentos, a adoptar comportamientos compulsivos de cualquier tipo; a aferrarse a los recuerdos o a hacer 'altares'".

También señala que conoció a una mujer que, "después de un año de la muerte de su marido mantenía en su casa una chaqueta del difunto colgada en el perchero y su cepillo de dientes en el cuarto de baño y que incluso seguía abonada a un canal televisivo de deporte".

Desde el punto de vista de Toledo "lo que une a todas las personas en un periodo de duelo es el dolor, el cual consiste en la interpretación o la significación que hace nuestra mente de una sensación física".

"Si somos capaces de hacer desaparecer esa significación o esa sensación física, seremos capaces de hacer desaparecer el dolor y, sin dolor, la tristeza pierde su sentido negativo y da paso a otro tipo de emociones", destaca este experto.

SIGUIENDO EL EJEMPLO DE LOS NIÑOS

Si quien ha perdido a un ser querido es una tercera persona, también tenemos formas de ayudar para que afronte su pérdida de una forma más positiva y de consolarla eficazmente, abriendo la posibilidad de que crezca y evolucione como persona.

Para el director del Centro de Psicoterapias Avanzadas “la mejor manera de ayudar a una persona que ha perdido a un ser querido es imitar el comportamiento natural de un niño”.

Los consejos que podemos aprender de un niño a la hora de consolar a alguien ante la pérdida Toledo lo resume en: “siéntate a su lado, llora con él y recoge su pelota”.

"Cuando un niño está triste o llorando, sus amigos lo único que hacen es acercarse, sentarse a su lado y compartir su sentimiento; ninguno le pregunta qué ha pasado, solo le acompañan, y esta es la mejor manera de ayudar a una persona en el proceso de duelo", según este experto.

Toledo destaca que "en el patio de la guardería, cuando alguien está triste están, por un lado, los niños que se sientan a compartir su dolor y, por otro, los que le ayudan en pequeñas cosas, como recoger cualquier objeto que se le haya caído al pequeño que llora y dejarlo a su lado para que, al terminar el llanto, lo tenga cerca".

"Otro comportamiento de los pequeños es que, cuando el niño deja de gemir, todos le acompañan también en la alegría. ¡Todos vuelven juntos a jugar!", revela.

Todo esto, trasladado al ámbito de los adultos y al proceso de duelo, se traduce -según este psicoterapeuta- en que “para ayudar a alguien, debemos “sentarnos cerca” suyo, hacerle saber que estamos ahí, ya sea en su sofá o incluso a través de los mensajes por móvil”.

"Tal y como hacen los niños, no es necesario preguntar, ni hablar; es suficiente escuchar y acompañar, ayudar en las pequeñas cosas, dejar cerca aquello que va a necesitar”, enfatiza.

"Hay que acompañar a quien ha perdido a su ser querido durante todo el proceso de duelo y también en la alegría, cuando lo haya superado”, concluye Cipriano Toledo a Efe.

María Jesús Ribas.

EFE/REPORTAJES

 

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