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María Félix, el lugar donde reposa la "mujer sin alma"

La actriz María Félix, foto (Twitter)
Un paro cardiaco terminó con la vida de María Félix el 8 de abril de 2002. El mismo día, pero de 1914, "María Bonita" vino al mundo para convertirse en una de las actrices más emblemáticas de la Época de Oro del cine mexicano.
sábado, 7 de abril de 2018
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Un paro cardiaco terminó con la vida de María Félix el 8 de abril de 2002. El mismo día, pero de 1914, "María Bonita" vino al mundo para convertirse en una de las actrices más emblemáticas de la Época de Oro del cine mexicano.


A 16 años de su muerte, EL UNIVERSAL visitó la tumba de quien encarnara a “La mujer sin alma”, su mausoleo conserva flores en su interior y una foto de María sonriendo junto a su hijo Enrique.
Sus restos descansan en el Panteón Francés en medio de la tranquilidad, a la sombra de los árboles y junto a tumbas casi abandonadas por completo.
Dos flores en el piso reposan afuera del oscuro aposento de “La Doña”, el cual resalta entre las tumbas grises que se encuentran alrededor.


 
“¡Todos los hombres imploraban su amor y caían a sus pies… tuvo cuantos servidores ambicionaba su vanidad!”, se lee en el póster de 1944 que anunciaba el estreno de la película “La mujer sin alma”, protagonizada por Félix.
Los carteles que invitaban a ver la cinta en el Teatro Alameda, prometían al público comodidad con “clima artificial”, y advertían de la peligrosidad de Teresa, la mujer que personificó María en la película, pues era realmente despiadada: “¡Los hombres en sus manos eran frágiles y sumisas marionetas!”.

Se trataba de la quinta película de María Félix, la primera junto al consolidado y respetado actor Fernando Soler, quien sería la gran víctima de Teresa en una historia que fue una adaptación de la novela “La razón social”, del francés Alphonse Daudet.
A las nueve de la noche del jueves 17 de febrero de aquél año, la actriz y Fernando Soler asistieron al entonces Teatro Alameda ubicado en el número 34 de Avenida Juárez, donde se llevó a cabo la función estelar que rompió récord de asistencia según lo publicado por EL UNIVERSAL.
Esta cinta forma parte de la trilogía que la actriz filmó de la mano del director Fernando de Fuentes ("Doña Bárbara", "La mujer sin alma", "La devoradora") en la década de 1940, cuando Félix construyó una imagen de “vampiresa” y “mujer fatal” del cine mexicano.
La película cuenta la intensa historia de una mujer de gran belleza que pertenece a una familia humilde y que guiada por su ambición, sin detenerse ante ningún obstáculo, y haciendo lo que sea, usa y destruye a los hombres para poder disfrutar de lujos y de una buena posición social.


“María Félix representa a una mujer como tantas que hay por el mundo, egoístas y poseídas de ambiciones, que destrozan la vida de los hombres que se ponen a su alcance y los arruina pensando solamente en su triunfo como mujer hermosa”, escribieron en este diario días antes del estreno.
Teresa trabajaba en un humilde taller de costura, un día, su padrino, quien sentía por ella un gran cariño, le regaló un vestido para que asistiera a una fiesta, ahí, entre lujos y gente con dinero, decidió que quería tener una mejor vida aunque tuviera que renunciar a sus escrúpulos.
En la prensa de la época se especulaba que el personaje siniestro de Teresa era en realidad un reflejo de la verdadera forma de ser de María Félix, se hablaba de que dicho papel le había quedado como anillo al dedo, mejor aún que el que hizo en “Doña Bárbara”, “la mestiza que tiraba a los hombres hechos guiñapos cuando ya no le servían”.
“El público está loco por María Félix y va a conocerla en esta película en un aspecto diferente que han dado en decir que es reflejo verdadero de la personalidad de esta discutida artista”, se comentaba.
Los vestidos que María luce en la cinta, fueron confeccionados exclusivamente para ella, su actuación fue meritoria y por primera vez se le escuchó cantar en cine; el uso de su extraordinaria belleza para cumplir sus deseos, fue el gancho en los carteles de la época.
“La voluptuosidad de su cuerpo era el arma y su belleza el hiptónico que convertía a los hombres en esclavos!”,“¡Fingía amar a los hombres...los fascinaba con su arrebatadora sensualidad...pero en el fondo los manejaba con invisibles hilos de perfidia!” y “Por primera vez María Félix vive el papel que se ajusta a su auténtica y arrebatadora personalidad” fueron algunos de los mensajes con los que se promocionó el filme.
“La mujer sin alma” rompió récord de asistencia en el Teatro Alameda, la empresa publicó en las páginas de este diario una felicitación para Producciones Grovas y para el director Fernando de Fuentes, ya que la cinta logró recaudaciones sin precedentes en taquilla.
“Ninguna película nacional o extranjera, en ningún teatro de México, había tenido las altas recaudaciones como la que obtuvo en el Alameda el pasado domingo La mujer sin alma”.
Pasaban las semanas y el éxito para la cinta continuaba, sin embargo, una aventurada afirmación desató el pleito entre dos casas productoras.

El 26 de febrero de 1944, la empresa del Teatro Alameda publicó que según la opinión pública, “La mujer sin alma” había sido considerada como una de las mejores y más formidables películas, muy superior a “Doña Bárbara”.
Al día siguiente, Clasa Films, productora de “Doña Bárbara”, respondió de manera elegante su desacuerdo por comparar dos películas del mismo director, protagonizadas por la misma actriz, pero de casas productoras diferentes.
Para quienes disfrutaron de “La mujer sin alma” en 1944, la personalidad de Teresa encajaba perfectamente con la de María Félix, dominante, fatal, seductora, burladora de corazones y hasta cruel.
En diversas entrevistas que “La Doña” ofreció a lo largo de su vida, efectivamente manifestó esta peculiar forma de pensar con frases como: “Los hombres no me escogieron a mí, yo escogí a mis hombres, por eso he sido tan feliz”, “Nunca he querido a nadie como me quiero a mí misma, entonces nadie ha podido hacerme sufrir”.
Cuando le preguntaron sobre la repentina muerte de su esposo Jorge Negrete, luego de que duraron casados sólo un año, María, con franqueza y con un toque de humor, expresó: “No me dio el tiempo a aburrirme”.

 

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