Crónica. En el Hospital Balbuena, la solidaridad se aferra
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El ruido de un rompe martillo, el murmullo de familiares que aguardan afuera, como siempre, para saber el estado de salud de sus seres queridos -después de una tragedia- es lo que hoy se vive en el Hospital General de Balbuena.
jueves, 21 de septiembre de 2017
CIUDAD DE MÉXICO, septiembre 21 (EL UNIVERSAL).- El ruido de un rompe martillo, el murmullo de familiares que aguardan afuera, como siempre, para saber el estado de salud de sus seres queridos -después de una tragedia- es lo que hoy se vive en el Hospital General de Balbuena.
Hay poca gente en los alrededores del Hospital que se ubica en la delegación Venustiano Carranza esperando a sus pacientes, sin embargo, ni la lluvia torrencial registrada esta madrugada los alejó.
Tuvieron que resguardarse en pequeñas cornisas del hospital, -por esta vez- los dejaron ingresar y permanecer en la salida de urgencias.
Aún con su preocupación y dolor tienen que estar soportando ese ruido que retumba en el tímpano.
Por ahí dicen que los trabajos de construcción no pueden esperar.
De pronto, la solidaridad se aferra. Es un grupo de mujeres quienes ofrecen atole y pan dulce, sin distinción.
Este pan, dicen, sabe a gloria.
Se aprecia gente que sólo trae lo indispensable para su traslado, escasos 50 pesos.
A los pocos minutos se acercan dos hombres.
Hombres de edad avanzada cargando cajas de cartón y en su interior tortas y sándwiches.
A lo lejos viene otra persona ofreciendo "cafesito".
Este es el verdadero pueblo, el que se solidariza con los que menos tienen y que por falta de recursos se trasladan a hospitales públicos aunque estén muy lejos de sus viviendas.